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Familia, propiedad, Estado

La Revolución rusa sería la segunda revolución social del siglo XX, luego de la mexicana

La amistad y la colaboración de dos de los filósofos alemanes más importantes del siglo XIX, dio a luz a las teorías básicas del marxismo que ha venido a refutar las propuestas del capitalismo como la vía por la cual la humanidad puede llegar a la culminación de su proceso evolutivo para ocuparse de las tareas elevadas del espíritu a través de los tres grandes campos de la cultura humana: arte, ciencia y moral. Carlos Marx y Federico Engels no fueron teóricos espontáneos, sino estudiosos del ser humano.

Engels, quien falleció el 5 de agosto de 1895, publicó casi en las postrimerías de su vasta obra, su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, en el que hace las siguientes precisiones: “1) la propiedad privada, las clases y el Estado no existían desde toda la eternidad, sino que surgieron en una etapa determinada de desarrollo económico; 2) el Estado en manos de las clases explotadoras siempre es sólo un instrumento de violencia y de opresión de las grandes masas del pueblo; 3) las clases desaparecerán con la misma inevitabilidad con que surgieron en el pasado. Al desaparecer las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado”. Este texto es toral en el estudio de la economía actual.

Familia, propiedad, Estado

A la muerte de Carlos Marx, autor de El Capital, el libro fundamental del marxismo, Engels emprende la tarea de ordenar, elaborar y publicar los libros segundo y tercero de El Capital que Marx no pudo terminar. El libro segundo apareció en 1885 y el tercero, en 1894. Con ese trabajo, Engels erigió un monumento grandioso a su genial amigo. Es en ese período también, cuando el autor escribió la obra que se menciona. En 1888, apareció su libro Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, que, fundamental para entender los elementos del materialismo dialéctico y del materialismo histórico.

En sus últimos años, al percatarse de que las nuevas corrientes del pensamiento económico tomaban la historia como una referencia pasiva de nombres y de fechas y no como un proceso dinámico por su propia naturaleza, se dedicó a escribir cartas a amigos que sabía que podían dar una mejor idea de la dialéctica de la historia y los procesos por medio de los cuales la sociedad se transformaba a sí misma. Escribió a su amigo Mehring denunciando: “Una representación vulgar antidialéctica de la causa y el efecto como dos polos fijamente opuestos, en un olvido absoluto del juego de acciones y reacciones”.

Criticaba a los ‘marxistas’ que “habiendo aprendido ciertos principios generales del materialismo histórico, no se toman el trabajo de estudiar en detalle los hechos concretos de la historia”. Y es que, al mismo tiempo que realizaba un inmenso trabajo teórico, Engels ejercía prácticamente la dirección del movimiento obrero internacional. Se interesaba vivamente por el movimiento revolucionario en Rusia y redactó una serie de artículos dedicados a las relaciones sociales en ese país. En 1885, Engels escribía que los rusos se acercaban a su revolución democrático-burguesa. La Revolución rusa sería la segunda revolución social del siglo XX, luego de la mexicana.

Al igual que su amigo fallecido, Carlos Marx, creía que “La revolución debe estallar en un instante determinado, y puede estallar en cualquier momento. En esas condiciones, el país es como una mina cargada donde no hay más que encender la mecha”. Engels veía claramente que la revolución política en Rusia tendría una importancia considerable para el movimiento del proletariado internacional. A su muerte se dijo que: “Los revolucionarios rusos han perdido en su persona a su mejor amigo”. Así fue.

Paradójicamente, Engels no provenía de clases proletarias ni su familia era de obreros; por el contrario, era hijo de familias acomodadas y en su juventud fue más proclive a la diversión y la vida social que al estudio y las preocupaciones serias. Se dice que fue: “Duelista, bailarín, viajero y aprendiz de canto además de importador de literatura política prohibida; compensaba con estas actividades el aburrido trabajo en las oficinas mercantiles. Pronto mostró sus simpatías por los Jóvenes Alemanes, movimiento que exigía reformas políticas radicales basadas en el patriotismo progresista, opuesto al feudalismo y a las monarquías que dominaban en aquel momento Alemania. Simpatizaba con el republicanismo antirreligioso y liberal que había expresado Percy Shelley, el poeta del romanticismo teutón, años antes.

Sin embargo, demuestra que el papel determinante de las condiciones económicas de vida de los hombres no disminuye en absoluto el papel de las ideas y de la personalidad en la historia; lucha contra las representaciones mecanicistas sobre la conexión y las relaciones entre la base y la superestructura ideológica. Es interesante su idea en contra de la especialización del trabajo del hombre, pues ésta coarta sus posibilidades de crecimiento.