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Compra local y circula el bienestar

Las ciudades son lugares de trueque, pero estos trueques no son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Italo Calvino

Soy hija de comerciantes. Crecí presenciando las compras y los abonos de una mueblería en la calle Guerrero de mi Mante natal. Entre tiendas trascurrió mi infancia, jugando con los hijos de los comerciantes vecinos, celebrando y padeciendo los vaivenes de las vacas flacas o gordas según el caso. En ese entorno, recuerdo bien Regalos Goba, la sombrerería de Ismael Trujillo, la fotografía de los Yapur, telas La famosa, las farmacias en las esquinas, los enseres de la casa Alanís y las inolvidables conchas de panadería La Perla, entre otros comercios más de gente buena, dedicada al noble oficio de ganarse la vida con el comercio local.

De ese tiempo, me quedó la certeza de que una comunidad está estrechamente vinculada con su comercio. En la medida que la gente compra en su ciudad, esta se desarrolla y progresa. No lo digo sólo yo, lo afirman los economistas: “cuando compras local, más dinero se queda en la comunidad y el dinero es como la sangre al cuerpo, necesita seguir circulando para mantener a una comunidad viva”. Y así era en el Mante en aquellos buenos tiempos de economía sólida, más todavía en los meses de “alcances” del Ingenio Mante, cuando se generaba mucho movimiento en el comercio gracias al circulante derramado.

Compra local y circula el bienestar

Salí de mi Mante con una maleta de sueños a finales de los setenta y después de vivir en dos ciudades, llegamos a esta Victoria que es también mía por amor a su cielo y a sus sierras. Eran los años ochenta y la capital de Tamaulipas, tenía un comercio vivo que me gustaba recorrer para comprar diversas mercancías. De ese tiempo recuerdo bellas tiendas de regalos en la calle Hidalgo, linda ropa en los escaparates, la Tortuguita de dulces que mis hijas adoraban y la zapatería a donde mi papá venía desde Mante a comprarse unos zapatos que le duraban años. Además comíamos gorditas de la matriz doña Tota y hacíamos la compra de frutas y carne en el mercado y los demás comestibles en una tienda en la misma manzana. 

Todo eso ha ido cambiando. Algunos comercios crecieron, otros sobrevivieron pero muchos cerraron para siempre. Las tiendas de cadena foráneas llegaron y la globalidad nos trajo las grandes tiendas trasnacionales que lo mismo ofrecen ferretería que alimentos, ganando muchas veces la clientela a los locales. Las misceláneas se han ido acabando y salvo contadísimas, las farmacias locales ya no existen. Aunado a eso, en los últimos años, aquí como en Mante hay letreros de se vende, se renta o se traspasa en comercios que terminaron cerrando ante las crisis recurrentes. “Cadáveres urbanos” que todos cargamos con tristeza.

Pero el espíritu del comerciante, o tal vez de sobrevivencia, no se vence fácilmente. Cada día vemos nuevos intentos, lo mismo en una taquería que haciendo costuras u ofertando productos de belleza. Y muchísimos desde su casa vendiendo pasteles, productos novedosos y hasta pócimas milagrosas con tal de cubrir sus necesidades básicas porque el empleo está escaso y se requiere ser creativo y un tanto atrevido. Y en ello las nuevas tecnologías han favorecido nuevas estrategias de venta.  En ese contexto la red de mujeres llamada “Ladies Multitask Victoria”, donde con las  herramientas tecnológicas se ofrece lo que las mujeres de la localidad hacen y es verdaderamente sorprendente lo mucho bueno encontrado ahí, incluyendo  mercancía de comercio establecido.

Por desgracia, los esfuerzos de los comerciantes no siempre están respaldados por la gente, porque vivimos beneficiados por nuestra ciudades, pero salimos a comprar a otras, incluso se ha vuelto nueva moda, casarse en otros lugares, perjudicando con ello  a los locales. Y no sólo eso; fuera pagamos altos precios, mientras que en nuestra ciudad todo nos parece caro. Encima cada vez se compra más “en línea” a las grandes tiendas del mundo, mientras que nuestra comunidad se sume en una crisis que terminará afectando a todos.

Porque las crisis de las ciudades son también responsabilidad de los habitantes. No podemos quejarnos de la situación si no hemos sido solidarios con  lo nuestro, si no hemos construido comunidad a través de lazos que hagan circular el bienestar. Nuestras ciudades requieren compromiso, acciones, participación. Comprar al comercio local es una forma de construir una mejor ciudad, de garantizarles a nuestros hijos un mejor porvenir. En cada compra se siembra la esperanza.

Es necesario asumir nuestro compromiso con las ciudades de nuestro corazón. Ser y hacer por ellas. Nuestras ciudades nos necesitan. Es necesario fomentar la participación en las causas comunes y promover la fraternidad con acciones que estimulen el espíritu colectivo. Favorecer el comercio local es un buen inicio. Empecemos hoy. Compra local y circula el bienestar.