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Hay vida después del Nobel: la buena muerte según Louise Glück

La poeta estadounidense publica su primer libro tras recibir en 2020 el galardón más prestigioso de las letras universales

Louise Glück, el 8 de octubre de 2020, poco después de anunciarse que había ganado el Premio Nobel de Literatura.Hay vida después del Nobel: la buena muerte según Louise Glück

La poeta estadounidense publica su primer libro tras recibir en 2020 el galardón más prestigioso de las letras universales. ‘Recetas invernales de la comunidad’ es un particular tratado sobre la vejez y la extinción escrito con su habitual mezcla de hondura y claridad, trascendencia y vida familiar. Adelantamos tres poemas en traducción de Andrés Catalán

 

PENSAMIENTOS NOCTURNOS

Nací hace mucho tiempo.

Ya no queda nadie vivo

que me recuerde de bebé.

¿Era un bebé bueno? ¿Uno

malo? Salvo en mi cabeza

ese debate ha quedado

silenciado para siempre.

En qué consiste

ser un mal bebé, me preguntaba. Cólicos,

dijo mi madre, lo que quería decir

que lloraba mucho.

¿Qué hay de malo

en eso? Qué difícil era

estar viva, no me extraña

que todos murieran. Y qué pequeña

debí de haber sido, flotando

dentro de mi madre, acariciada

en señal de aprobación.

Qué lástima haber empezado

a hablar, perdiendo la conexión

con ese recuerdo. ¡El amor de mi madre!

Demasiado pronto surgió

mi verdadero yo,

robusto pero amargo,

como un despertador.

 

POEMA

Día y noche llegan

de la mano como un niño y una niña

que se detienen solo para comer moras de un plato

decorado con dibujos de aves.

Suben la alta montaña cubierta de hielo,

luego salen volando. Pero tú y yo

no hacemos esas cosas...Subimos la misma montaña;

entono una oración para que el viento nos eleve

pero no sirve de nada;

tú escondes la cabeza para no

ver el final...

Hacia abajo, hacia abajo, hacia abajo, hacia abajo

es donde nos lleva el viento;

trato de consolarte

pero las palabras no son la solución;

te canto una canción como las que me cantaba mi madre...

Tienes los ojos cerrados. Adelantamos

al niño y a la niña que vimos al principio;

ahora están parados en un puente de madera;

a su espalda alcanzo a ver su casa:

qué rápido vais, nos gritan,

pero no, es el viento en los oídos

lo que escuchamos...Y luego simplemente caemos...Y el mundo pasa de largo,

todos los mundos, cada cual más hermoso;

te acaricio la mejilla para protegerte...

 

RECETAS INVERNALES DE LA COMUNIDAD

I

Cada año al llegar el invierno los viejos se adentraban

en los bosques para recoger el musgo que crecía

en el lado norte de algunos enebros.

Era una labor lenta, que requería varios días, aunque estos

fueran días cortos porque la luz era cada vez más escasa,

y cuando tenían las mochilas llenas, retomaban

penosamente el camino de regreso, con la pesada carga del musgo.

Las mujeres fermentaban este musgo, una tarea laboriosa,

especialmente para gente tan anciana

como para haber nacido en otro siglo.

Pero tenían paciencia, estos ancianos y ancianas,

una que tú y yo apenas logramos imaginar,

y cuando el musgo ya estaba curado, se metía acompañado de mostazas silvestres

y recias hierbas en una chapata cortada en dos, y se aplastaba como un pan bagnat,

tras lo cual estaba listo: un “revitalizador bocadillo invernal”

lo llamaban, pero nadie decía

que estuviera rico; era lo que comías

cuando no había nada más, como el pan ácimo en el desierto, que

nuestros padres llamaban el pan de la aflicción... Algunos años

un anciano no regresaba del bosque, y entonces su esposa necesitaba

una nueva vida, como auxiliar de enfermería, o supervisando

a los jóvenes que hacían el trabajo pesado, o vendiendo

los bocadillos en el mercado al aire libre mientras caía la nieve, envueltos

en papel encerado... El libro contiene

solo recetas para el invierno, cuando la vida es dura. En primavera

cualquiera es capaz de preparar un buen plato.



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