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Adelantan el ‘Efecto Tequila’

Ayer el Banco de México subió en .25 puntos las tasas de referencia, esto es, el costo del dinero que presta al sistema financiero que opera en México, lo que significa que a partir de hoy, la tasa se sitúa en un 8 por ciento, porque: “se considera que el balance de riesgos respecto a la trayectoria esperada para la inflación se ha deteriorado y muestra un importante sesgo al alza, en un entorno de marcada incertidumbre” [?].

Asegura un viejo y conocido refrán que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Al caso, habría que decir que los mexicanos están viendo una versión rediviva del ‘error de diciembre’, cuando los yerros acumulados durante el gobierno de Salinas, especialmente luego de la firma del Tratado de Libre comercio, hicieron explosión en el primer mes de la administración de Ernesto Zedillo, que logró librar los escollos gracias al apoyo del presidente de EU, Bill Clinton, con harto dinero.

Adelantan el ‘Efecto Tequila’

Ahora, antes de tomar posesión ya está recibiendo el régimen entrante los embates de las pifias del que se va. No sólo los efectos de la maltrecha economía, que realmente está prendida con alfileres por los desaguisados, coreados a voz en cuello por la liga de los potentados, que sacaron raja a pasto, del que fue designado mejor secretario de Hacienda del mundo; sino, también por las presiones de quienes perderán las ubres.

Los genios del Banco de México ocupan varias cuartilla en tratar de justificar el alza de las tasas de referencia; pero, en todo el farragoso documento no dicen que ésta se deba a la cancelación del NAICM ni por la idea de poner coto a las comisiones de los bancos; tampoco hacen referencia alguna a la desconfianza del sector empresarial con respecto del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, lo que resulta fácil de constar, visitando la página cibernética de la institución. Ese cuento es de los medios.

En la guerra de las declaraciones y de las notas sesgadas, se ha vuelto casi imperativo escudriñar en las entrañas del acontecer nacional. No puede darse la llamada Cuarta Transformación si el respetable no está al tanto de la realidad que vive el país y de las medidas que deben tomarse para rectificar el rumbo y evitar la hecatombe; porque si Zedillo tuvo el apoyo de Clinton, no es de creer que López Obrado lo tenga de Trump.

Si Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda, recibió el reconocimiento como ‘Mejor Secretario de Finanzas del Año’ por las revistas Euromoney, The Banker y América Economía y la revista estadounidense Foreign Policy lo eligió como uno de los 100 más importantes Pensadores Globales en 2014, además de recibir el doctorado en Economía, con especialidad en Finanzas Públicas, por el MIT; no resulta creíble que desconociera las brutales consecuencias de un modelo económico basado en el crédito y la deuda, que favorece a los ricos, y perjudica al 99% del planeta, México incluido.

Videgaray elevó la deuda externa de México del 30 por ciento del Producto Interno Bruto, a cerca del 50 %, demás de tomar medidas descabelladas como la de convertir los pasivos laborales de Pemex y la CFE en deuda pública, que será un lastre por los siglos de los siglos y promover la entrega de los recursos naturales a las compañías extranjeras que van por el planeta como las plagas de langosta arrasando con todo.

El régimen de Enrique Peña Nieto fue el culmen del modelo neoliberal, que inició Salinas. El proceso es simple y casi lineal. Puede resumirse de la siguiente manera: Manga ancha para la oferta de crédito; cuando los países que se están ahogando en sus deudas, deben implementar medidas de austeridad para mantener su solvencia. Esto conduce a una desaceleración económica y al aumento catastrófico del desempleo y consecuentemente, el abaratamiento de la mano de obra y la acumulación de riqueza.

Los niveles de vida decrecen; pero, de una manera casi imperceptible a fin de que no haya protestas ni descontento popular. El sistema financiero se fortalece y se amafia para evitar la competencia y presionar a la administración pública a mantenerse lejos. En un sistema basado en la deuda, los impuestos se elevan a niveles exagerados. Y si se recortan impuestos con una mano, se elevan de diez maneras diferentes con la otra.

Ni que decir que la moneda se devalúa. En diciembre de 2012, la paridad peso-dólar era de 12.8759; actualmente se sitúa por arriba de los 20 pesos, casi igual que en el mes de diciembre del 2016, cuando era inimaginable la llegada de un partido de izquierda a la Presidencia de México. En el 2012, la inflación era de 3.57 %, en el 2017 fue de 6,77 %, y horita anda por encima del 4 por ciento, con tendencia al alza.

La ecuación es simple: el nuevo error de diciembre, como el anterior, no es responsabilidad del que llega, sino de los crasos yerros del que se va tan campante.