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Los monopolios han arruinado Internet

Jaron Lanier, analista del mundo digital, asegura que las redes sociales usan técnicas conductistas de adicción para favorecer a sus clientes

“Bienvenido a la jaula que te acompaña donde quiera que vayas”. El último libro de Jaron Lanier no se anda con rodeos y esa es su primera frase.

Jaron Lanier, experto en el mundo digital.Los monopolios han arruinado Internet

Su nuevo libro tiene título de artículo viral: “10 razones para borrar tus redes sociales de inmediato”. Quedamos con él en un conocido restaurante judío al lado de la Universidad de Berkeley. Entre un bagel tostado y una ensalada de pescado, despliega su elocuencia contra los señores de las redes.

En el libro dice que borremos nuestras redes sociales, pero al mismo tiempo que aprendamos a usar bien Internet. ¿Qué hacemos?

“Yo todavía soy un verdadero creyente en Internet, pero unas pocas compañías monopolísticas han tomado el control de Internet y lo han arruinado. Nunca he tenido una cuenta en una red social, ni Facebook, ni Twitter, ni nada. Nunca. ¿Cómo lo hago? Porque estos servicios realmente no añaden nada a los que Internet te da. Usando las capacidades normales de Internet, como hacer una página web o mandar un email, no necesitas estas compañías. La gente ha llegado a la conclusión de que las necesita, pero no es verdad. A lo que me opongo es a ese control por parte de monopolios gigantes en el que cualquier conexión entre personas sólo se puede financiar si hay una tercera persona que quiere manipular a esas dos personas. Creo que eso es la receta para la locura y la negatividad. Y ha calado tanto que quizá no sobrevivamos. Internet en sí mismo sigue siendo genial”.

¿Pero qué explica el éxito  masivo de Facebook?

“No creo que Facebook añada ninguna utilidad. Lo que hizo fue integrar técnicas conductistas para crear adicción. Es muy similar a la expansión de los cigarrillos. Es un uso deliberado de métodos conductistas. Esto no lo digo yo, sino algunos de los fundadores de Facebook como Sean Parker. La razón de que lo use tanta gente no es que añada ninguna utilidad, lo que añade son técnicas de adicción. Esa diferencia es extremadamente importante.

¿Hay alguna forma de hacer bien estas redes sociales?

“Sí. Lo que requiere son dos pasos. Uno de ellos es reformar el modelo económico. Cambiar las redes sociales de forma que el verdadero cliente sea el usuario, en vez de esa misteriosa tercera persona que está intentando manipular al usuario. Eso quitaría el incentivo perverso que amplifica toda la locura, la paranoia, la tensión y la negatividad. Y lo otro que tenemos que hacer es reforzar instituciones intermedias. Esto es más sutil. Cuando Facebook empezó tenía un lema que era ‘muévete rápido y rompe cosas’. Concretamente, lo que se rompió fue las organizaciones intermediarias, como los periódicos. Fueron debilitadas. Y el caso es que estas organizaciones proveían un recurso que era absolutamente necesario”.

Resulta paradójico. Parece que el viejo mundo, en el que se criticaba a los grandes medios por controlar el discurso, en realidad era más sano que el nuevo mundo.

“Lo que ocurre es que en el intento de hacerlo todo muy abierto lo que hemos creado son híper monopolios que se han vuelto controladores y autoritarios. Intentamos hacerlo más abierto y fallamos. Intentando hacer el mundo mejor, lo hicimos peor. Eso es lo que pasó”.

¿Hay una rebelión o este discurso  es sólo para intelectuales y élites?

“Es difícil de medir. Yo también creo que la gente empieza a darse cuenta. Una cosa increíble fue que cuando Twitter y Facebook purgaron las cuentas falsas, creadas sobre todo por actores malignos rusos, sus acciones bajaron como un 20%. Algo está muy mal en una estructura de incentivos en la que te penalizan por ser honesto y te premian por ser deshonesto. Hay una generación de ingenieros jóvenes en el mundo tecnológico que sienten asco y vergüenza y quieren cambiarlo”.

Los niños que están creciendo con ello, ¿tendrán más poder para controlarlo?

“Desgraciadamente no. Un individuo por si mismo puede hacer muy poco. Necesitamos organizarnos como sociedad. Déjeme ser muy claro. Tenemos un problema de adicción masiva. Es muy parecido a lo que pasó con los cigarrillos o cuando la gente conducía borracha. En los dos casos había grandes intereses corporativos en esa adicción masiva. Pero de alguna forma pudimos tener una conversación como sociedad y nos dimos cuenta de que era muy estúpido y lo cambiamos. De la misma forma, aquí necesitamos tener una conversación como sociedad para cambiar. Este mito de que los jóvenes al ser nativos digitales de alguna forma pueden usar los ordenadores tan bien que no caen bajo el control de la tecnología adictiva es falso. Porque las técnicas de adicción son poderosas y están bien estudiadas. Mi prueba es que mis amigos en la industria no dejan que sus hijos utilicen sus productos. Si eso fuera así, la gente de Facebook y Google dejaría que sus hijos lo usaran y no lo hacen”. (EP)




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