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¿Por qué cuesta tanto alcanzar el éxito?

*La delgada línea que hay entre  el proceso y el resultado

Seamos adultos y respondamos con la verdad. ¿Conocen a alguna persona que tenga un cuerpazo y que odie hacer ejercicio? Yo, en lo personal no conozco a nadie así. Todas las personas que lucen unos cuerpos espectaculares (y sanos) son personas que no sólo aman su resultado, también aman el proceso. ¿Les hace sentido? En serio, no conozco a nadie que esté aventando madres en el gimnasio, contando los minutos para que termine la clase de spinning o atormentándose con la taza de apios que les toca a media tarde como refrigerio o snack. Con esto no quiero decir que al final del día no terminen adoloridos de las cincuenta abdominales que hicieron, pero aman hacerlas. 

¿Por qué cuesta tanto alcanzar el éxito?

Tampoco conozco a ningún contador que odie las matemáticas ni que esté histérico porque tiene que quedarse más horas en la oficina para terminar el reporte que necesita entregar. De hecho, si le haces una pregunta acerca de impuestos, me impresiona la pasión con la que te responde dándote mil y un variables o alternativas efectivas para optimizar los ingresos y egresos. 

¿Qué es lo que tienen en común éstos dos ejemplos que mencioné? Que ambos aman y disfrutan el proceso y no sólo el resultado. Todo mundo quiere gozar de buena salud, pero no quieren renunciar a los refrescos. Muchas personas quisieran ganar más dinero, pero no están dispuestas a estudiar una maestría o a trabajar horas extras. 

Quisiera ser muy preciso en lo que estoy explicando. Muchas personas creen que para alcanzar el éxito necesitan “sacrificarse mucho” y yo me he dado cuento que los sacrificados sólo terminan convirtiéndose en mártires y víctimas. Sacrificio -en este contexto- significa hacer algo que no quieres hacer y las personas que no disfrutan lo que hacen (el proceso), difícilmente alcanzan el éxito (el resultado). 

A mi punto de vista el asunto del éxito tiene dos temas de fondo. El placer y el dolor. ¿A qué me refiero? “Si te causa más placer ser esa persona que el dolor de convertirte en ella, entonces lograrás el éxito; pero si el esfuerzo es más doloroso que el placer o deseo de convertirte en esa persona, difícilmente alcanzarás el éxito.” ¿Ven la delgada línea que hay entre el proceso (dolor) y el resultado (placer)? No es sólo cuestión de estar dispuestos a pagar precios y “sacrificios,” se trata de que, a pesar del cansancio, desvelo y desgaste, el placer y satisfacción que te da el resultado es mucho mayor y no significó que el proceso fue un viacrucis. 

¿Qué creen ustedes que sientan los escaladores cuando llegan a la cima de la montaña? Te puedo asegurar que lo que sienten se parece mucho al éxito. Y te puedo asegurar que ninguno iba escalando y aventando madres, odiando el paisaje o maldiciendo el calorón. Por supuesto que hubo cansancio, pero es un cansancio que disfruta, en otras palabras, un proceso que se goza. 

Para cada persona el éxito tiene significado diferente e individual; para algunos el éxito tiene que ver con dinero, para otros con prestigio y estatus, para algunos el éxito tendrá más que ver con la paz interior y más allá de lo que tú intérpretes como éxito, te puedo asegurar que no se puede amar el resultado sino se ama el proceso. 

Casi estoy seguro de que conoces a alguien que la mayor parte del tiempo se la pasa culpando a los demás de su falta de éxito, además no está dispuesto a hacer algo distinto para avanzar y a todas las ideas o propuestas que sugieres les encuentran “un pero”, entonces dile lo siguiente cuando se estén quejando contigo: “Te duele lo suficiente como para quejarte, pero no lo suficiente como para moverte.” En ocasiones se lo he tenido que decir a más de algún paciente y se quedan mudos. Y si es tu caso, entonces aplícalo también en ti. Nos leemos la próxima semana. #Anótele

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