Editoriales > ANÁLISIS

La responsabilidad pública

Educado bajo las normas y condiciones de la dictadura, el nuevo rey carecía de formación para el cargo

El arribo de Juan Carlos I de Borbón al trono de España no fue por su linaje ni por descendencia, pues la corona pertenecía por línea sucesoria directa a Juan de Borbón, su padre, exiliado por el longevo dictador Francisco Franco, el único sobreviviente del nazi-fascismo, quien durante un oprobioso régimen totalitario aisló a España de los avances políticos, económicos y sociales derivados de la 2a. Guerra Mundial, cuando los aliados derrotan a las fuerzas del Eje. Dejó atraso, hambre y corrupción.

El dictador decidió casi al final de su régimen que duró de 1939 hasta 1975, que Juan Carlos fuera su sucesor a título de rey en una jugada sorpresiva con la que respondió a las inquietudes de la juventud europea que en 1968 se manifestó en Francia, Alemania e Inglaterra a favor de la democracia. Franco murió el 20 de noviembre del 75 y Juan Carlos, de acuerdo a las leyes franquistas, fue proclamado rey.

La responsabilidad pública

Educado bajo las normas y condiciones de la dictadura, el nuevo rey carecía de formación para el cargo.

Por ello, fue más bien una figura decorativa que resultó incapaz de entender la responsabilidad que le fue concedida por un hombre de escasas luces y soldado mediocre que; sin embargo, ejerció el poder de manera absoluta, no buscando el bien de España ni de los españoles, como él mismo afirmaba en sus discursos, sino la permanencia en la cúspide que obtuvo y mantuvo por medio de la intriga y la traición abierta. En la transición, el rey se mantuvo a la expectativa quizá porque ni siquiera supo entenderla.

Su momento de gloria, por el cual logró que un amplio sector del pueblo español lo reconociera como rey, fue durante el golpe militar de 1981, conocido como el F21, en recuerdo de la fecha, cuando un grupo de la Guardia Civil, al mando del coronel Antonio Tejero tomó por asalto el Palacio de las Cortes y secuestró a los diputados, con el apoyo de varios regimientos de provincia. Entonces, Juan Carlos I, jefe de la Fuerzas Armadas, logró reunir en torno a su figura los mandos militares más importantes, evitando así un baño de sangre.

Pero, cuando su padre le reclamó por lo que consideraba una usurpación y una traición, sólo contestó: “Me resulta dificilísimo expresarte la preocupación que tengo en estos momentos. Te quiero muchísimo y he recibido de ti las mejores lecciones de servicio y de amor a España. Estas lecciones son las que me obligan como español y como miembro de la Dinastía a hacer el mayor sacrificio de mi vida y cumpliendo un deber de conciencia y realizando con ello lo que creo que es un servicio a la Patria, aceptar el nombramiento para que vuelva a España la Monarquía”.

Los ‘pecadillos del rey’ pasaron inadvertidos en un reino convulso en el que sigue teniendo un gran poder José María Aznar, el ministro aliado de la ultraderecha planetaria que se pasea por todo lados para fomentar la corrupción y el fraude, como hizo durante la campaña política del 2006 a favor del becario de ingrata memoria; sin embargo, llegaron a tal extremo que debió de abdicar en favor de su hijo, quien asumió el trono con el nombre de Felipe VI, arrogándose el título de rey emérito de España.

Pero, la salida de la casa real no fue suficiente; siguieron sus andanzas irregulares, hasta que la fiscalía suiza abrió una investigación en contra del monarca emérito por un “posible delito de fraude fiscal agravado y blanqueo”, que quedarían demostrados si se acredita que desde su supuesta cuenta en Suiza existen reembolsos a terceros que previamente han pagado parte de sus gastos personales e inversiones. A partir de ahí, un grupo de técnicos de Hacienda solicitó a la agencia tributaria que abra investigación.

El lunes de este semana, el rey emérito comunicó a su hijo su salida inminente del país tras las investigaciones abiertas por fiscales suizos y españoles sobre los supuestos fondos en paraísos fiscales. En respuesta, Felipe VI agradeció en un comunicado el paso dado por su padre. Posteriormente, su abogado tuiteó: “S. M. el rey D. Juan Carlos me ha dado instrucciones para que haga público que, no obstante su decisión de trasladarse, en estos momentos, fuera de España, permanece en todo caso a disposición del ministerio fiscal para cualquier trámite o actuación que se considere oportuna”.

El presidente del Gobierno Español, Pedro Sánchez, escribió: “Nadie puede sustraerse a la transparencia de los medios informativos, ni a la acción de los tribunales. Todo responsable público debe rendir cuentas de su conducta y así sucederá sin excepciones. Ahora bien, una conducta irregular compromete a su responsable, no a la institución. Este principio afecta a los agentes sociales, a los partidos, a los gobiernos autonómicos y al propio gobierno de la nación”.

O, sea: todo aquel que ejerza una responsabilidad pública, deberá responder por ello. ¡Qué así sea!