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Ayuno y abstinencia

Con el inicio de la cuaresma. El tiempo ordinario de la iglesia termina y comienzaron los cuarenta días de preparación antes de conmemorar el calvario, muerte y resurrección de Jesús. La cuaresma es un tiempo de verdadero cambio y renovación, para restablecer diálogos rotos con nuestros semejantes, y sobre todo, con Dios. Y esto no se lleva a cabo mágicamente con la imposición de una mancha de ceniza en la frente, sino con la decisión de prestar oídos atentos a la palabra de Dios en estos cuarenta días, en intensa oración y ayuno. Una de las formas que tenemos de reconocer a Dios como nuestro verdadero sustento es mediante la práctica del ayuno, para todo católico entre 17 y 59 años de edad esta práctica es obligatoria cada uno de los viernes de cuaresma, además del miércoles de ceniza y la semana mayor. Una persona que ayuna puede tener una comida completa al día y dos pequeñas raciones de alimento que le permitan continuar sus actividades diarias. El abstenerse de carne de res, pollo, puerco, y cordero es lo más común, pero cada individuo puede abstenerse además de aquello que más le causa tentación, como una forma de penitencia para abandonar los malos pasos y empezar a seguir los pasos de Jesús. Si estamos atrapados por el demonio del alcohol o el cigarro, una verdadera penitencia seria el no tomar o dejar de fumar, una tarea que no es nada fácil, que requiere de un verdadero sacrificio, pero que sin duda podríamos lograr si nos lo proponemos. Practicar la oración, la caridad y el ayuno nos ayudaran a lograr una verdadera conversión durante esta cuaresma. Todos necesitamos reflexionar sobre nuestros actos y tomar la decisión de cambiar para bien. Si deseamos un cambio en nuestra vida para bien, este miércoles de ceniza es un buen momento para iniciar, al aceptar que no somos nada, que del polvo venimos y en polvo nos convertiremos, podemos con humildad reconocer nuestras fallas y comenzar a enmendarlas. Como parte de la cuaresma muchos se abstienen de comer postres, tomar soda, chocolates, etc. como una penitencia autoimpuesta y eso no está mal, pero sería mucho mejor si nos abstuviéramos de criticar a nuestros semejantes, si aprendiéramos a callar cuando no tengamos nada bueno que decir nos evitara el propiciar la calumnia contra un semejante, el dejar de opinar sobre la vida de los demás es una forma de cumplir uno de los mandamientos: “Amar a tu prójimo como a ti mismo”. El acto de ir a imponernos la ceniza expresa que no queremos vivir de espaldas a Dios, que deseamos y estamos dispuestos a cambiar nuestro modo de vivir. 

…Y recuerda que Dios te ama y yo también.

Ayuno y abstinencia

Mons. Juan Nicolau, Ph.D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero Profesional con licencias.