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Cangrejos mexicanos

No ha sido suficiente que en el exterior se tenga al cambio de régimen político por una revolución pacífica ni que muchas de las mentes más brillantes del planeta hayan venido a México para manifestar su solidaridad y deseos de que salga adelante la denodada batalla en contra del capitalismo salvaje y la corrupción que le acompaña. Tampoco basta el eficiente manejo de la economía para librar los efectos de la crisis agravados por la pandemia, aplicando la fórmula simple de estimular el consumo popular.

Quizá por ello las gavillas afectadas en sus intereses no son capaces de entender la gran oportunidad que les ofrece el manejo magistral de las políticas petroleras que abren un amplio abanico de opciones para hacer negocio por la buena y con la ley en la mano. La posición de México en el actual panorama mundial petrolero es sólida, viable y confiable; pero, además, el futuro se vislumbra mejor en la medida en que se asienten las aguas luego de la borrasca del desplome de precios por la sobreoferta de crudo.

Cangrejos mexicanos

Para tomar como referencia un punto medio de los regímenes previos: con el precio del petróleo en su máximo histórico de 2011, que se ubica en 102.15 Dlls/barril, promedio anualizado, México recibió por ese concepto 49,322 millones de dólares, (54,908 MD a valor actual), de los cuales el 18 por ciento correspondía a gastos de producción y operación dejando el 82 por ciento restante a disposición oficial. Sin embargo, ese año, según el Banco Mundial, el gobierno contrató deuda externa por 57,485 MD.

No había dinero que alcanzara para cubrir los excesos de una clase privilegiada que buscó implantar en el país el bipartidismo norteamericano; pero que, por necesidades de apoyo incondicional tuvo que aceptar a otros partidos como paleros, inclusive algunos de ellos creados ex profeso para sacar raja de la bonanza. La concentración de la riqueza en unas cuantas manos se dio porque traían dinero fresco de fuera para luego sacarlo del país mediante operaciones financieras fraudulentas, para lo cual necesitaban peones y cómplices.

El saqueo fue de tal magnitud que México es en estos momentos una de las naciones más endeudadas, con el agravante de que el endeudamiento de largo plazo ha crecido prácticamente al doble. Así, entre 2010 y 2018, la deuda externa de largo plazo de México creció 189 mil 476.1 millones de dólares, equivalente a una tasa de 95.48 por ciento, mientras que la deuda de corto plazo se incrementó 18 mil 34.1 millones, con una tasa de crecimiento de 41.88 por ciento. Ese es un pesado lastre para el país y para los paisanos que, además, han visto decrecer su patrimonio por el pésimo manejo de los asuntos públicos.

Ante este panorama, el gobierno actual ha tomado decisiones firmes y confiables: apostar por los dos pilares fuertes de la economía, petróleo y turismo. No son decisiones peregrinas o casuales, tienen un sustento robusto en la realidad que vive el planeta. Las inversiones en la industria petrolera para dar un fuerte impulso a la producción de crudo y de refinados, responden cabalmente a las expectativas de la reactivación global luego de crisis económica, la debacle petrolera y el confinamiento por la pandemia.

Ciertamente que en abril de este año el precio internacional del barril de crudo cayó a diez dólares (12.23 la mezcla mexicana); pero, a partir de ese mes ha ido en aumento y las perspectivas indican que habrá de estabilizarse en alrededor de los 45 dólares, que es un buen precio tomando como base los costos de producción. Cierto también que la caída precipitada de la demanda mundial de petróleo por la pandemia ha reducido mucho el consumo de combustible, especialmente en el sector del transporte, y que el colapso de la demanda de petróleo, supera con creces la capacidad de ajuste de esta industria.

Pero, viene a suceder que con los precios bajos, la industria petrolera de los Estados Unidos, que tuvo un boom que la llevó a ser el primer exportador mundial con la explotación de los yacimientos de gas de esquisto que tienen como subproducto los condensador ligeros muy propicio para la producción de gasolina, está paralizada y posiblemente a punto del colapso, pues muchos productores no podrán operar con altos costos y precios por debajo. Apostaban a que los precios subieran a mediano plazo. Pero, el confinamiento sanitario a nivel planetario ha provocado que haya más oferta que demanda.

La reactivación de la economía está a la vuelta de la esquina; pero, para entonces será prácticamente incontestable echar a volar una industria que ha estado parada tanto tiempo y que, además, requiere de muchos recursos para operar. Es ahí donde se abre la oportunidad para México, que produce un crudo pesado indispensable para la producción de diesel y otros combustibles de uso industrial. La producción nacional se ha decantado por los campos someros para bajar los costos de producción.

Otro aspecto interesante es que mientras las grandes petroleras y las refinerías independientes ya están analizando detenidamente las inversiones y desinversiones planificadas y muchos volverán a evaluar sus carteras existentes, lo que puede llevar a cierres definitivos, con lo que la reestructuración de la industria mundial de la refinación se trasladará hacia regiones donde los costos de producción y los insumos sean más baratos, como el Oriente Medio y países del Asia. O como México que tiene la ventaja geográfica.

Por donde se le vea, el futuro se ve promisorios. Sin embargo, hay un sector, especialmente de quienes perdieron sus privilegios, que está remando en contra de la corriente. No les bastó el descomunal saqueo de los recursos del país, quieren más. Son tan obtusos que no han logrado entender que si los planes de la administración pública tienen los resultados esperados, le irá bien a todos en conjunto.

Son como los cangrejos del mercado, según el cuento que dice que: "El marchante tenía los cangrejos dispuestos en canastas diferentes, según su origen. Explicaba a sus clientes que los había colocado de acuerdo a sus diferentes nacionalidades: en la primera canasta tiene cangrejos norteamericanos. Está tapada con una tabla porque si no trepan por su propio esfuerzo y escapan. La segunda canasta es más alta y está tapada con un ladrillo, porque ahí están los cangrejos japoneses que se apoyan mutuamente para formar una pirámide, y cuando la mayoría ya está afuera ayuda a salir a los demás. La tercera, está destapada porque son cangrejos mexicanos, y cuando uno quiere salir los demás lo jalan hacia abajo”.

Ante las evidencias que demuestran que se están siguiendo las políticas correctas para la recuperación, persisten los intereses creados en desfondar la embarcación.