‘Comiéndote las emociones’ ¿Qué dice tu peso de ti?

La mayoría de las personas sabemos que el cuerpo puede llegar a somatizar muchos de los patrones emocionales que habitan en la mente. En palabras más sencillas, el cuerpo habla lo que el corazón y la mente callan. Por ejemplo, si por alguna razón estuviste expuesto a una situación de injusticia en la cual no pudiste “defenderte”, es decir, no pudiste expresar tu punto de vista ya sea por temor o por “respeto”, es muy probable que en un par de días (sino es que en menos de veinticuatro horas) manifiestes algún tipo de incomodidad o dolor en la garganta.
Un ejemplo muy contundente de como el cuerpo está conectado a la mente, es ver el caso de mujeres que tienen «embarazos psicológicos». Son tantas las ganas de embarazarse (con intentos fallidos o por presión familiar) que logran tener síntomas y hasta la barriga les crece. En términos de peso (muy ad hoc en esta temporada de propósitos de año nuevo), las libras o kilos que tengas de más revelan no sólo aquello que comes de forma sólida, sino también aquello que digieres o constipas de forma mental.
Estoy seguro que conoces a más de alguna persona que permanentemente está a dieta (o rompiéndola) sin que haya cambios significativos (en el caso que verdaderamente sigan un régimen); cuando esto sucede no es por aquello que se han privado de comer, sino de aquello que no han logrado identificar en sus pensamientos para así poderlo transformar y liberar. Te daré algunos ejemplos de cómo el peso revela mucho de la historia de una persona:
• Recuerdo a una señora (de aproximadamente 75 u 80 años) que “en sus tiempos” era costumbre que los hombres a caballo se “robaran” a las mujeres para convertirlas en sus esposas (sin que necesariamente ellas estuvieran de acuerdo). Ella asegura que durante su niñez fue muy delgadita y “espigada” (palabras de ella), pero una vez que se convirtió en señorita, gradualmente subió de peso. Eventualmente pudimos descubrir que de alguna manera ella subió de peso con el propósito de protegerse, ya que si era “gordita” difícilmente podrían cargarla y robársela. Tiene sentido, ¿no?
• Una joven de alrededor de 26 años no podía bajar de peso. En una sesión terapéutica descubrimos que lamentablemente ella fue tocada de forma indebida por un familiar (como por lo regular sucede) y siendo aún niña escuchó a su padre decir: “¡Los hombres no quieren a las gorditas!” De forma inconsciente ella decidió subir de peso con tal de protegerse, porque para ella los hombres representaban una amenaza, un riesgo y que mejor manera de pasar “desapercibida” que con sobrepeso.
• El síndrome del “¡Antes di!” Recordarás que en alguna ocasión aun siendo niña llegaste a exclamar a la hora de la comida: “¡Esto no me gusta!” e incluso quisiste dejar algo de comida en el plato y no faltó tu mamá o abuelita que te dijeron: “¡Antes di que hay que comer, no seas malagradecida y termínatelo!” ¿Imaginas la culpa que depositaron en esa niña? Naturalmente, con el tiempo aprendió a ser muy “educada” y acabarse todo lo del plato y de forma inconsciente seguía complaciendo a su mamá al escuchar el eco en su mente del “¡Antes di!”
No me sorprendería que esa niña (hoy una mujer) se conforme con alguna pareja tóxica sin poder poner límites o tomar decisiones porque “¡Antes di que te hace caso y antes di que te hizo el favor!”
Naturalmente eres los que comes (y eres lo que piensas) y lo que te llevas a la boca influye en tu peso. Te recomiendo que además de seguir un régimen alimenticio (te recomiendo a la nutrióloga Kory Guerrero) también puedas aventarte un “clavado” a tu interior y descubras a qué patrón mental estas siendo leal. Sé amable contigo en el proceso. Si por alguna razón has encontrado cierto refugio en la comida, también ha sido un acto de amor hacia ti misma(o), al final del día ha sido para protegerte y darte afecto. No se trata de ser talla cero, sino de lograr tu peso ideal, aquel que te permite viajar ligera(o) por la vida y para lograrlo, en lugar de contar calorías, comienza por contar contigo misma(o).
Tú eres tu mejor aliada(o) en el proceso y si es de la mano de un profesional lograrás liberarte de aquello que mental, emocional y físicamente ya no necesitas. Tú puedes. No estás sola(o). Nos leemos pronto. ¡Anótele!
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