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De la escultura a la instalación: las nuevas dimensiones del fotolibro

Varios fotógrafos indagan en los límites de la narrativa visual a través de publicaciones que adoptan distintos recursos y formatos expresivos

¿Qué ocurriría si un grupo de humanos, huyendo de la catástrofe climática, se trasladase a otro planeta y encontrara un paisaje majestuoso, virgen y prístino? ¿Qué haría? ¿Cómo colonizaría ese hábitat? ¿Habría aprendido de sus errores garrafales? ¿O, por el contrario, afloraría de nuevo su instinto depredador? Estas eran las preguntas a las que daba vueltas el fotógrafo británico Gareth Phillips mientras visitaba la remota Isla Sur, en Nueva Zelanda. Allí, bajo la exuberancia de uno de los pocos territorios salvajes que van quedando, experimentando con un objetivo macro, el autor dio forma a Caligo; un ficticio Edén alienígena, y sin profanar, que adopta el formato de una instalación o fotolibro escultura.

‘Caligo’. Fotolibro-escultura. Gareth Phillips. Edición horizontal, 2023.De la escultura a la instalación: las nuevas dimensiones del fotolibro

La obra se exhibe, junto a la de los otros veinte ganadores, en la York Art Gallery de Londres. Con unas medidas de 295 centímetros de ancho y 460 centímetros de altura, compuesta por cinco páginas creadas a través de 33 imágenes y un texto, esta imaginativa respuesta al grave e imparable deterioro ambiental, que permea nuestro presente y marca nuestro futuro, se encuadra dentro de las distintas definiciones que el autor viene explorando desde hace diez años. 

Dentro de estas, el libro se presenta como una forma de arte autónoma, bien como un objeto, como una escultura o como una instalación. “Dentro del mercado saturado del fotolibro, siempre he intentado hacer algo que destaque”, asegura el fotógrafo, quien en la actualidad vive entre España y Reino Unido. “Un libro que vaya un poco más allá de los parámetros establecidos para redefinir los límites marcados por la industria”. El trabajo contará también con una tirada de 20 fotolibros de tamaño reducido, hechos a mano.

“El fotolibro, visto como objeto, escultura o instalación, es una entidad relativamente nueva”, señala Phillips. “Por supuesto, otros han experimentado y creado libros como objetos, y yo me inspiro mucho en el camino que ya han recorrido. Pero las posibilidades de desafiar y ampliar las interpretaciones percibidas a través de este formato me fascinan”. A pesar de haberse curtido a los largo de quince años en la fotografía documental, el artista no duda en echar mano de la ficción para abordar sus proyectos personales. “No podría aceptar restricciones a la hora de crear, de ahí que quiero pensar más allá y no dejarme limitar por las etiquetas”, añade. “La ficción puede resultar una herramienta muy útil e interesante, especialmente en un tiempo en que de forma continuada nos vemos obligados a cuestionar la verdad de distintas formas. 

Va a desempeñar un papel muy importante a la hora de llegar al público. Como ya está ocurriendo con la incorporación de la inteligencia artificial. Se podría argumentar que la fotografía documental también es ficción, en el sentido de que la fotografía puede no estar siempre al servicio de la verdad y despojarla del aura de integridad que la acompaña”.

“Caligo está relacionado con la idea de colonizar un nuevo planeta y con el cambio climático, pero es también una celebración de nuestro paisaje”, advierte Phillips. “En cualquier caso, todo lo que está destinado a quedar de la Tierra es el registro de lo que fue un día y esta es mi contribución a ese archivo”.

Entre los fotolibros-escultura publicados en los últimos tiempos en España, sorprendió Two Thousand Words de Roberto Aguirrezabala. Una publicación que se transforma en escultura mediante una técnica de plegado de páginas que permite extenderla casi siete veces más de su tamaño y está dedicada a reflejar la resistencia llevada a cabo, de forma pacífica, durante la Primavera de Praga. 

El libro fue finalista dentro de la categoría de Libro de Autor en los Encuentros de Arlés, en 2021. El autor repitió candidatura al año siguiente con Samizdat, un libro de artista que si bien no encuadra dentro de la definición de escultura, destaca por la variedad de recursos que ofrece al lector en su lectura, mediante la incorporación de distintos diseños, tipos de papel, tipografías y estilos de narración. Se trata de una reflexión sobre las acciones clandestinas en la Europa del este con el fin de eludir la censura impuesta en las distintas publicaciones editoriales durante la hegemonía soviética. La publicación resultó también finalista de la última edición del Lucie Photobook Price.

 

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