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Día de la Candelaria

Dentro de las fiestas y tradiciones que celebramos como católicos está la presentación del niño Jesús en el templo, después de la purificación de María, su madre, es una de las más importantes, pues ahí El es reconocido como la luz del mundo. 

Siendo Jesús un bebé, su madre María cumpliendo la tradición judía de circuncidar a los varones, lleva a su hijo al templo, ahí los ancianos Simón y Ana reconocen que ese pequeño es el Mesías que han esperado tanto. 

Día de la Candelaria

La luz de la velas, o candelas, que todos portamos en la misa del día 2 de febrero, que son bendecidas, son el símbolo de la luz de Jesús, esa luz fue suficiente para cegar a Saulo, y dejarle claro que Jesús no era el líder de un grupo de fanáticos que atentaban contra los principios de la religión judía, y cuando el literalmente abrió los ojos y se convirtió en el evangelista Pablo, en cada una de sus cartas a los diferentes pueblos en los que instituyo comunidades cristiana, les deja claro que la luz de Cristo es la luz del mundo, no solo del pueblo elegido, sino de todo aquel que cree y se bautiza en nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

Hoy es un día en el que podemos tener un re-encuentro con Jesús, ver con claridad las cosas que hacemos y como somos en nuestro interior.  Hay que estar conscientes que el verdadero ser no será perfecto, nada lo es, tendrá sus virtudes y sus defectos, y que nos guste o no debemos aceptarlo tal cual es para poder vivir en paz con nosotros mismos, sin embargo teniendo un conocimiento de nuestras debilidades podremos enmendar nuestro camino, pues cuando una persona vive de acuerdo al concepto que tiene de sí mismo se siente satisfecho con su vida, pues no tiene nada que reprocharse, lo que le brinda un bienestar mental, una paz consigo mismo que le permite seguir la conducta recta para la que estamos destinados.  

Si tú te reconoces como una persona curiosa de la vida de los demás, que le gusta saber todo de todos, para luego criticarlos, aprende a callarte, pues en la crítica hacia los demás casi siempre se esconde la amargura de los propios fracasos. Evita el hablar de tus semejantes, pues de la misma forma que tratas su nombre te expones a ser tratado. El conocimiento de uno mismo, de nuestras habilidades y también debilidades, nos hace sentir más seguros de nuestras decisiones, nos permite hacer lo correcto, ver las cosas claras y seguir el camino que Jesús nos ha trazado. 

…Y recuerda que Dios te ama y yo también.

Msgr. Juan Nicolau, Ph.D.STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es terapeuta familiar y consejero profesional con licencias.