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Los mejores desnudos masculinos de la historia

Bajo diversos enfoques, han sido muchos los artistas que se han inspirado en la belleza del cuerpo del hombre

Tres especialistas comparten los mejores ejemplos de desnudos artísticos masculinos: el historiador y novelista Bruno Ruiz-Nicoli, especializado en la antigüedad clásica; los artistas Carmen González Castro y David Trullo, quienes desde una mirada contemporánea suelen emplear el motivo del desnudo en su obra.

“David”. Miguel Ángel, 1501-1504. Galleria dellAccademia, Florencia.Los mejores desnudos masculinos de la historia

‘MARTE’

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En un contexto tan puritano —de puertas para afuera—, la mitología ofrecía una interesante coartada para representar cuerpos desnudos. Así que Diego de Velázquez, el pintor real, representó al Dios Romano de la Guerra para Felipe IV y la obra se integró junto a otras de Rubens con motivos similares en la decoración de uno de sus pabellones de caza.

Parece ser que Velázquez utilizó como modelo a un veterano de guerra y el realismo con el que lo retrató es lo que más llama la atención del cuadro. No se trata sólo de la increíble autenticidad de la carne, sino de algo que va mucho más allá de lo que podría tocarse u olerse: la melancolía del personaje rompe con la clásica rigidez y la idealización con que se representaba a los dioses clásicos y siglos después nos hace pensar irremediablemente en el ocaso de un imperio basado en el poder —ya herido de muerte— de las armas.

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‘EDIPO Y LA ESFINGE’

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“Edipo se enfrenta desnudo a la Esfinge porque es un héroe y un hombre. Los esqueletos que le rodean muestran las consecuencias que provocaría un error al responder al acertijo. ¿Qué ser camina sobre cuatro patas, sobre dos y sobre tres? Edipo responde inclinando su torso hacia el monstruo en una afirmación de su propia identidad. Lo tienes ante ti, parece decir”, explica Bruno Ruiz-Nicoli.

Jean-Auguste-Dominique Ingres (Francia, 1780-1867) es uno de los pintores más excéntricos de la historia del arte. Clásico y anticlásico a la vez, modernísimo y arcaico, ha desconcertado a muchos historiadores. Sea como sea, fascina por la cualidad alabastrina de la piel del protagonista, que parece invitar a tocarla.

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‘SAN JUAN BAUTISTA’

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Caravaggio revolucionó la pintura religiosa tomando como modelos a personas que encontraba en las calles, con lo que logró un extra de realismo que supuso un avance respecto a los modos manieristas inmediatamente anteriores. Y eso se transmite a los desnudos, incluidos los de personajes de los Evangelios.

“La carga homoerótica que transmite el joven que representa a San Juan Bautista radica en su realismo. El abrazo al carnero y el apoyo sobre la piel de cabra enfatizan la sensualidad de la composición en espiral”, analiza Bruno Ruiz-Nicoli.

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‘HÉRCULES FARNESIO’

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En la antigua Grecia, el gimnasio —o “palestra”— formaba parte del día a día de todo hombre con categoría de ciudadano. Y el semidios Hércules o Heracles, hijo de Zeus, era epítome del superhombre, lleno de arrojo y vigor.

“La desnudez era propia de los dioses, los héroes y los atletas”, explica sobre esta obra de Lisipo el especialista en historia del arte Bruno Ruiz-Nicoli.

Para Bruno, todo radica en la originalidad del momento elegido por el artista. “Lisipo, a quien se atribuye el original de esta obra, reflejó el cansancio de Hércules tras finalizar sus 12 trabajos. El reposo de su masiva musculatura oculta la clave de la obra: las manzanas de las Hespérides de su mano derecha”, explica.

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‘CRISTO MUERTO SOSTENIDO POR UN ÁNGEL’

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Cristo siempre ha sido representado ligero de ropa durante su pasión y muerte y el “quattrocento” italiano no supuso una excepción a esto, como demuestra esta obra de Antonello da Messina. Sobre todo cuando se trata de mostrar en toda su crudeza las terribles heridas abiertas en la carne del mesías cristiano.

“El cuerpo del Cristo muerto sostenido por un ángel es de una belleza difícil de describir. El hijo de Dios todopoderoso, al que seguían miles sobre la tierra, ahora ha perdido su alma y sólo queda su carcasa, su cuerpo, lánguido, inflamado, su cuello nacarado y el pecho marmóreo. Sin atributos, bastaría tapar su herida en el costado y omitir la presencia de la calavera que asoma tras él para encontrar una imagen ambivalente en una escena de sensualidad inusitada”, explica la artista Carmen González Castro.

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‘DAVID’

Miguel Ángel aplicó al héroe bíblico el mismo patrón formal que los antiguos griegos y romanos utilizaron para sus mitos y guerreros. Pese a su juventud —contaba con tan sólo 26 años cuando comenzó a esculpirlo—, pretendía ser reconocido por este trabajo como el mejor artista de su tiempo y desde luego la prueba infalible del paso del tiempo ha decidido a su favor.

Al natural impresiona hasta lo indecible, pese a las multitudes que siempre la rodean. La terribilità, esa cualidad única de las esculturas de Miguel Ángel que convierte a sus figuras en titanes de fuerza sobrehumana, se materializa en esa mano surcada de venas que David apoya en su cadera. Hoy en día, ¿quién no ha utilizado la comparación con el David de Miguel Ángel para señalar la máxima expresión de la belleza del cuerpo masculino?

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'MILÓN DE CROTONA'

Milón de Crotona era un mítico atleta del siglo VI a.C., originario de Magna Grecia —el actual sur de Italia—. Mucho después, en el Barroco francés, el artista Pierre Puget lo tomó como tema de una de sus esculturas en mármol, aportando a su figura un elemento conceptual muy de la época: el paso del tiempo y lo efímero de las glorias terrenales.

“El cuerpo hercúleo de Milón de Crotona contiene una carga poderosísima de erotismo”, indica la artista Carmen González Castro. Y añade: “su brazo se ha quedado atrapado en el tronco de un árbol y eso lo mantiene indefenso ante el ataque del león. Como Prometeo o un ‘ecce homo’ atado a la columna, experimenta el dolor. Y en ese llegar al extremo del sufrimiento físico hay algo que remite primitivamente al placer, cerrando el clásico binomio dolor-placer como formas indistinguibles”.

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‘MARTIRIO DE SAN FELIPE’

De nuevo, el martirio masculino cristiano siempre lleva aparejada la desnudez, total o parcial. Y el maestro barroco José de Ribera fue uno de quienes mejor representaron la piel humana, con su belleza y también sus imperfecciones. “Es el ‘torso belvedere’, pero también tu vecino. Sufre pero baila. Y provoca tanto devoción como compasión y deseo. En directo este cuadro da escalofríos”, explica el artista David Trullo.

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‘CAÍN’

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El fotógrafo alemán Wilhelm Von Gloeden retrató obsesivamente a los jóvenes sicilianos utilizando las poses clásicas como coartada para la desnudez.

“Aquí versiona el ‘Joven desnudo frente al mar’, de Flandrin, carnalizándolo y lo llama ‘Caín’, muy osado. Von Gloeden baja a tierra a los clásicos y los despoja de su inmaculada perfección. Apolo es Dioniso y Dioniso un chico de la calle”, analiza David Trullo.

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‘ABEL’

Este Abel moribundo —después de haber sido atacado por Caín, se entiende— pertenece a la primera generación de quienes no han conocido un paraíso terrenal del que fueron expulsados sus padres: Adán y Eva. Y por tanto, va desnudo por la vida, apenas cubierto púdicamente su sexo por la piel de un animal. Todo con la suavidad típica del romanticismo academicista de su auto, Giovanni Dupré.

“Es una pura contradicción del material. Una transubstanciación de la carne al mármol y del mármol al marfil, que se diría cálido. El escultor se ha recreado en el vello de su axila y su sexo. Como Salomé a la vista de la cabeza sin cuerpo del Bautista, invita a hacernos decir: ‘besaré tu boca, Jokanaán’”, explica Carmen González Castro. 




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