¡Auxilio! ¿Cómo le echo ganas a mi relación?

Por lo regular recibo pacientes en mi consultorio que están atravesando por crisis matrimoniales o andan con dramas en el noviazgo. Al escuchar las historias descubro que una constante en la mayoría de los casos. Cuando les pregunto por qué situación están atravesando o cómo puedo ayudarlos, comienzan a describir con lujo de detalle todo lo que la pareja les hace, por ejemplo:
• Bebe alcohol en exceso
• Me ignora
• Me ofende
• Me humilla
• Me pone el cuerno
• No me valora
• Hay episodios de violencia
• Hace “escenitas y panchos” en lugares públicos, etc.
Después de escuchar con atención, les pregunto: “¿Y tú, en todo esto que les está pasando, cuál consideras que sea tu responsabilidad?” (En otras palabras, dime qué es lo que haces tú o cómo reaccionas cuando sucede todo esto) Después de un breve silencio, me contestan: “No sé. Yo siempre trato de echarle ganas y no veo que avancemos”. Evidentemente noto la resistencia a aceptar la parte que le corresponde y es algo completamente natural. Casi todos preferimos echarle la culpa al de enfrente antes que hacerse uno responsable de la parte que nos toca.
La siguiente pregunta es: “¿Qué es aquello tan valioso y espectacular que tiene tu pareja y por esa razón permites tanto abuso?” Se vuelven a quedar en silencio. Acto seguido, les digo: “Lo que te estoy pidiendo es que me compartas las virtudes de tu pareja que la hacen tan especial para ti, al grado de aceptar estos maltratos”. A la mayoría de las personas les incomodan las preguntas que los confrontan. Incluso, hubo una paciente que me dijo:
“Yo no estoy aquí para hablar de las virtudes de mi pareja. Estoy aquí para que me digas cómo cambiarlo”.
Leíste bien y, precisamente ese es el meollo del asunto. Muchas personas acuden a ayuda profesional para que el especialista les diga cómo pueden cambiar a su pareja o simplemente buscan que les den la razón de la perversidad e ingratitud de su pareja. ¿Pero adivina qué? Al final, el resultado no cambia.
Hace poco me preguntaron: “Gerardo, ¿Cómo se puede elegir bien a una pareja?” Les respondí:
• Primero que nada, necesitas conocerte bien a ti mismo.
• Tener muy claro que es aquello que estás dispuesto a negociar y qué no.
• Hacer un muy buen «casting»
• Tener la claridad que no hay garantías de nada.
Como te podrás dar cuenta en el párrafo anterior, tener una buena pareja no es cuestión de suerte, sino de conciencia y de auto conocimiento. Hasta la fecha no comprendo el consejo que le dan a las parejas en crisis de “¡Échenle ganas!” ¿Cómo es eso? Acaso significa contar uno, dos, tres y echarnos porras. No señor, no es así. La comunicación, el respeto o la confianza no son aspectos a los que se les “echan ganas”, ni son actitudes que necesiten sacrificio. Si no se dan de forma natural, te lo juro, no hay manera de crearlas de forma artificial.
Deja de voltear a ver cómo cambias a tu pareja, mejor regresa la mirada a ti y descubre que es aquello que puedes cambiar y que es aquello que necesitas aceptar. Recuerda que no tienes acceso a la voluntad de tu pareja, pero si tienes acceso a tu propia voluntad y decisión de quedarte o marcharte. Ten presente que no se trata de encontrar al culpable o quién es el villano, sino reconocer si la relación te suma o te resta paz. Así de simple. ¡Zas! Nos leemos pronto. Anótele.
Sígueme en Facebook, encuéntrame: Gerardo Moreno (Coach de Vida)




DEJA TU COMENTARIO