Editoriales > ANÁLISIS

Detrás del escándalo

Nuevamente, se acude a la emoción para nublar la razón, utilizando cifras absurdas para lanzar misiles de odio en contra de lo que no se entiende o, simplemente, no gusta

La violencia en contra de la mujer es deleznable en todos los sentidos y muestra la parte más salvaje de la humanidad, porque es la expresión pura del abuso del poderoso contra el débil y el dependiente. No es un fenómeno nuevo; pero, la forma de expresarlo y de ponerlo en los medios masivos de comunicación, sí. De hecho, se ha convertido en un tema del cual se cuelgan personas y grupos de diversa índole y tendencia para sacar raja.

Nuevamente, se acude a la emoción para nublar la razón, utilizando cifras absurdas para lanzar misiles de odio en contra de lo que no se entiende o, simplemente, no gusta. Ayer, en el diario El País, de España, se publicó una nota con ciertos rasgos tendenciosos, en que se afirma textualmente que: “El asesinato y tortura de una niña de siete años dispara la ira en México por la violencia de género”. Pero, luego, se aclara que: “En México mueren asesinadas 10 mujeres al día y, en total, hay más de 90 homicidios en 24 horas”. 10 en 90.

Detrás del escándalo

No debía haber ni un solo asesinato, eso es claro y se ciñe a la razón; pero, ante los hechos consumados, resulta muy absurdo decir que en México hay violencia de género. Hay violencia, sí; sin embargo, no tiene el estigma que se observa en países en los que la mujer verdaderamente vive y padece un infierno; por ejemplo, Rwanda un país en el que el 48 por ciento de las mujeres de edades entre 15 y 49 años padece ese atroz flagelo.

Aquí no cabe el dicho de que mal de muchos consuelo de tontos. No debe haber violencia en contra de las mujeres, o como se decía antes: a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa. Pero, cuando las mujeres fueron llevadas de obreras a las maquiladoras, se les puso en el tocadero. Abandonaron la crianza de sus hijos y con ello generaron un círculo perverso de falta de amor, entendimiento, tolerancia y respeto para todo y todos.

En un mundo que apela a las emociones y promueve la satisfacción inmediata de los apetitos y las pasiones que mueven al ser humano, humillar, explotar, desvalorar por muy diversos medios, principalmente el abaratamiento de la mano de obra y el desdén por el esfuerzo, se ha vuelto el pan de cada día. Son víctimas los débiles, los desposeídos, los que carecen de habilidades y capacidades para reclamar y ejercer sus derechos, entre ellos las mujeres, que, además, deben soportar la carga sexual que se ha tornado visible.

Estigmatizar a quienes tienen responsabilidad política y social es muy cómodo y muy fácil, más si se deja de lado la causa económica que en los días que corren es el principal origen de los problemas que padece el ser humano. Aprovechar el miedo y la indignación de los deudos de féminas victimadas es también fácil y conveniente para arropar otras banderas.

Lo difícil es mantener funcionando la parte racional y tomar medidas que sin ser vistosas sean efectivas. Medidas como las propuestas por la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible: “Atender las causas estructurales de la violencia contra las mujeres y las niñas desde sus raíces, lo que implica la necesidad de tomar acción para la prevención. Promover marcos normativos y de política pública que sean integrales; que tengan perspectiva de género y de interculturalidad; con enfoque de derechos humanos, en cumplimiento de los más altos estándares internacionales, y que sean efectivamente implementados.

Fortalecer a las instituciones estatales, así como a la sociedad civil, en sus mecanismos de coordinación para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas y con recursos suficientes para esta tarea, Generar información estadística y evidencia que se encuentren alineados a estándares internacionales en la materia, para crear normas, políticas públicas que prevengan y atiendan adecuadamente la violencia contra las mujeres y las niñas.

Proveer servicios accesibles de calidad para la atención de víctimas de violencia; servicios de salud y de procuración e impartición de justicia con estándares internacionales”. Son medidas menos escandalosas, menos tendenciosas; pero, más efectivas.