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El primer acto: la ‘envoltura’

Uno de los mensajes que recibí hace dos semanas que publiqué la columna “El hijo que no he tenido”, en la que comparaba nuestra existencia con una obra de teatro en tres actos, fue de mi prima Ma. Elena Guerrero Huerta.

El primer acto: la ‘envoltura’

Me decía que este tema daba para más, al pensar en esa búsqueda incesante de respuestas a las preguntas que nos hacemos en esta vida (el segundo acto), sobre situaciones que nos pueden parecer injustas o inexplicables.

Pensando en ello, eché a volar mi imaginación y quise escribir lo que pienso que pudo haber pasado en el primer acto cuando, como seres espirituales, Dios nos estaba dando las instrucciones y “las reglas” para ser humanos.

LA ENVOLTURA CON LA QUE VENIMOS

Tomaré tal vez varias columnas para abundar sobre este tema. Y en esta primera, me referiré a la “envoltura” con la que habríamos de venir aquí, nuestro cuerpo físico. Repito, esto es sólo un ejercicio de imaginación, pero tal vez pueda servirnos.

Estábamos todos nosotros ahí, en la presencia del Creador, todos bellos nosotros, vestiditos de blanco. Él nos explicó que, al venir aquí, recibiríamos un cuerpo físico. Algunos lo amarían, otros tal vez lo odiarían, pero sería nuestro por todo el tiempo que estuviéramos aquí. Acto seguido, nos entregó un sobre en donde venía la imagen y la descripción del cuerpo que cada uno recibiría.

Algunos sonrieron, pero hubo algunos que parecieron turbarse.

EL PRIMER ESPÍRITU

Una de estas últimas, que era uno de los espíritus más hermosos que estaban en esa reunión, se acercó al Creador y le dijo: “Padre, aquí dice que cuando tenga año y medio quedaré ciega y sorda. ¿Por qué, Padre? ¿Cómo podré comunicarme con mis semejantes? ¿Cómo podré aprender a valerme por mi misma? Estaré totalmente incomunicada ¿No podrías cambiar tus planes para mi vida?”.

Dios la miró con compasión y le dijo: “mi querida hija, a ti, que eres uno de mis espíritus más valientes, te daré la misión de demostrarle a tus hermanos humanos que cuando unan la fe a la acción, no habrá nada que les impida realizarse y alcanzar la felicidad. Allá en la Tierra serás conocida como Helen Keller y aún con esas aparentes limitaciones, llegarás a ser profesionista, darás conferencias, escribirás libros, incluyendo uno muy especial que se llamará ‘Luz en mi oscuridad’, que será realmente eso, un faro de luz para muchas personas que vivan en la oscuridad del pesimismo”.

EL SEGUNDO ESPÍRITU

Se acercó después a otra joven que lloraba y la abrazó. Ella le mostró la imagen del cuerpo que le tocaría: nacería sin brazos. Dios la besó en la frente y le dijo: “uno de los más hermosos legados que dejarás, será un libro que se llamará ‘Abrazar el éxito sin meter las manos’, en donde darás testimonio, mi amada hija Adriana Macías (como te llamarán en la Tierra), de que las personas tienen dos opciones: ponerse a llorar y lamentarse por lo que no tienen o levantarse y ponerse a hacer algo con lo que sí tienen”.

EL TERCER ESPÍRITU

Un joven apuesto se le acercó al Señor y le dijo: “Padre, aquí debe haber un error. La imagen de mi cuerpo no tiene brazos, ni piernas. No puede ser”. Y Dios le respondió: “Nick, hijo mío, en mis planes no hay errores. Todo tiene un por qué”. Y le hizo ver una imagen de su vida acá en la Tierra, en donde miles de personas esperaban anhelosas escuchar a Nick Vujicic y después de oírlo, quedaban impactadas, sus vidas eran tocadas y no volvían a ser los mismos, al darse cuenta de que no hay limitaciones para un un alma valiente y un espíritu invencible.

Después de esto, Dios se dirigió a todos sus hijos y les dijo: “les diré un secreto: cada uno de ustedes ha de recibir el cuerpo perfecto que necesitan para cumplir su misión allá en la Tierra. Lo que deberán hacer es buscar dentro de si y en las señales que les enviaré, para saber cuál es esa misión y después, consagrar el alma entera a cumplirla. El día en que descubran para qué los mandé allá, el día que descubran su misión, su vida dará un giro completo y apreciarán esa ‘envoltura’ como uno de sus mejores regalos, porque realmente lo es”.




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