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¡Fuera máscaras!

México y los mexicanos han padecido una ya muy prolongada era de corrupción y de violencia que ha trastocado los más caros valores individuales y sociales; pero, existe un amplio sector que se ha mantenido al margen de esos fenómenos y que se empeña en la restauración de la esencia de este pueblo venido de raíces muy profundas que se fundieron en el crisol del mestizaje de dos razas que no se aniquilaron sino se complementaron. Hace más de un siglo que México no tiene guerra.

Dos millones de mexicanos y no pocos hombres valientes y valiosos de fuera murieron en la Revolución para dar a este país la más prolongada y sólida etapa de paz, progreso y bienestar de que se tenga memoria en el Nuevo Continente. Como fruto de ese sacrificio, la Constitución señala la solución pacífica de las controversias, aunada a la libre autodeterminación de los pueblos y el respeto irrestricto a la soberanía de las naciones. Muchas aventuras de ocupación y filibusterismo impidió México.

¡Fuera máscaras!

Ahora, en Venezuela busca una alternativa pacífica al conflicto que se ha derivado de los enormes intereses que se juegan en el país que posee las reservas de petróleo más importantes del mundo, cuyo gobierno ha debido afrontar fenómenos inéditos de los que se desprende la necesidad de ver que lo poco que hay alcance para todos y no sólo para las castas privilegiadas que sacaron mucha raja del comercio exterior, porque todo debía importarse, y de la jauja que hubo a principios de siglo.

Dos Poderes fueron electos mediante el sufragio popular; los dos están siendo cuestionados; pero, uno de ellos entró en desacato de una orden judicial emanada de un tercer Poder, el Supremo Tribunal de Justicia, y está en suspenso; el otro no. De la observación rigurosa de la serie de sucesos que se han venido dando, se puede entender que el pueblo raso y las fuerzas armadas de Venezuela están con el Presidente; que las élites económicas y los intereses foráneos están con la Asamblea Nacional cuyas actividades están en suspenso y por tanto toda acción realizada es nula.

Fuera del ámbito de las potencias y sus satélites, hay una tercera vía que encabezan México y Uruguay, coincidente con la postura de la Organización de las Naciones Unidas y de la Unión Europea y otras naciones civilizadas. Esta opción propone un diálogo directo de las facciones para llegar a una posición de entendimiento, con la mediación de terceras países como garantes de un clima de reconciliación que acerque a las partes y las lleve a un justo medio altamente aceptable.

Pero, viene a resultar que no es eso lo que quiere el bando beligerante, cuyas manifestaciones son de difícil entendimiento para quienes actúan de buena voluntad. Juan Guaidó en entrevista con Patricia Janiot de CNN, un día después de proclamarse "un poder legítimo y reconocido internacionalmente", dijo que: "lo ideal es que Venezuela tenga una elección libre para elegir presidente a la brevedad posible y que todos nuestros esfuerzos están direccionados hacia allá. Sin embargo, aunque nadie desea una intervención militar extranjera, ese elemento está sobre la mesa". ¡Que contrasentido!

Por la intervención militar extranjera en Venezuela se ha proclamado también el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, quien llegó a ese puesto con el apoyo de Pepe Mújica, del que fue cercano colaborador en el gobierno de Uruguay. Dijo este Almagro que: "que no se debe descartar ninguna opción en cuanto a la intervención militar para derrocar al régimen de Nicolás Maduro", durante la visita a la frontera de Colombia y Venezuela.

Antes tales declaraciones, el Frente Amplio de Uruguay expresó: "Rechazamos los dichos de Luis Almagro. Los mismos se alejan de los principios históricos de nuestra fuerza política sobre la defensa de la paz y la autodeterminación de los pueblos". Ante las declaraciones del secretario general de la OEA (...) en referencia a una posible intervención militar en Venezuela, el oficialismo uruguayo acusó al diplomático de atentar desde su cargo en contra la soberanía de Venezuela.

Esa posición es similar a la de México y bien mirado, es un posicionamiento de defensa propia, pues lo que se haga a uno, se podrá hacer a cualquiera. Las experiencias de finales de siglo pasado en América y de principios del presente en Asia, echan de ver las consecuencias que tienen las "intervenciones militares de fuerzas multinacionales en defensa de un pueblo oprimido y para la instauración de la democracia". Por eso México ha dicho siempre: "No me defiendas, compadre".

Para ilustrar el optimismo, habría que decir que a finales del año pasado cuando menos diez gobernadores de oposición en Venezuela firmaron un pacto de entendimiento con el presidente Maduro, lo que provocó la salida del legendario líder oposición Henrique Capriles.