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Ciudadanos de 3/5

Esta disposición constitucional dejó de tener vigencia después de la Guerra Civil

Hoy celebran los Estados Unidos de América su independencia de la Gran Bretaña y la lectura del Acta de Independencia que la sustenta, avala y resume. A 244 años del acta emanada del segundo Congreso Continental, realizado en la Cámara Estatal de Pensilvania, en Filadelfia, el 4 de julio de 1776, por medio del cual se proclamó que las colonias norteamericanas se definían como trece nuevos Estados soberanos e independientes y ya no reconocían el dominio británico y formarían una nueva nación: EU.

Dos siglos y medio después, los problemas que estuvieron a punto de echar abajo la independencia, siguen vigentes. Intereses comerciales, dominio de las clases pudientes, diferencias entre los dichos y los hechos, extremos ideológicos, etc., dieron pie para que se diga que existen tras actas: La copia original se perdió; el borrador original con las correcciones de Adams y Benjamín Franklin y las notas adicionales de Jefferson sobre los cambios realizados por el Congreso se conserva en la Biblioteca del Congreso, y la versión más conocida está depositada en los Archivos Nacionales en Washington, D. C.

Ciudadanos de 3/5

Dos fueron los puntos relevantes en la tarea de lograr la independencia de las colonias y la creación de los Estados Unidos de América. El primero de ellos es que no todos los habitantes del Nuevo Mundo deseaban separarse del Imperio Británico; lo único que deseaban era facilidades para desarrollar la actividad comercial y que la Corona redujera los impuestos sobre ciertos artículos, especialmente uno que fue muy significativo, el que se aplicaba al té. Y que los delegados de las colonias tuvieran más voz.

El otro, igual de importante, era la esclavitud, el comercio de esclavos y el modo de propiedad. Resulta que los estados del norte, a favor de la igualdad ante la ley que proclamaba la Constitución, contaban a sus habitantes parejo para elegir a sus delegados al Congreso; pero, los del sur, sobre todo los dueños de esclavos, querían que éstos contaran como votantes en la elección de delegados, sin reconocerles derechos políticos, sino como una extensión de los derechos que la Constitución otorgaba a sus amos.

En la parte medular del Acta de Independencia, que finalmente fue la versión de Jefferson, expresa: "Sostenemos por evidentes, por sí mismas, estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio sea la más adecuada para alcanzar la seguridad y la felicidad".

Para no seguir con las controversia que pudieran dar al traste con el proyecto de la nueva nación, durante la Convención Constitucional de 1787, se debate sobre si los esclavos serían contados cuando se determinara la población total de un estado para representación legislativa y para propósitos de impuestos. Los del norte alegaban que si los del sur querían contar a sus esclavos como una extensión de sus privilegios, entonces se les considerara propiedad y, por lo tanto, contarían para el pago de impuestos y para la distribución de los recursos de la federación que determinara el Congreso.

La solución fue el Compromiso de los Tres Quintos, que consistía en que, contando por igual a todos los habitantes de cada estado, los del sur podrían hacer valer únicamente las tres quintas partes de ese total para efectos demográficos relacionados con la elección de sus delegados, y para el norte, que de manera igual se aceptara esa proporción en el momento de pagar impuestos y la distribución de los recursos fiscales. Esta disposición constitucional dejó de tener vigencia después de la Guerra Civil.

Lo que no ha dejado de existir es un cierto grado de xenofobia que la propia constitución condena en sus principios y en sus artículos más importantes. En estos días de conflictos raciales y de enconos partidistas, cobran sentido las palabras de Benjamín Franklin: "...hay varias partes de esta Constitución que no apruebo actualmente, pero no estoy seguro que nunca los aprobaré... Dudo también si alguna otra Convención que podemos conseguir, pueda ser capaz de hacer una Constitución mejor... Por lo tanto me sorprende, Señor, encontrar un sistema que se acerca tanto la perfección como éste; y creo que esto sorprenderá a nuestros enemigos...". Más que sorprender la Constitución, pasma la incongruencia.

En el Acta de Independencia se señala que: "..La historia del presente Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados... Se ha aliado con otros para someternos a una jurisdicción extraña a nuestra constitución y desconocida por nuestras leyes, dándoles su aprobación para sus actos de pretendida legislación; Para acantonar nutridos cuerpos de tropas armadas entre nosotros; Para protegerlos, mediante juicios simulados, del castigo por los asesinatos de que hayan hecho víctimas a los habitantes de estos estados; Para impedir nuestro comercio con todas las partes del mundo; Para imponernos impuestos sin nuestro consentimiento; Para privarnos, en muchos casos, de los beneficios del juicio con jurado; Para llevarnos a ultramar con objeto de ser juzgados por supuestas ofensas; Para abolir el libre sistema de leyes inglesas en una provincia vecina, estableciendo allí un gobierno arbitrario y extendiendo sus fronteras a manera de hacer de ella un ejemplo y un instrumento adecuado para introducir el mismo gobierno absoluto en estas colonias; Para quitarnos nuestras cartas, aboliendo nuestras leyes más estimables y alterando fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos; Para suspender a nuestras legislaturas y declararse a sí mismo investido de poder para legislar por nosotros en cualquier caso que sea...".

La celebración de este día se dará en circunstancias similares a las de hace 244 años. Lo que suceda en esta fecha dará mucho de qué hablar y puede marcar hitos en la historia del siglo XXI.