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‘La vejez ya no llega a los 70, sino cuando nos volvemos dependientes’

En las sociedades hay que cambiarlo todo: desde los espacios públicos hasta la forma de vivir, cree la fundadora del Instituto de Envejecimiento de la Poblaciónde la Universidad de Oxford

La londinense Sarah Harper estudia la longevidad como desafío global. Fundó el Instituto de Envejecimiento de la Población de la Universidad de Oxford hace 21 años y ha creado una red de centenares de estudiosos que se comunican desde distintos continentes para contemplar todos los ángulos: demográficos, económicos, sociales del envejecimiento masivo.

Sarah Harper.‘La vejez ya no llega a los 70, sino cuando nos volvemos dependientes’

¿Qué ocurre en una sociedad envejecida como la nuestra?

“Que los mayores están sanos y además conocen a mucha gente de su edad que no ha muerto. Pero lo que es importante es que los jóvenes planeen cómo va a ser su vida. Para estar sano y en forma a los 90 tienes que haberlo planeado durante toda tu vida: hacer ejercicio, comer bien, no beber mucho, no fumar. Si tienes 20 años probablemente no te jubilarás a los 60. Vas a tener una vida laboral muy diferente, probablemente nunca dejes de aprender. Vas a ir y venir del trabajo. Nuestros abuelos y padres hacían lo mismo toda su vida, ya fuera en la minería o la agricultura. Pero en el futuro no. Trabajarás, luego vas a tener niños y regresarás después al trabajo y luego te tomarás un año sabático para aprender y más tarde puede que tengas que cuidar de tus padres, volver al trabajo. Así será el futuro”.

¿Cuáles son los mayores hallazgos en su investigación?

“Trabajo para el gobierno para ver cómo se tiene que preparar para una población más envejecida y lo  más importante es que todo debe cambiar. La gente tiende a pensar solamente en las pensiones y la salud pero no, hay que cambiarlo todo: los lugares de trabajo, la educación, los entornos físicos. Muchos espacios públicos no son seguros para los mayores porque pueden caerse y también la iluminación es escasa. No se sienten seguros. Hemos de hacer que los espacios y el transporte público sean buenos para todas las edades. Pero lo más importante que he aprendido y eso lo he compartido con el gobierno es que para envejecer de una manera saludable tanto física como económicamente, tienes que cambiar muchísimas cosas de nuestra sociedad.

¿Y qué hay que cambiar?

“ La gente cuando envejece y se encuentra bien quiere trabajar durante más tiempo. Lo que es curioso es que a medida que nos hacemos más sanos rebajamos nuestra edad de jubilación y ahora tienes a gente en perfecto estado de salud con 50 años que deja de trabajar y tiene por delante 40 años sin hacer nada. Muchos encuentran eso muy frustrante. Les preocupa perder poder adquisitivo y además quieren contribuir a la sociedad, pero no hay un papel para ellos. Estamos ayudando a las empresas a que entiendan que los mayores activos y en forma pueden trabajar mucho más tiempo. Pero hay que cambiar la política de recursos humanos, porque ellos tienen otras necesidades. Hemos de promover el trabajo flexible de tal manera que la gente pueda trabajar tiempo parcial. También hemos de cambiar entornos. Decimos que si un hospital o una casa o un lugar de trabajo es adecuado para las personas mayores es adecuado para todos”.

¿Qué se debe hacer con la vida familiar y el tiempo libre?

!Creemos vivir en una sociedad con las mismas instituciones del siglo XX, con aquellas mujeres dedicadas las 24 horas a los niños y a los mayores. Esas mujeres ya no están ahí. Por lo tanto, tenemos que adaptar nuestras familias y nuestras casas. Dado que las personas mayores viven mucho más tiempo y con mayor salud, a los 60 y los 70 son cuidadores maravillosos. De manera que las mujeres que han trabajado pueden llegar a esa edad y convertirse en cuidadoras si quieren.

¿Cuál sería la situación ideal dentro de 30 años?

“Sería maravilloso si hemos construido una sociedad en la que gente de todas las edades pueda vivir junta”.

¿habla de un grupo de personas que conviven en espacios comunes?

“No. Las personas no desean renunciar a su independencia cuando llegan a ser mayores. Pero tenemos la idea de que la gente de diferentes edades no quiere convivir. Es una equivocación. Mis hijos se beneficiaron muchísimo cuando mi madre de 90 años vino a vivir con nosotros. Las dos partes realmente aprendieron, mis hijos que eran adolescentes o que estaban en los primeros 20 y ella que tenía 90. También imagino una sociedad en la que la discriminación por edad no exista”.



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