¿Los celos pueden causar infidelidad?

Hace poco leí que los celos son parte del terreno del amor, pero no son necesariamente una manifestación de amor genuino. Explicación que mi hizo mucho sentido. Sin embargo, hay personas que, con o sin motivo celan de manera asfixiante. De hecho, clínicamente se le llama celopatía, pero yo prefiero desarrollar temas con un lenguaje más coloquial y «dicharachero».
Considero que, a nivel pareja, es primordial estar bien claros y ponerse de acuerdo para saber qué es ser infiel. Lo comento porque para muchas personas existe la infidelidad de “pensamiento”, cosa que para mí es absurdo. Estarás de acuerdo conmigo que hay un mar de diferencia entre pensar e imaginarte, que llevarlo a cabo y ejecutar toda la acción. Estoy convencido que todos los seres humanos tenemos el potencial para ser infieles. De hecho y, de acuerdo a estadísticas oficiales, el 50 por ciento de los adultos ha sido infiel por lo menos una vez en la vida. Sin embargo, de ese 50, el 85 lo niega. Como dice mi suegra: ¡Válgame, ahora resulta!
Pensarás igual que yo, que quien te va a pintar el cuerno, te lo va a pintar así le pongas un GPS en el huevo. No importa si lo espías, si tienes todas sus contraseñas, le pones tramas o lo que sea, quien quiere andar de canijo encontrará la manera. Pero hoy, la pregunta en el tintero es: ¿Si los celos causan infidelidad? La realidad es que lo celos, como tal, no son ningún motivo que provoque infidelidad. No obstante, los celos excesivos tienen efectos secundarios muy lamentables. Desdibujemos esto con ejemplos:
• Caso 1. Tu esposo tiene compañeras de trabajo. A fin de mes van al festejo del gerente de compras. Naturalmente tu marido te invita. Estando en el lugar tú notas que Sonia (la de compras) le avienta miradas de “te puedo dar calor” a tu esposo (independientemente de que sea real o sólo tu percepción). Salen de la fiesta y tú, le haces un «pancho» asegurándole que, si a esa le valió que tú estuvieras presente, no te quieres imaginar lo que pasa cuando están en la oficina.
• Caso 2. Tu esposa (o pareja) es bien portada y no anda de buscona, sin embargo, tú te pones celoso prácticamente de todo. Del celular, de los primos, de con quién platica y hasta de qué está pensando. Al principio de la relación ella pensaba: “Que lindo, me cela. Es que me quiere mucho.” 3 ó 10 años después lo celos son más agudos que se vuelve una piedra en el hígado.
En el caso 1 el efecto secundario es que tú le estás haciendo ver a tu pareja situaciones que posiblemente no se había dado cuenta y peor tantito, capaz que tus reclamos hacen que la interacción de él con esta persona cambie, dando espacio a situaciones que, si no lo hubieras comentado, tal vez nunca se hubieran dado. En el caso 2 la cosa cambia. Cuando “intenseas” con los celos, lo único que provocarás será que hartes a la persona, la fastidies de tal manera que eventualmente te pintará el cuerno para que ahora si tengas de qué reclamarle. Por otro lado, podrías saturarla tanto que ella podría decidir reventar la relación o, en el peor de los casos, podría aparecer alguien que “si la entienda” y le llene sus vacíos emocionales y para cuando menos te des cuenta, estará liada con otro.
En esta columna, mi intención no es justificar la infidelidad y mucho menos asegurar que si te engañan es por culpa de los celos. No me malentiendas. Todos somos responsables del compromiso que tienes en una relación. Pero eso de “perdóname mi amor, me equivoqué, fue un accidente”, no más no aplica. La infidelidad no es ningún accidente, es una decisión. Accidente sería que ibas caminando, una mujer desnuda frente a ti, te tropiezas y la penetras por accidente. ¿Eso puede pasar? Te lo juro que no. Así es que dejémonos de tonterías y atendamos el problema real. Si eres infiel compulsivo, necesitas ayuda profesional. Si eres celosa compulsiva, también necesitas asesoría. Te diré una cosa, quien necesita mucho drama afuera, es para distraer su drama interno. (Anótele) Así es que como decimos en Guadalajara: “Si no te cabe, no la repartas.” Cada quien a hacerse cargo de uno mismo y fortalecer la confianza en uno, no en el otro. Ya dije. Nos leemos pronto, ¡hasta la próxima!
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