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Comorbilidades

Una de las figuras más socorridas en la literatura, es la del árbol que no deja ver el bosque. Así viene aconteciendo en estos momentos en que la pandemia del Covid-19 tiene ocupados y acaparados todos los esfuerzos del sector salud y de una parte importante de la administración pública, con el agravante de que no ha faltado quien quiera lucrar política y económicamente con este flagelo, llevando agua a su molino. El Coronavirus es la punta del témpano que permanece oculto bajo el agua en asuntos de salud.

Comorbilidad es el término que se está usando para explicar por qué hay tantos fallecimientos por el virus que ataca el sistema respiratorio. Se explica que el paciente puede salir airoso de la batalla contra el germen patógeno si su estado de salud previo era bueno y su organismo cuenta con los elementos propios para aislarlo y atacarlo; pero que, las complicaciones con otros padecimientos, generalmente de los llamados crónicos, disminuye las posibilidades de salir adelante. La crisis no es de Covid, sino de salud pública.

Comorbilidades

La revista médica The Lancet, acaba de publicar su opúsculo Cinco Ideas del Estudio sobre la Carga Mundial de Enfermedades 2019, en el que convoca a las autoridades sanitarias de todos los países a tomar medidas urgentes para evitar la 'tormenta perfecta que se ha estado fraguando durante las últimas tres décadas'. Asegura que la epidemia que enfrenta la humanidad y que hoy se une al Coronavirus es la de las enfermedades no transmisibles, con especial mención al sobrepeso y la obesidad, que conllevan a aumentos en la presión arterial y en los niveles de azúcar en sangre. Las estadísticas son alarmantes.

Curiosamente, el estudio enumera cuáles son las enfermedades crónicas que más han aumentado en las últimas décadas: la hipertensión, la hiperglucemia, el aumento del índice de masa corporal, la hipercolesterolemia y las enfermedades cardiovasculares, en el entendido de que la mayoría de esos padecimientos son evitables y/o tratables. Bastaría con cambiar los hábitos poco saludables, en especial la calidad de la dieta, la ingesta calórica y la actividad física. De ahí la importancia de la educación.

Algunos estudios previos han señalado la posibilidad de que las expectativas de vida del hombre de este tiempo se hayan estancado o, francamente, disminuyan, luego de un largo periodo en que crecieron de manera notable. A principios del siglo XX, el promedio de vida de las personas era de 50-65; pero, gracias a las reformas y la generalización de la sanidad e higiene en la sociedad en general, se tiene que actualmente oscila entre los 70 y 72, dependiendo del lugar de residencia. Se nota correspondencia entre las acciones de los gobiernos y los gobernados para la salud y la incidencia de los padecimientos.

La revista enumera los diez principales factores responsables de la pérdida de salud a nivel global desde hace 30 años. Los que afectan principalmente a adultos mayores son la cardiopatía isquémica (con un aumento del 50 %), la diabetes (del 148 %), los accidentes cerebrovasculares (32 %), la enfermedad renal crónica (93 %), el cáncer de pulmón (69 %) y la sordera parcial relacionada con la edad (83 %). Otros cuatro son frecuentes desde la adolescencia: el VIH/sida (128 %), los trastornos musculoesqueléticos (129 %), el dolor lumbar (47 %) y los trastornos depresivos (61 %). Por alguna razón ignota, deja fuera de la lista al cáncer de mama, la principal causa de muerte entre las mujeres.

Al respecto, la doctora Betsabé Hernández, coordinadora médica de la Fundación del Cáncer de Mama A.C. (Fucam), explica que: "la incidencia para esta enfermedad en México es particularmente alta: una de cada ocho mujeres está en riesgo de padecerla, debido principalmente a un estilo de vida sedentario y occidentalizado, aunado a una dieta poco balanceada. ¿A qué se refiere con occidentalizado? A una rutina rica en estrés y pobre en descanso o esparcimiento, con poco espacio para el cuidado de la salud, proclividad a retrasar la maternidad por falta de recursos o falta de interés, y tendencia a desempeñar dobles y triples jornadas de trabajo entre las labores remuneradas y las domésticas". Palabras duras. 

En estos momentos, la contingencia es el Covid-19 y lo poco que se sabe acerca de los efectos sobre la salud de las personas; pero, el planeta no puede seguir funcionando de la misma manera que hasta ahora. Las políticas públicas tendrán que reorientarse para recuperar el sentido humano de la vida, nublado por las modas y los modos creados para afectar el equilibrio entre los que tienen en exceso y los que de todo carecen. Apostar por la salud de las personas y del planeta mismo, es apostar por un futuro feliz.

Las causas de los padecimientos que se han venido señalando, son varias y diversas; pero, todas tienen que ver con la dieta, el sedentarismo y el estilo de vida actual. El poder de las empresas de alimentos ultraprocesados, generalmente con exceso de azúcares, grasas y almidones, ha logrado que la comida chatarra sea la opción más fácil para cumplir con la demanda de aportes nutricionales para mantener al organismo en óptimas condiciones de funcionamiento; sin embargo, es el resultado final es adverso. 

La educación para la salud sería un buen principio para contrarrestar los efectos adictivos de los medios hertzianos, que inducen al consumo de productos nocivos; pero, no basta. Se requiere de una batida con recursos multidisciplinarios, que logre crear una consciencia suficientemente fuerte y clara, acerca de la alimentación, el ejercicio físico y el estrés. Cuidar la salud propia, la de los demás y la del planeta, es la meta que debe lograrse para cerrar las puertas a lo que ya se denominó tormenta perfecta en la salud.

La puerta de salida es alcanzable. Las ENT se pueden prevenir en una proporción bastante alta. Por lo menos el 80% de casos prematuros de enfermedad cardíaca y diabetes y 40% de casos de cáncer pueden ser prevenidos a través de una dieta saludable, actividad física regular y evitar el consumo de tabaco. La evidencia actual provee una base plausible y suficientemente sólida de que las personas pueden permanecer sanas hasta la octava o incluso, la novena década si siguen una dieta óptima, realizan suficiente actividad física y se abstienen de fumar. Además, existen intervenciones que pueden ser altamente costo-efectivas, particularmente importantes en escenarios con pocos recursos.

La pandemia del Covid-19 podrá controlarse el año que viene; pero, la otra, la más grave, no. Cuando menos no si se siguen los mismos patrones de consumo alimentario y vida sedentaria; si se sigue metiendo la cabeza en un hoyo para no ver la realidad.