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La fea cara del racismo

Todavía no nos reponíamos de noticia de Gilroy, California, donde un joven armado dispara indiscriminadamente contra los asistentes al festival del ajo, cuando nos heló la sangre el tiroteo masivo en El Paso, Texas. Después, en menos de 24 horas, otro tiroteo en Dayton, Ohio, nos dejaba muy claro que no podemos estar tranquilos pensando que eso nunca nos va a pasar, pues todos estamos expuestos al odio de un ser desequilibrado mental con acceso a un arma.

En el caso del asesino de al menos 22 personas, de las cuales ocho eran nacionales mexicanos que se encontraban de compras en una tienda muy popular, no cabe la menor duda sus intenciones, pues deja salvado en su computadora un manifiesto racista, en el que deja claro su intención de matar al mayor número de mexicanos, alega que los inmigrantes, con o sin documentos de residencia, constituyen una invasión al nuestro país.

La fea cara del racismo

Queda claro en ese documento que además de racista, ese joven es un ignorante. A sus 22 años tiene el corazón infectado por odio y muy poca capacidad para razonar, e indagar la historia de nuestro país y la formación del estado de Texas.

La razón del porque El Paso tiene un 80 por ciento de población hispana, es muy sencilla, ellos han estado ahí por más de 5 o 7 generaciones, lo mismo pasa con el resto de los poblados en la frontera entre México y Estados Unidos, los pobladores originales de todo ese territorio eran exclusivamente hispanos, a parte de los nativos habitantes de esas tierras inhóspitas y despobladas que fueron exploradas y desarrolladas en comunidades prosperas por monjes y frailes acompañando a familias hispanas.

Los Estados Unidos, como país, se ha esforzado por evolucionar y dejar atrás los abusos que cometió la autoridad establecida en contra los integrantes de grupos minoritarios para que todos tuvieran acceso a las mismas oportunidades sin importar el color de la piel de los individuos. 

Hace más de cuarenta o cincuenta años, aquí mismo en nuestro Valle, se le quería prohibir a los jóvenes el hablar español en las escuelas. Esa mala semilla del racismo persiste, y si queremos erradicarla hay que dejar claro en qué consiste el racismo, que es mucho más que un prejuicio personal o el fanatismo por querer una sociedad de puros anglosajones arios, el racismo involucra directamente el uso del poder, mejor dicho, el mal uso del poder que ejerce una mayoría contra una minoría.

Los prejuicios raciales y el fanatismo llegan a convertirse en racismo cuando los individuos de un grupo adquieren el poder sistemático y lo usan para oprimir o subyugar a otro grupo de individuos. Lo cierto es que Estados Unidos es una nación de inmigrantes, y también es verdad que en nuestro país se han tenido siempre prejuicios contra los inmigrantes, ya fueran alemanes, polacos, italianos, españoles, asiáticos, y por supuesto mexicanos o latinos, en los diferentes momentos de su historia en los que se daba una inmigración masiva de dichos grupos hacia los Estados Unidos.

Sin embargo, quienes fueron objeto del racismo en su forma más cruel fueron los africanos que no inmigraron por voluntad propia, sino que fueron traídos como esclavos a estas tierras siglos atrás, y los nativos americanos, los grupos indígenas que habitaban este mismo continente antes de la llegada de los blancos.

Aun con el paso de muchas generaciones que ya habían conseguido su libertad, en el caso de los afroamericanos, y ganado poco a poco los mismos beneficios de cualquier otro ciudadano americano después de la guerra civil, en los estados del sur seguían sufriendo discriminación racial; aquí mismo en el Valle durante la década de los cincuenta se consideraba al mexicano aparte, se le negaba el servicio en ciertos establecimientos, se les llamaba “espaldas mojadas” y ¡hasta se les prohibía hablar español! 

Gracias a Dios los tiempos han cambiado, y depende de cada uno de nosotros el superar los prejuicios que hemos heredado de nuestros progenitores y romper los estereotipos que adjudicamos a un grupo minoritario dentro de la sociedad multicultural en la que vivimos ahora.

Entendamos que las personas que ve a otros como inferiores, sufre un complejo de inferioridad, se siente menos que sus semejantes, y cuando no se aceptan a sí mismos, no aceptan a nadie. 

Escribamos a nuestros representantes y congresistas para que controlen el fácil acceso a las armas de asalto por cualquier persona, sobre todo a quienes tienen trastornos mentales o han expresado posturas radicales que ponen en peligro nuestra sociedad.

Pongamos en oración a las 22 almas de quienes asesinaron en El Paso, las nueve acaecidas en Dayton y las 2 mil 291 que van desde los 26 inocentes asesinados masivamente en la escuela Sandy Hook, que brille para ellos la luz perpetua. ¡Vive un día a vez!...Ignite the moment!…Y recuerda que Dios te ama y yo también. 

Mons. Juan Nicolau, Ph.D. STL. Pastor de la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.