‘¿Cuál es el cimiento de la confianza en una relación?’

En una de las últimas columnas del año pasado desdibujé los tipos de confianza que puede haber en una relación de pareja y me quedé con una idea en el tintero y que hoy quisiera compartir con ustedes. Comienzo con una pregunta: ¿Quién es la persona en la que más confías? (Y la pregunta aplica en todos los sentidos. La respuesta podría ser tu pareja, algún familiar o algún amigo.)
Estarás de acuerdo conmigo que todos tenemos un concepto muy personal de lo que es la confianza. De hecho, no hay concepto bueno o malo, correcto o incorrecto. Cada concepto está basado en los valores individuales y en la historia personal de cada uno de nosotros.
El tema de la confianza puede tener muchas variantes, sin embargo, uno de los fundamentos es que la confianza nace de la creencia o idea de que alguien va a actuar de la forma en que esperamos que actúe; pero también la confianza es una apuesta y una decisión personal que nos ayuda a convivir relativamente en paz y no estar con el Jesús en la boca todo el tiempo, creyendo que todo mundo nos va a traicionar. Esta decisión nace de la necesidad de tener ciertas “certezas” de que sucederá lo que esperamos, aunque en realidad, no tenemos acceso a la voluntad de ninguna persona.
¿Por qué se rompe la confianza? Cuando una persona se comporta de una forma diferente a lo pactado. Sin importar si ese cambio de comportamiento es por su propio bien. Naturalmente, si eso sucede terminamos etiquetando a esa persona como traicionera o egoísta.
Creer en la confianza ciega y absoluta puede ser muy peligroso, porque los seres humanos somos cambiantes y muchas veces terminamos enchiladísimos y frustrados porque la otra persona no hizo lo que queríamos o esperábamos. No obstante, existe un buen termómetro para medir la confianza en cualquier tipo de relación y ese elemento se llama miedo.
¿Qué tiene que ver el miedo con la confianza? Muy simple. El miedo es una de las emociones más primitivas que tenemos y es la única emoción que compartimos con los animales, aunque reaccionamos ante él de forma distinta. Entendamos «miedo» en términos de estar asustados. Uno de los fundamentos que quisiéramos conocer de las personas en la que queremos confiar es saber cómo reaccionaría ante una situación de riesgo, amenaza o de emergencia. Porque muchas personas te podrían decir que siempre estarán contigo y cuando los necesitas simplemente desaparecen.
Observa como las relaciones se pueden fortalecer en los momentos de desafío y pedida. ¿Qué es lo que esperamos de las personas que amamos cuando estamos que nos lleva la fregada? Esperamos apoyo, soporte y de alguna manera consuelo o refugio. Es devastador cuando atraviesas por situaciones difíciles que la gente en que confías huye, se quede en silencio, paralizada o peor aún, que se ponga agresiva y se enoje contigo.
Como te darás cuenta, en esta columna no estoy hablando de confianza en términos de fidelidad, sino en términos de apoyo. Puedes tener a la persona más fiel a tu lado (lo cual se agradece), pero de poco sirve la fidelidad cuando estás en aprietos y en situaciones de “vida o muerte.” Confiar en alguien es confiar en sus procederes, en su criterio, en sus conductas y en sus decisiones ante situaciones difíciles. Simplemente plantéate esta pregunta: ¿En quién pondrías tu vida? (Sé que es fuertísima la pregunta, pero vale la pena responderla.) Te puedo asegurar que la persona que elijas es una persona íntegra, inteligente, eficiente, que no se deja, que resuelve y que es proactiva. Este es el cimiento de una relación. Por supuesto, que la comunicación y el respeto son importantes, pero no la base de la confianza. Así es que te dejo tarea para que elijas a la persona en la que pondrías tu vida, porque podrías necesitarla. Nos leemos pronto. #Anótele
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