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Annie Leibovitz desempolva lo mejor de su archivo

La artista de la lente, a punto de cumplir 70 años, repasa sus años de ‘rock and roll’ y su coqueteo con las drogas

A un paso de cumplir 70 años el próximo 2 de octubre, Annie Leibovitz no es que piense ya en la muerte. Pero la ronda como una sombra la realidad de su situación: la de una artista veterana que ha elegido la fotografía como medio de expresión.

Leibovitz, retratando al Papa Francisco en junio de 2018 en El Vaticano.Annie Leibovitz desempolva lo mejor de su archivo

Y por eso mismo, es observada con cierto desdén desde las altas instancias del arte. “Mira por lo que tuvo que pasar Richard Avedon, siempre lo hicieron sentirse avergonzado por publicar en revistas”, asegura Leibovitz refiriéndose al maestro de la imagen de moda, héroe personal desde sus días de estudiante.

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LA EXPOSICIÓN

“Annie Leibovitz. The Early Years, 1970-1983: Archive Project No. 1” no es una retrospectiva al uso, o no solo. También (o sobre todo) es la reivindicación del trabajo de una artista cuya obra explica el último medio siglo.

“Merece ser contextualizada como una de las grandes creadoras del siglo, junto a pintores y escultores”, argumenta Marc Payot, socio y vicepresidente de la galería Hauser & Wirth, de Los Ángeles, abanderada en representar la fotografía como producto cultural.

En realidad, la muestra se inauguró hace un par de años en la Fundación LUMA de Arlés, en Francia, como parte del programa “Living Archive”, que integra diversas formas de creación como cine, danza, diseño y fotografía desde 2011. Ahora la propia Leibovitz se ha ocupado de seleccionar cada una de sus algo más de cuatro mil instantáneas, realizando la edición gráfica de las más significativas de sus primeros tres lustros de carrera.

“No tenía ni idea de lo que podría suponer abrir semejante caja de Pandora”, agrega la fotógrafa. “Me habría encantado ser Cartier-Bresson en tan decisivo momento. La idea era transmitir una sensación abrumadora, contemplar las fotografías no de manera individual, sino como un todo, como una pequeña película sin fin”.

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SU PRIMERA CÁMARA

Anna-Lou Leibovitz la adquirió en verano de 1968, poco después de empezar a estudiar en el Instituto de Arte de San Francisco. Quería ser profesora de pintura, hasta que Avedon, Robert Frank y Henri Cartier-Bresson le salieron al paso en una de las clases. Con fotos que tomó en un kibutz israelí el año siguiente, se presentó en la redacción de Rolling Stone, entonces faro contracultural no sólo musical, sino también social y político.

“La verdad es que no sabía lo que hacía. Sólo me dejé llevar. De joven tenía miedo de obsesionarme y volverme loca. Ahora lo veo como una señal y esta exposición es mi manera de decirle a los jóvenes fotógrafos que tarde o temprano uno encuentra su camino”, dice Leibovitz. El suyo no ha estado sembrado de rosas, en parte por esa obsesión confesa que le sirvió tanto para sumergirse hasta lo más profundo de historias y personajes que retrataba como para dejarse arrastrar por la situación.

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SU EXPERIENCIA CON LAS DROGAS

De su viaje como fotorreportera de la gira estadounidense de The Rolling Stones en 1975, no sólo quedan las que probablemente sean las imágenes más honestas y vulnerables de la banda británica, sino también una espiral de sexo, drogas y rock & roll difícil de superar.

“Trabajando en Rolling Stone, la droga era cultura; la cocaína, nuestro combustible”, reconocía Leibovitz en el documental “Life Through a Lens”, dirigido por su hermana Barbara a instancias de la cadena PBS en 2018.

Instalada desde los 80 como retratista de la más glamurosa celebridad, Leibovitz tiene ahora la oportunidad de reencontrarse con su esencia en esta muestra hasta el 14 de abril. “Soy artista y siento como tal. Lo único que me ha preocupado siempre es la creación”, aseguró.

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Annie Leibovitz, en la galería Hauser & Wirth, de Los Ángeles, California, donde expuso la semana pasada su obra.





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