El lado ‘B’ de la personalidad ‘A’

Existen muchas teorías que tratan acerca de las personalidades, todas ellas muy válidas. No obstante, se escucha muy poco acerca de la personalidad “A” y la personalidad “B” y que sinceramente no es que se haya descubierto el hilo negro, simplemente es una manera de describir (de forma general) los dos tipos básicos de la personalidad. Déjame explicarte en mega síntesis cada una de ellas:
• Personalidad “A”: Toma decisiones, enfrenta dificultades, confronta retos y, sobre todo, resuelve problemas. En palabras sencillas, convertirse en La mujer maravilla o Superman cuando hay complicaciones.
[Personalidad “A”, de ¡A la madre!]
• Personalidad “B”: Es lo opuesto. Ante las complicaciones se deprimen, se frustran, se sienten impotentes e inseguros y por lo regular, sueltan la toalla y literalmente les da el síndrome de Shakira: “Ciega-sordo-muda.” [Personalidad “B”, de Bueno, ¿qué esperabas?]
Nadie nace con una personalidad definida, sin embargo, puede existir cierta tendencia o predisposición a desarrollarla. Cabe subrayar, que nadie es totalmente “A”, ni tampoco totalmente “B”. Todos tenemos un collage de ambas personalidades, pero el día de hoy nos enfocaremos a la personalidad “A” que, sinceramente, tiene un ángulo muy complejo y difícil de sobrellevar.
Las personas que son del tipo “A” tienen mayor enfoque, más impulso y confían mucho en su perseverancia. En la mayoría de los casos, son personas exitosas, con reconocimiento social o público. Es peculiar, pero la mayoría de las personas quisieran tener más características de “A”, no obstante, y a pesar de sus beneficios y recompensas, ser tipo “A” es vivir una vida con exceso de responsabilidad, prisas, estrés a la orden del día y, en muchos casos, una auto-exigencia impuesta por él o ella misma.
Definitivamente los de personalidad “A” se convierten en grandes líderes, enfocados a dar resultados, pero el precio que hay detrás en muy alto porque se convierten en personas sumamente ansiosas, perfeccionistas, controladoras, exigentes, intolerantes y demandantes. En consecuencia, se trastornan ellos mismos y naturalmente, a su entorno. (¡Está cañón!)
El punto, como en todo, es llegar al equilibrio y a un saludable balance. Cabe mencionar que ambas personalidades tienen aspectos muy buenos, pero lo “fellito” sale cuando hay situaciones difíciles.
• El tipo “A” Explota porque no puede perder el tiempo, no sabe lo que es posponer, no tolera la flojera, al no sentir que tienen el control, se impacientan… ¿Le sigo?
• El tipo “B” detona al tipo “A” porque ellos no se estresan, son un homenaje andante al atole (en las venas), no les preocupa en exceso perder, se pueden decepcionar, pero no se desmoronan ante el fracaso, no les urge nada… ¿Le sigo?
Si te identificas con la personalidad tipo “A”, estarás cuestionándote qué es lo que podrías hacer para relajarte un poco con la vida, o tal vez, podrías estarte haciendo la clásica pregunta: “¡Oh! ¿Y ahora quién podrá defenderme?” La respuesta es: SÓLO TÚ. No puedes controlar cómo los demás reaccionarán ante una situación. Te puedo decir con toda autoridad y humildad (porque soy del tipo “A”) que la cualidad que necesitas fortalecer con mucho empezó es la práctica de la PAZiencia, pero ojo, no en momentos difíciles sino en momentos cotidianos.
Te recomiendo que la practiques formándote en la fila más larga del súper, bajándote al banco en quincena, conduce detrás de un autobús donde no puedas ver qué pasa al frente, ve a un restaurante y deja tu celular en el auto, come despacio. Obviamente sentirás ansiedad de aquí a Júpiter, pero mientras haces todo esto la acción que necesitas recurrir es: RESPIRAR, RESPIRAR Y RESPIRAR y al mismo tiempo te darás cuenta que no pasa nada si te relajas o si no tienes control y dominio absoluto del mundo. Hazlo por ti y por tu entorno, porque es un martirio convivir con pernas que presentamos esas conductas. Créeme que podrás relajarte, así es que anótele y a fortalecer la PAZiencia. ¡Nos leemos pronto!




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