buscar noticiasbuscar noticias

El imprescindible Guillermo de Torre

El centenario de la publicación de su manifiesto ultraísta impulsa la reivindicación de una figura clave en el desarrollo de las vanguardias en las letras españolas

Nació en agosto de 1900 como si ya venteara tempranamente los aires del siglo XX que iba a ser el suyo. Guillermo de Torre lo proclamó orgullosamente en un texto de 1924 donde dijo ser “un actualista, un vitalista. Adoro la vida vibrante. Siento con todas las fibras de mi sensibilidad el momento que pasa”, mientras que “me deja frío, en la mayoría de los casos, una página de música o un cuadro de museo”.

El imprescindible Guillermo de Torre

En 1923 publicó Hélices, quizá el mejor libro de poemas ultraístas, pero pronto buscó otra forma de creación: entender la obra ajena, clasificarla y ordenarla. No fue el único en descubrir que el futuro literario iría de la mano de su interpretación crítica: Mallarmé, Valéry, T. S. Eliot, Ezra Pound y Juan Ramón Jiménez lo hicieron antes. Recordó también que Apollinaire apostaba por la convivencia de la aventura y el orden (y ese fue el título de un libro importante, que Torre publicó en 1943 en su exilio argentino), pero ya en 1922, en la revista Tableros, tradujo algunos aforismos de Le Coq et l’Arlequin, de Jean Cocteau, que estaban en la raíz de un resonante Rappel à l’ordre.

Más tarde, nunca perdonó que la invención de la generación de 1927 se hiciera a costa del olvido de la aventura ultraísta y que la Antología de poesía española contemporánea, de Gerardo Diego, prefiriera reclamarse de otros orígenes más canónicos y no del ruidoso batallón de Ultra. “Yo preferí callarme”, escribió, pero nunca lo hizo del todo… Y sustentó su influencia en una lista irrefutable de textos y de empresas culturales que le deben mucho. En 1925 dio a la luz Literaturas europeas de vanguardia, el mejor panorama de las nuevas letras, que escoltaron reseñas entusiastas de España y América; en enero de 1927 fue el segundo de a bordo de Ernesto Giménez Caballero en la botadura y primera navegación de La Gaceta Literaria.

Ya en los años treinta, fue uno de los fundadores de Amigos de las Artes Nuevas (ADLAN), para quienes organizó la primera exposición antológica (1935) que Picasso hizo en España, y diseñó con Pedro Salinas el Índice de literatura contemporánea, incursión del Centro de Estudios Históricos en el campo de la actualidad creativa.

Vivió en Buenos Aires entre 1927 y 1932, y participó activamente en la fundación de Sur, la revista de Victoria Ocampo que auspiciaron también Waldo Frank, Eduardo Mallea y Drieu La Rochelle. En 1936 se exilió en Argentina, donde formó parte del equipo director de otro gran empeño librero (de designio español y americano): la editorial Losada. Y todavía en 1964 —cuando ya había regresado alguna vez por Madrid— quiso fundar una revista que uniera las voces del destierro y el interior bajo un título tan revelador como El Puente; a la postre, todo quedó en una colección de ese título que publicó en Madrid (bajo iniciativa editorial argentina): más de una veintena de libros excelentes americanos y españoles del exilio, sabiamente interpolados con algunos del interior.

Casi 50 años después de su muerte (en 1971), se vuelve a hablar de Guillermo de Torre: sin un reconocimiento cabal de su figura nunca estará completo el panorama de las letras españolas de 1920-1960.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD