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Todo trabajo merece respeto

Es tan normal para cada uno de nosotros el tener la protección de las leyes de trabajo, que nos olvidamos de aquellos que trabajan en el campo, en la construcción y en el servicio del hogar. Muchas de estas personas son todavía explotadas por no contar con papeles, aun cuando todos nos beneficiamos de su trabajo. 

La Alianza Nacional de Trabajadores Domésticos, en ingles National Domestic Workers Alliance, ha revelado lo que encontró un estudio nacional acerca de las injusticias que enfrentan las personas que trabajan dentro del hogar, ya sea como nanas, cocineras, o limpiando casas. El estudio reveló que la minoría son los trabajadores domésticos que firman un contrato en el cual se especifica su salario, sus beneficios y el ambiente de trabajo en el que se desarrollaran sus actividades. 

Todo trabajo merece respeto

La mayoría de las personas que trabajan en casas siguen siendo explotadas, ya sea porque no reciben un salario comparado al mínimo fijado por la ley, o porque se espera de ellos mucho más que las 8 horas diarias que manda la ley del trabajo, sobre todo si viven en la casa donde trabajan. Ya no hablemos de los descansos o cuando salen lastimados físicamente en el cumplimiento de sus deberes. 

No es moralmente correcto exigir a una persona que cuide de nuestro hogar, nuestros hijos, etc., y no reciba lo necesario para proveer por su propia familia. 

El trabajo doméstico está devaluado, no todos aprecian el tiempo y esfuerzo que involucra el tener limpia una casa. Muchas veces quien goza de riqueza y una vida acomodada nunca ha tenido que hacer tareas domésticas, por lo tanto, no saben el esfuerzo que hay que hacer para limpiar trastes, estufa y refrigerador, barrer y trapear pisos, levantar el polvo que se cuela en todas partes, lavar sábanas, toallas, manteles, tapetes, limpiar y desinfectar baños.  Pero basta con que esas actividades no se hagan en un par de días para que nuestra vivienda se convierta en un gran basurero.  

El trabajo doméstico debería tener salarios equivalentes y la protección de la que goza cualquier otro trabajo, y sobre todo debe contar con el respeto de aquellos que disfrutamos de las comodidades que nos proveen, pues hasta que no respetemos como sociedad a los que menos tienen y nos brindan la buena voluntad de su trabajo, no podemos llamarnos civilizados ni buenos cristianos. 

¡Vive un día a vez!...Ignite the moment!…Y recuerda que Dios te ama y yo también. 

Mons. Juan Nicolau, Ph.D. STL. Pastor de la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.