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Acabar con los pobres

El Estado les brindó las condiciones adecuadas para que pudieran prepararse en alguno de los campos de la ciencia, el arte o la moral

Casi simultáneamente, llegaron al correo electrónico de este espacio una queja de una persona que se lamentaba de la 'violencia de los que nada tienen', denunciando una agresión con mucha saña, y la noticia de que se habían reunido el presidente Andrés Manuel López Obrador y Richard Trumka, líder de la Federación Estadunidense del Trabajo y el Congreso de Organizaciones Industriales, para hablar sobre el nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá.

En el primer caso, es evidente que el denunciante sabe perfectamente que la condición de pobreza que padecen casi la mitad de los mexicanos, es un detonante de las conductas antisociales. ¿Cómo escapar de los resentimientos que provocan la miseria y las condiciones de vida que la caracterizan? ¿Quién no quisiera comer tres veces al día, sentado en una mesa, con su familia y que los frijoles tuvieran manteca? ¿A quién no le gustaría ir con uniforme y zapatos nuevos a la escuela? A todos.

Acabar con los pobres

Y, si todos quieren lo mismo, ¿por qué no es posible? Simple y sencillamente porque el sistema ha sido ideado para que los pobres permanezcan en la pobreza a fin de tener mano de obra abundante, poco calificada y, por lo mismo, barata. Durante los regímenes revolucionarios, la educación y el esfuerzo personal eran las herramientas para acceder a mejores posiciones económicas y sociales. Muchos de los que ahora abominan de los pobres estudiaron gratis en la universidad y triunfaron.

Triunfaron y desde la cómoda posición que le brinda una carrera universitaria, ven con desprecio y desdén a los que, en los días que corren, no tienen esa oportunidad. Quizá sea dado que las clases privilegiadas de abolengo no puedan entender por qué alguien pudiera anhelar estrenar un par de zapatos en su vida; el destino los llevó a nacer en pañales de seda. Pero, los que vienen desde los estratos bajos y medios de la sociedad y se han encumbrado porque pudieron desarrollar plenamente sus facultades en un ambiente de paz, estabilidad y desarrollo, en institución y sistemas eficientes, no. 

El Estado les brindó las condiciones adecuadas para que pudieran prepararse en alguno de los campos de la ciencia, el arte o la moral; el Estado costeado con las aportaciones de todos los mexicanos, desde los más ricos, hasta los más pobres. Es posible que el Estado haya fallado en cuanto a la formación de las nuevas generaciones si junto a las habilidades profesionales no fue capaz de imbuir en el estudiante universitario sentimientos de gratitud y de solidaridad con otros.

Por otra parte, hay que celebrar el acercamiento del líder de la poderosa organización sindical AFL-CIO con el presidente de México. Richard Trumka es un hombre de dimensiones extraordinarias. Durante las negociaciones del TLCAN, fue claro al señalar que: "Será devastador para las familias trabajadoras". No se equivocó y ahora los trabajadores son las víctimas del capitalismo feroz y salvaje que está arrasando con el ser humano y su hábitat. Ojalá que con la presencia de Trumka en México se logre avanzar en la vindicación de los derechos de los trabajadores, tan espoliados.

Las ideas del dirigente sindical estadounidense con respecto del libre comercio, son contundentes y precisas: "Para la mejor parte de la generación, nuestro sistema de comercio global ha sido amañado para enriquecer a las corporaciones a nuestro costa. Y ningún acuerdo ha hecho más daño a los trabajadores que al TLCAN. Los beneficiarios del actual modelo comercial quieren enfrentarnos unos a otros en su interminable búsqueda de dejarnos pobres, divididos y débiles.  Pero, lo sabemos mejor. Sabemos que nuestro enemigo no son los trabajadores estadounidenses, canadienses o mexicanos. Los trabajadores nunca son el enemigo".

Evidenciando que sabe lo que dice, agregó que: "El comercio en sí tampoco es el enemigo. Apoyamos el comercio".  Luego agregó: "Nuestro movimiento está tratando de dar forma a la globalización, no detenerla... El verdadero desafío es promover una política comercial que cree prosperidad compartida y haga que el mundo sea más fuerte y seguro". Si bien se mira, no es diferente esta postura de las tesis de los capitanes de empresa del vecino país, que se han pronunciado por la racionalización del capitalismo para darle un auténtico sentido humano. Acabar con los pobres no es eliminarlos; sino, posibilitar su redención.