Columnas > EL MENSAJE EN LA BOTELLA

Lo que es no saber

Siendo un mozalbete de unos quince años, mi madre me mandó un día de verano a casa de mi abuelita, a varias cuadras de distancia de la nuestra. Había ahí unas nopaleras, y mamá me pidió que le llevara algunos nopales para la comida. Llego, y empiezo a escoger los que iba a cortar. Había algunos que se veían de un color verde bajito, y yo pensé “se me hace que ésos todavía no están buenos”, así que busqué los que consideré apropiados: los más grandes, de un color verde ya tirando a café y con unas espinotas tremendas (“bien maduros” pensé yo). Cuando llegué a la casa, y orgulloso le entregué a mi madre “mi excelente selección”, casi me la avienta por la cabeza, diciéndome “¡éstos no se los comen ni las vacas!!”. Y todavía agregó: “¡Burro!” Mientras caminaba de regreso a casa de mi abuelita (ahora sí, por unos nopales “tiernitos”), bajo el candente sol de agosto, pensaba para mis adentros, agobiado, “Chihuahua, lo que es no saber”.

En otra ocasión, fui de campamento con los boy scouts. Llegamos, levantamos la casa de campaña, limpiamos el terreno, etc. Ya casi cuando terminamos, dice Arturo Villanueva “ahí hay unos taquitos de harina que me puso mi mamá, para el que quiera agarrar”. Siempre he sido “tragoncito”, y con toda la actividad que acabábamos de realizar, pues más hambre traía, así que sin pensarlo mucho le tomé la palabra a mi compañero y “le caí” a los de harina antes que todos. Unos deliciosos tacos de frijoles refritos; y como siempre digo, “si son de harina, ni me los calienten”. Cuando ya iba como en el cuarto o quinto taco, le digo a Arturo “oye, qué buena onda que tu mamá le pone limón a los frijoles, saben bien ricos”. Y me dice él, “¿limón? a ver, déjame probarlos”. Los prueba y me dice “¡nombre, ya ni la haces, estos frijoles están bien agrios!”. Mientras atendía (varias veces) el inevitable llamado de la naturaleza que vino como consecuencia, pensaba para mis adentros, compungido, “Chihuahua, lo que es no saber”.

Lo que es no saber

Muchas cosas indeseables nos pueden ocurrir por no saber algo o por no tenerlo presente, así que en esta ocasión, yo quisiera mencionarte algo que es importante que sepas, pero más que eso (porque muy probablemente ya lo sabías), es importante que siempre lo tengas presente. Ese algo es que “todos nuestros actos tienen consecuencias”.

En una ocasión, cuando mi hija Zaida tenía unos 4 años, estábamos platicando, no me acuerdo de qué, y me dice la niña “fueras ido tú, papi”, y la corrijo diciéndole “no se dice ‘fueras ido tú’ hijita, se dice ‘hubieras ido tú’”. Y me responde ella muy segura, “no, es que Chucho me dijo que el hubiera no existe”. Muy independientemente de su malentendido, la niña tenía mucha razón, el hubiera no existe. Cuando desatendemos las consecuencias de nuestros actos, podemos llegar a una situación que lamentemos y en la que digamos, “mejor hubiera hecho esto” o “no hubiera hecho esto”, pero ya lo dijo Zaidita…

A veces también es posible que sepamos que cierto acto puede tener una determinada consecuencia indeseable, pero aun así decidamos seguir adelante, pensando que probablemente esa consecuencia no ocurrirá. Yo le llamo a eso “jugar a la ruleta rusa con las decisiones”. Efectivamente, si le pones una bala a un revólver de 6 tiros, tienes un 83% de probabilidades de que no te toque la bala, pero creo que vale la pena pensar en lo que ocurrirá si gana el 17%.

En los 80’s se hizo famosa la película “La Chica de Rojo”, que tenía un slogan que me parecía estupendo: “Ten cuidado con lo que buscas, porque puede ser que lo encuentres”. A veces, como el personaje de la película, nos obsesionamos con algo y no paramos hasta conseguirlo, solo para descubrir que, junto con eso, venían ligadas consecuencias que no queríamos, pero que no pudimos evitar. La nota roja de los periódicos es un buen ejemplo de personas que no querían terminar retratadas en esa sección, pero lo que buscaron (y encontraron) las llevó a terminar ahí. Y así puede haber otros finales menos drásticos, pero igual de dolorosos.

Así que si ya lo sabes, no lo olvides, y si no lo sabías, date por enterado, y analiza siempre las posibles consecuencias de tus actos, para que nunca tengas que decir, ni agobiado ni compungido, “Chihuahua, lo que es no saber”.