Columnas > MONS. JUAN NICOLAU

El tiempo se nos va!

El tiempo es algo que no se ve pero se siente, ligero como el viento que se escapa y no podemos detenerlo.

Cuando algo oportuno ocurre se dice que fue justo a tiempo. Triunfador es quien logra el triunfo a tiempo, fracasado el que tuvo la desgracia de ser inoportuno y todo lo hizo fuera de tiempo.

El tiempo se nos va!

Los sabios le llaman “divino tesoro”, los santos lloran su perdida, y los insensatos desconocen su valor.

Desperdiciar el tiempo es delito grave, y no aprovecharlo es una falta irreparable. El tiempo no se compra ni se vende, no podemos alargarlo ni acortarlo.

Somos prisioneros de su marcha, pues nacemos, crecemos y morimos en el tiempo. Somos niños por un tiempo, jóvenes en otro, maduros, y algunos pocos, los viejos que alcanzan la plenitud a tiempo.

El reloj es nuestro verdugo, con su tic-tac, tic-tac, nos recuerda siempre lo fugaz y veloz de nuestro tiempo. En la infancia el tiempo corre lento, luego en la juventud, pareciera que corre desenfrenadamente y es muchas veces desperdiciado.

Y conforme pasa el tiempo, ¡que de prisa se va nuestra vida! Amar en plenitud es conocer el amor a tiempo. Ser madre, o padre, es engendrar a tiempo. Se llega a ser alguien cuando se empieza a trabajar a tiempo.

Y tú, ¿te has puesto a pensar que has hecho con tu tiempo? ¿Cómo lo has empleado? Esto debes meditarlo ahora, cuando aun estas a tiempo; no te vaya a pasar lo que aquel joven insensato que no hizo nada con su tiempo y temblando vio llegar la muerte, y no sintió miedo de morir, pues es algo natural que pasa en la vida, sino de no haber hecho nada con su tiempo.

El libro de su vida estaba en blanco, nada escrito, completamente vacío porque había dejado correr el tiempo. Lleno de angustia suplico por tan solo un minuto para poder hacer algo, pues no podía decir que había vivido si no había utilizado plenamente aunque fuera un minuto de su tiempo, y solo entonces podría morir. Inútil fue la suplica, la muerte siguió avanzando lentamente cubriéndolo de frio y diciéndole: lo siento, de veras lo siento, muchos otros me han pedido lo mismo; pero aun yo, con todo mi poder, no tengo el poder de detener el tiempo, y a ti se ha acabado.

Si en este momento llegara la muerte por ti, ¿tú qué harías?, ¿temblarías de miedo y suplicarías como ese joven?, o por el contrario te enfrentarías valientemente a ella diciéndole: “estoy listo, no te tengo miedo,

porque dentro de mis muchas fallas, algo hice de mi tiempo. Dejo muchas cosas por hacer, planes por realizar, pero no me importa, se que hice muchas cosas a tiempo”. Si es así, te felicito, pero si por el contrario sientes que no has aprovechado tu tiempo lo suficiente, piensa que aun lo tienes, que tu tiempo aun no termina y que mucho puedes hacer en unos minutos de tu tiempo.

Aprovecha el tiempo que tienes porque tal vez es lo último que te queda por vivir. Recuerda que humanamente eres polvo, tierra, humo, nada. Pero espiritualmente eres vida, y si crees en Jesucristo, esta vida es eterna.

¡Vive un día a vez!...Ignite the moment!…Y recuerda que Dios te ama y yo también. 

Mons. Juan Nicolau, Ph.D. STL. Pastor de la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.