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Bonito disfraz pero… ¿Sabes cuál es la historia de la Catrina?

Aguascalientes es la ciudad natal de José Guadalupe Posada, padre de la figura que hoy todos conocemos, aunque en 1913 no se llamaba así

Desde que sucumbimos al encanto hollywoodense de celebrar Halloween (reconozcámoslo, hasta hace poco el Día de todos los Santos era un simple festivo, no una fiesta), cada vez es más común toparse con alguien vestido y maquillado de Catrina.

Cada vez es más común toparse con alguien disfrazado de Catrina.Bonito disfraz pero… ¿Sabes cuál es la historia de la Catrina?

¿Pero qué sabemos de este personaje además de que representa un vistoso y cada vez menos original disfraz para esa noche? Tenemos claro que viene de México, que quizá representa a la muerte, pero seguramente no sabemos decir mucho más.

La realidad es que no todos los mexicanos saben contestar a una pregunta que no tiene una sola respuesta y que está envuelta en tanta mitología.

“Ni siquiera la gente de Aguascalientes conoce bien la historia de la Catrina”, asegura Agustín Sánchez González, uno de los historiadores que más ha profundizado en este icono del folclore mexicano.

Aguascalientes es la ciudad natal de José Guadalupe Posada, el padre de la Catrina que hoy conocemos.

Posada es el mejor grabador de México y uno de los más reconocidos del mundo por sus calaveras. Aunque se le atribuyen más de 20 mil grabados y litografías, apenas 100 corresponden a este tipo de caricaturas de personajes de la cultura popular que se realizaban única y exclusivamente para el Día de Muertos (que en México es el día 2 de noviembre) y que iban acompañadas de textos satíricos y burlones.

Estos poemas también son conocidos como calaveras o calaveritas, en las que se ridiculiza a un conocido representándolo como un esqueleto que simboliza que tarde o temprano todos moriremos. Es muy probable que de ahí surja el mito de la Catrina como retrato de la muerte. Sin embargo, la intención inicial de Posada era mofarse de un personaje de la cultura popular.

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“LA GARBANCERA”

“Remate de calaveras alegres -y sandungueras-”. Reza el encabezado del texto de la que es su obra más popular y que dio vida a la primera Catrina de México: “La Garbancera”. Así se conocía a la Catrina en esos momentos.

El texto que acompaña al grabado: “Las que hoy son empolvadas GARBANCERAS, pararán en deformes calaveras”. Era una burla de las vendedoras de garbanzos, normalmente mujeres indígenas, que se maquillaban exageradamente para parecerse a las españolas y francesas del México de principios del siglo XX. Ironías de la vida, un siglo más tarde es al revés.

Según Sánchez González, Posada jamás vio esta impresión. “Posada muere en febrero de 1913 y la calavera apareció en noviembre”, asegura el historiador. Además de no llegar conocer la publicación que le dio reconocimiento y fama mundial, el artista murió como mucho otros en la miseria. Tanto es así, que sus huesos (los de verdad) fueron a parar a una fosa común y los otros (las planchas e impresiones), al olvido durante unos cuantos años.

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ENCUMBRADO POR DIEGO RIVERA

A Posada y su Catrina lo rescatan el pintor de origen francés Louis Henri Jean Charlote y su amigo Diego Rivera, el gran muralista mexicano, tan conocido por su obra como por su apasionada relación con Frida Kahlo. “Ambos querían construir una identidad mexicana después de la revolución”, explica Sánchez González. Para él, el verdadero gran creador de la imagen del nacionalismo en México es Rivera.

Así, en 1947 nace el Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, uno de los murales más conocidos de Rivera, en la que le otorga por fin un cuerpo a “La Garbancera”, que aparece tomando a Posada con una mano y a un todavía niño Diego Rivera. Ahí comienza a conocérsele como Catrina, puesto que en esa época se dnominaba catrines a los burgueses y aristócratas que llamaban la atención por su elegancia y estilo europeo.

El origen del nombre no está muy claro y, como en el caso de los mariachis, se le atribuyen influencias francesas, aunque Rivera le dibuja una serpiente emplumada a modo de estola, que representa al dios Quetzalcóatl de los náhuatl. Así, el pintor pone figura, vestido y nombre a la Catrina actual, que ha pasado a la historia como una crítica a la aristocracia de la época, aunque esta peculiar dama sigue diferenciándose de las otras por exagerada y, según el historiador, “por naca” (hortera).

“Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, uno de los murales más conocidos de Diego Rivera, le otorga por fin un cuerpo a “La Garbancera”.

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LA CATRINOMANÍA

Casi setenta años después, pareciera que la Catrina hubiera estado ahí toda la vida, pero para bien o para mal, el mito y la iconografía siguen evolucionando e incorporando tradiciones que no tienen nada de histórico.

Para Sánchez González, esta “catrinomanía” es preocupante. “Hay una especie de tendencia a hacer muy burdo esto de la Catrina, que pierde el valor cultural que pueda tener. Una cosa es la tradición y otra cosa es como se ha ido rompiendo”, se lamenta.

Sin embargo, como buen mexicano, no duda en ver los colores de la oscuridad: al vestirse de Catrinas, tanto españolas como mexicanas, están respondiendo a la invasión cultural con una respuesta antinorteamericana, aunque sólo sea por el placer de disfrazarse de algo nuevo este año. 

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“Remate de calaveras alegres -y sandungueras-”. Reza el encabezado de un texto de 1913 donde se dio vida a la primera

Catrina

de México: “La Garbancera”.





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