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¿Eres perfeccionista?

Aprende a regularte

Me llama la atención cuando alguien dice que su mayor virtud es ser “perfeccionista”. A ver, díganme ustedes cuándo han visto a alguien perfeccionista que esté relajado, tranquilo, sin prisa y libre de neurosis. ¡Nunca! ¿Y saben por qué? Porque la perfección no existe. Una persona perfeccionista no sólo se exige a sí misma, sino que, además espera que los demás vean la vida a través de sus estándares. 

¿Eres perfeccionista?

Todo tiene que estar en total orden, necesitan ser las cosas predecibles, quieren anticiparse a los acontecimientos y hay un deseo imperioso por llevar la batuta. ¿Cómo se le llama a lo anterior? Se le llama CONTROL. Buscar la perfección, significa querer controlar. Alguien “perfeccionista” en el fondo lo que es un controlador.

Son personas que se justifican argumentando que la única manera de dar resultados en la vida es a través del perfeccionismo y la autoexigencia. Hasta cierto punto estoy de acuerdo, sin embargo, cuando el precio por vivir en esa autoexigencia es andar de un genio negro, intolerantes, reactivos y atropellando a los demás y a uno mismo, cuando ese es el precio, es un precio muy alto por pagar. 

Cabe subrayar que no se trata de ser conformistas, sino realistas. ¿Díganme que cuerpo aguanta vivir en neurosis, acelere y con una ansiedad galopante 16 horas al día, siete días a la semana? Ninguno, créanme, el cuerpo cobrará la factura. Las personas que viven obsesionadas por el control dejan de reconocer los límites y viven vomitando furia porque los demás no terminan de cumplir con sus expectativas. 

Estoy de acuerdo lo valioso que es tener aspiraciones en la vida y el “lado bueno” de los perfeccionistas es que quieren superarse. De hecho, lo contrario a los perfeccionistas, son las personas mediocres, es decir, que van ejecutando la vida con la ley del menor esfuerzo. 

Dicen que para tener lo que pocos tienen, hay que estar dispuestos a hacer lo que pocos hacen. Me gusta la frase, pero hay una línea muy delgada entre ser perseverantes y vivir en una dictadura autoimpuesta, donde se cree (equivocadamente) que no se cometerán errores. 

Considero que las personas que hacen las cosas muy bien y que dan buenos resultados, son personas que han logrado su excelencia a través de la prueba y el error, personas que han tenido la humildad de reconocer sus errores y aprender de ellos. 

Los perfeccionistas viven en la fantasía de creer que podrán ser buenos en todo y es tal su obsesión por pretender ser “impecables” que descomponen otras áreas de su vida con tal de demostrar que siempre hacen las cosas bien. Una persona inteligente aprende a delegar para optimizar los resultados. Los perfeccionistas, es decir, los controladores quieren hacer todo y como eso es imposible, ¡no encuentran la forma de estar en paz! Como ya lo mencioné, detrás de la perfección hay control y debajo del control hay desconfianza. Con esta ecuación es imposible estar en paz. 

Les confesaré algo. Durante muchos años fui un “perfeccionista empedernido”. Y les diré algo más triste, no se cura. Pero la buena noticia es que si se puede regular. Algo que me ayudó a disminuir mi compulsión al control, fue aprender a plantearme la siguiente pregunta:

• ¿Lo que está ocurriendo es algo que PUEDO cambiar o es algo que NECESITO aceptar?

¿Ves la gran revelación que hay en ese planteamiento? ¿Cuántas veces nos enojamos por cosas que no podemos cambiar, sino aceptar? Integrar esa pregunta a mi vida ha hecho que pueda bajarle dos rayitas a mi neurosis e hizo que dejara de atropellar a las personas exigiéndoles resultados que ni yo (ni nadie) puede dar. Así es que cuando estés que ni tú te aguantas por querer controlar todo y a los demás, hazte otra pregunta mágica:

• ¿Qué prefiero, ser feliz o tener la razón?

Espero que elijas ser feliz. Si se puede. Un día a la vez, un asunto a la vez. Nos leemos la próxima semana. #Anótele

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