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Sí, tus hijos ven porno (y así les afecta)

A falta de formación específica, los contenidos de sexo que inundan Internet se han convertido en la educación sexual del siglo XXI y en una fuente de confusión para los adolescentes en sus primeras relaciones adultas

La pornografía es un invento que suma cuatro siglos. Su industria prosperó en los años 70. Desde entonces, generaciones de hombres (y en menor medida mujeres) se las han ingeniado para saciar su curiosidad con un informal pero eficiente sistema de compraventa y préstamo de revistas, cintas de VHS o incluso DVD. La novedad en el siglo XXI, es que ya ni siquiera resulta necesario recurrir al ingenio: disponemos de porno ilimitado y gratuito en la palma de nuestro smartphone.

Sí, tus hijos ven porno (y así les afecta)

Las estadísticas señalan que la edad de inicio de consumo de contenidos para adultos ha descendido y ahora se sitúa en torno a los nueve o diez años. Y no es casualidad que esa sea precisamente la época en la que llega la comunión y los padres acceden a comprar el primer celular, el regalo más deseado: a los diez años, el 26.25% de los menores disponen de smartphone; a los 12, un 75.1%; a los 14, un 91.2%, según datos del INE. Y ese aparato del que no se separan nunca es su tesoro: un territorio vedado a sus progenitores donde están suscritos a Facebook, WhatsApp, Instagram, YouTube y por supuesto, también acceden a videos de sexo explícito.

“El run rún sobre el tema empieza al final de la primaria, pero no se puede generalizar. Yo doy clases en quinto y sexto (nueve a 11 años) y depende del grupo. Tuve uno que por cómo se expresaban y las cosas de las que hablaban, veían porno fijo, pero el grupo del año pasado fue intermedio. Algunos alumnos claramente sí lo veían, pero la mayoría no. Y este año mis alumnos son auténticos bebés”, asegura un profesor de primaria entrevistado que prefirió el anonimato.

¿EL PORNO ES LA EDUCACIÓN SEXUAL DEL SIGLO XXI?

Esta es una idea aceptada por expertos de todo el mundo. Pero fue un accidente. La industria tan sólo perseguía más y más espectadores. ¿Afán pedagógico? Ninguno. Pero que los videos que inundan la red se interpretan como valiosos manuales de instrucciones, es un hecho que se constata diariamente.

“A mi antes no me preocupaba el porno. Pero de cinco años para acá, detecto que no se ve como una ficción, sino como una realidad. Nunca ha habido tanta facilidad de acceso a contenido adulto, pero sigue sin haber una educación que proporcione sentido crítico. Hay muchas primeras veces que salen mal, entre otras cosas por las expectativas generadas por la pornografía. Se están llevando muchos chascos”, afirma el profesor.

PORNONATIVOS

Este término fue acuñado por Analía Iglesias y Martha Zein en el libro “Lo que esconde el agujero. El porno en tiempos obscenos” (Catarata) para denominar a los millennials nacidos en los 80 que crecieron al mismo tiempo que Internet. Y sus hijos, los neopornonativos, que han jugueteado con tabletas y smartphones desde bebés, representan la -segunda generación.

No recuerdan su vida sin el celular. El porno ha distorsionado su visión del sexo y el inseparable teléfono está redefiniendo todo aquello que sucede antes de llegar a él: su forma de entender la seducción, la intimidad, las relaciones.

Cada vez vemos más casos de parejas que intercambian las contraseñas de sus celulares y redes sociales como prueba de amor y se aceptan mecanismos de control propios de relaciones tóxicas. Han resurgido mitos del amor romántico mal entendido que creíamos superados.

En cambio, si hablamos de sexting, es decir, el envío de mensajes y fotos subidos de tono, la respuesta es mayoritariamente afirmativa al menos en los grupos de primer año de preparatoria. Chicos y chicas hablan con total naturalidad y desinhibición de una práctica que reconocen como normal. 

‘EN CASA NO SE HABLA DE SEXO’

Padres desorientados estallan en carcajadas al recordar la vergüenza que han pasado cuando sus hijos les han preguntado sobre sexo o cuando han tenido que apresurarse a buscar en Internet de qué les estaban hablando para poder medio dar una explicación.

Hay padres y madres que no recibieron ningún tipo de educación sexual. Forman parte de las generaciones y generaciones que vienen del: “en casa no se habla de sexo” y cada uno hacía lo que más o menos podía. Una filosofía que, por cierto, sigue vigente.

Ahora respiran aliviados porque sus hijos sí reciben clases y ellos mismos periódicamente se documentan en Internet para formarse. Es la única manera de desempeñar su papel también en el ámbito de la educación sexual. De evitar que la historia se repita.

EL TIEMPO QUE LOS HIJOS PASAN NAVEGANDO

Padres de adolescentes y preadolescentes se preocupan enormemente por el tiempo que sus hijos pasan (o quieren pasar) pegados a la pantalla, desconocer qué hacen exactamente en Internet y los contenidos inapropiados a los que puedan acceder.

“A mi ni se me ha pasado por la imaginación que mi hijo de 17 años vea porno, pero no me preocupa excesivamente. Pero a partir de ahora pienso que tengo que ir dándole margen. Quiero que tenga la confianza de venir a mi y preguntarme lo que necesite. Es lo único que puedo hacer: trabajar nuestra relación para que acuda a mi en caso de duda”, agrega el profesor.

AÚN HAY MUCHO POR HACER

Es importante proporcionar instrucciones a padres e hijos para que hagan un uso seguro y responsable de la red.

Por fin estamos empezando a entender que no podemos dejar a los denominados nativos digitales solos ante smartphones, tabletas u ordenadores. Está claro que saben utilizarlos, pero otra cosa es que lo hagan de forma correcta.

La tecnología avanza muy rápidamente y nos hemos subido al carro sin pararnos a pensar, pero ha llegado la hora de la reflexión.

Existen diferentes líneas de ayuda para menores, padres y profesores con voluntarios que recorren las escuelas ofreciendo charlas para el buen uso del celular que padres e hijos deben considerar. Tres de cada diez consultas proceden de progenitores preocupados porque no saben cómo poner límites entre sus hijos y la tecnología convirtiéndose en situaciones verdaderamente descontroladas.

¿CUÁNDO DEBE EMPEZAR LA EDUCACIÓN SEXUAL?

Desde el principio. Exactamente ahí donde se inicia la educación sobre todo lo demás, coincide el experto consultado. Desde luego, en ningún caso se debe esperar a la adolescencia. Para entonces ya tendrán la lección aprendida (en muchos casos salpicada de malentendidos, pero aprendida) y será demasiado tarde.

LA EDUCACIÓN SEXUAL EMPODERA A LOS NIÑOS Y NIÑAS

La formación, siempre adaptada a cada edad, sirve no sólo para prevenir que los niños y niñas sean víctimas de abusos sexuales, sino también para que cuando crezcan, entablen relaciones más positivas, sanas e igualitarias”, precisa Carmela del Moral, analista jurídica de los derechos de la infancia de la ONG Save The Children.

En cualquier caso, debería quedarnos claro que los menores van a tener educación sexual. Depende de nosotros que sea buena o mala. Es hora de que clase política y sociedad en general, se tomen en serio la educación sexual de una vez por todas. El sexo es lo que somos desde que nacemos hasta que morimos. Hay pocas cosas más importantes.

Cuando una sociedad tiene bien integrado todo lo que tiene que ver con la sexualidad, disfruta de un enorme bienestar social. Son sociedades menos violentas y que se respetan mucho más. Y aquí no tenemos más que echar un vistazo a nuestro alrededor para darnos cuenta si estamos fallando en este sentido o no.




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