Editoriales > ANÁLISIS

Contra la corriente

Las crisis han venido a desenmascarar el papel real de los bancos centrales

La decisión del Banco de México de canalizar recursos para solventar los problemas de las grandes empresas que tienen problemas para subsistir luego de la crisis económica-sanitaria-petrolera, se ajusta a las acciones que dieron lugar al sistema de capitalismo salvaje apoyado en la política neoliberal. Esta institución es parte del sistema capitalista para dar autonomía no a la gestión económica, sino al interés de los potentados, que viven aislados del resto de los mortales, nadando en montones de billetes verdes.

Originalmente, los bancos centrales operaban tres herramientas de política monetaria para lograr su objetivo: Primero, establecer un requisito de reserva; la cantidad de efectivo que los bancos miembros deben tener a la mano al cierre de cada noche. El banco central lo usa para controlar cuánto pueden prestar los bancos. Luego, utilizar operaciones de mercado abierto para comprar y vender valores de los bancos miembros. Cambiar la cantidad de efectivo disponible sin cambiar el requisito de reserva. Y, por último, establecen objetivos sobre las tasas de interés de préstamos, hipotecas y bonos. El aumento de las tasas de interés desacelera el crecimiento, evitando la inflación. Cuando menos así se entendía.

Contra la corriente

Pero, las crisis han venido a desenmascarar el papel real de los bancos centrales, que no es otro que dar cobijo a los capitales concentrados en pocas manos para evitarles pérdidas y cargar éstas a las masas populares mediante la implementación de medidas fiscales que pueden ser directas, como el Fobaproa que convirtió deuda privada en deuda pública, o como el actual esquema de financiamiento a empresas con problema de liquidez que finalmente tendrá que ser cubierto con dinero público luego de un rodeo.

Una acuciosa observadora del comportamiento de los bancos centrales, Frances Coppola, quien durante muchos años se desempeñara como asesora financiera de grandes corporaciones y que actualmente es colaboradora de la Revista Forbes y del Financias Times, ha escrito libros sobre la economía a partir de las decisiones de los bancos centrales, dijo: “A raíz de la crisis financiera de 2008, los bancos centrales crearon billones de dólares de dinero nuevo y lo vertieron en los mercados financieros. Se suponía que la ‘flexibilización cuantitativa’ (QE) evitaría la deflación y restablecería el crecimiento económico”. 

Luego, explica lo que pasó: “Pero el dinero no fue para la gente común: fue para los ricos, que no lo necesitaban. Fue a grandes corporaciones y bancos, los mismos bancos cuyos préstamos imprudentes causaron el colapso. Esto llevó a una década de estancamiento, no de recuperación. La QE falló”. Luego propone una ‘QE de la gente’, en la que el dinero va directamente a las personas comunes y a pequeñas empresas. “Es la forma más justa y efectiva de restaurar las economías afectadas por la crisis, ayuda a zanjar los desafíos a largo plazo del envejecimiento poblacional, la automatización y el cambio climático”.

Coppola no es la única experta en sistemas financieros que propone alternativas viables para que las medidas que se tomen a partir de esta contingencia triple, no tengan los mismos resultados de siempre: ricos más rico y pobres debatiéndose en la miseria y muriendo de hambre (literalmente, lo que no sale en la tele porque no es noticia grata para las buenas consciencias). Otras voces autorizadas, como los operadores del Banco Central Europeo y aún el Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos, han decidido canalizar la mayor cantidad de recursos para ayudar a las pequeñas empresas y a las familias.

Ayer mismo, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo que todos los préstamos de más de 2 millones de dólares en el programa de ayuda gubernamental para pequeñas empresas, serán auditados para garantizar que estén justificados después de que las grandes empresas públicas y las grandes cadenas generaron indignación al tomar esos fondos que estaban destinados a las pequeñas y medianas. Además agregó: “El Tesoro y la Administración de Pequeñas Empresas cerrarán temporalmente a los grandes bancos el portal de préstamos electrónicos del programa de alivio a las pequeñas empresas”. 

Sólo aquí, los criterios del Banco de México permanecen anclados en las prácticas perniciosas del pasado neoliberal, que generaron una deuda colosal que todos los habitantes de este país, aún los niños de pecho, deben pagar. Al servicio de la deuda, esto es los intereses que se deben pagar, es tan alto que viene a significar el 2.7 por ciento del PIB. Estos recursos usados para cubrir los intereses de la deuda sumaron 666 mil 478 millones, monto superior en un 14 por ciento al presupuesto de salud.