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‘Divorciémonos en paz’ ¿Con dolor o con ardor?

Algunas personas podrían creer que soy promotor del divorcio y no es así. Les puedo asegurar que uno de los procesos terapéuticos y de coaching más desgastantes son precisamente un divorcio. Ojalá el trámite fuera sólo firmar y ya, pero no es así, hay una serie de variables que van surgiendo en el camino (legal y emocional) descomponiendo todo porque durante el proceso se hieren muchas sensibilidades. 

Infinidad de veces les he dicho que uno sabe con quien se casa, pero nunca de quién te divorcias. Si somos objetivos por un momento, el que alguien te deje de amar podría ser razón suficiente para un divorcio, pero no lo vemos así; parte de mi trabajo es agotar posibilidades para descubrir si hay alguna “esperanza” para rescatar el matrimonio. Lamentablemente, muy pocas veces aparece. 

‘Divorciémonos en paz’ ¿Con dolor o con ardor?

Cuando alguien nos dice “ya no te amo, ya te di lo que tenía para darte, en verdad gracias por todo”, el mundo se nos viene encima y no podemos dimensionar la dosis de realidad que nos están dando. Obviamente la reacción natural será querer saber cuál es la razón (como si el “ya no te amo” no fuera suficiente) y como nos resulta una razón muy frágil, queremos saber detalles de su decisión y es ahí donde la marrana tuerce el rabo. “¿Qué te faltó? ¿Hay alguien más? ¿No fui suficiente? ¿Hice algo que te molestara?” Son sólo algunas de las preguntas con las que desesperadamente queremos fiscalizar a la otra persona y todo se comienza de descomponer. 

Les diré algo, en toda mi experiencia profesional, muy pocas veces me ha tocado ver un divorcio pacífico. Los casos menos tormentosos son cuando no hay hijos, ni bienes de por medio y cuando la causa principal es “incompatibilidad de caracteres.” La pregunta del millón es:

 “¿Cuándo un divorcio se vuelve un infierno?”

Un divorcio siempre será doloroso, pero es muy distinto cuando respondemos desde el dolor que cuando reaccionamos desde el ardor. ¿Por qué es que nos ardemos? Una persona ardida es una persona que encontró las razones que hay debajo del “ya no te amo” y que son la verdadera raíz. Por ejemplo, las mentiras, abusos, traiciones, verdades a medias o doble vida. Entonces es ahí donde supuestamente buscamos que se haga justicia cuando en realidad lo que buscamos es venganza. 

Y es obedeciendo a ese ardor, que da inicio una batalla campal donde los hijos son los rehenes, donde ya lo importante no es convencer a la otra persona que se queda, sino fregárnosla a como dé lugar, desprestigiando social y familiarmente, haciéndose pedazos en redes sociales. ¿Adivinen qué? A los únicos a los verdaderamente dañamos son a los hijos, porque la relación de pareja puede terminar, pero el vínculo que habrá como padres (los hijos), ese lazo, siempre estará ahí. 

 ¿A caso nuestro ego es tan grande que no nos permite aceptar un “ya no te amo”?

Me voy a atrever a hacer una recomendación bastante delicada y poco común. Si estás en proceso de divorcio y la razón principal es porque “ya no te aman,” acéptala. No digo que tengas que estar de acuerdo, ni que lo digieras en 24 horas, pero no le busques tres pies al gato. Suponiendo que tu pareja tiene otra relación o que simplemente ya no se visualiza a futuro contigo, déjala ir, suelta. No por ti, por tus hijos si los tienes. Evita que entre el ardor a tu mente. La única diferencia entre “tengo un amante” y “ya no te amo,” es la traición, pero el resultado es el mismo, te dejaron de amar. Punto. 

En una relación de pareja, la responsabilidad siempre es compartida, diferente porcentaje, pero compartida. Entre más averigües, más te envenenarás y peor será el proceso. Además, te diré algo, para que termines de descomponerte: “La razón que buscas ya la sabes, tu corazón y alma saben la verdad.” Y si tú eres la persona que está pidiendo el divorcio, asegúrate de ser honorable y retírate “sin enjuagues,” es decir, sin doble vida, ni mentiras. Que tu bandera sea la ausencia de amor y dejar de amar a alguien, discúlpenme, no es ningún crimen, ni delito. Recuerda que lo que trastorna a los hijos, no es el divorcio, sino la forma en cómo nos divorciamos. Los adultos somos nosotros y necesitamos gobernarnos. Busca orientación profesional y pase lo que pase, defiende tu dignidad, que esa se quedará contigo. #Anótele

Nos leemos la próxima semana. Si quieres compartirme tu caso, escríbeme a: info@coachgerardomoreno.com

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