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Útil, sí; pero, ¿necesario?

Cuando la Gordillo, en una de sus locuras, regaló a todas y cada una de las secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación uno de los 59 vehículos Hummer de último modelo, dijo que eran unidades de trabajo para el mejor desempeño de los dirigentes magisteriales y agregó: "Este carro tiene motor, este carro no es de lujo, es un carro estratégico y, si hubiera podido, se las doy blindadas. Palabra". Los vehículos, tan costosos y estrafalarios al chico rato fueron rifados.

Ese es un caso típico de utilidad, sin necesidad. Si en lugar de tal regalo la presidenta hubiera entregado los recursos que correspondían a cada delegación de las enormes sumas que recibía religiosamente por concepto de cuotas sindicales, los líderes regionales hubieran podido adquirir unidades más prácticas para su operación, mantenimiento y utilización en las tareas de representación; pero, no. En las cúpulas del poder, se opta por el derroche y el lujo en todo acto.

Útil, sí; pero, ¿necesario?

No ha mucho que el Instituto Nacional Electoral, que sirve lo mismo que lo que se le unta al queso, pretendía construir un palacio a todo lujo en pleno centro de la capital del país, sin que hubiera poder humano que hiciera desistir a sus miembros de tal desaguisado, porque, según ellos, son un organismo autónomo sobre el que no hay autoridad superior; nomás que se les apareció el 'coco' y ya desistieron de tal despropósito, aunque siguen en la mira por su pobre y triste desempeño.

Otro de los organismos autónomos que se va hasta la cocina con sus acciones absurdas y muy desproporcionadas, en el Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas Públicas, que tiene la misma encomienda que el Inegi, la Auditoría Superior de la Federación y otras instancias más de fiscalización de las cuentas públicas y de resultados de programas de las instancias de gobierno. Ciertamente, es tan útil como una Hummer; pero, también es cierto que no resulta necesario.

Habría que recordar que fue en el año 2004 cuando la Ley General de Desarrollo Social (LGDS) crea, por instancias del presidente Vicente Fox,  el Sistema de Monitoreo y Evaluación en México, y el Coneval como la instancia con autonomía técnica y de gestión con las atribuciones precisas de medir la pobreza y evaluar la política de desarrollo social del gobierno; acciones éstas que fueron, completadas con la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria de 2006.

Pues, sí; pero, no. El Coneval fue útil algún tiempo y sus estadísticas sirvieron de pie para que otros organismos, sobre todo de los mal llamados organismos de la sociedad civil echaran su gato a retozar, haciendo como decía don Porfirio de los medios que lo atacaba: "Ese gallo cantador quiere su maicito". Así, con costo directo al erario, se tejió una telaraña de intereses que ahora que se busca poner orden, corren a protegerse entre sí, porque el costal de maíz se puso muy alto.

Por citar un ejemplo claro y preciso, el presidente Andrés Manuel López Obrador publicó un informe donde queda en evidencia que es mucho mayor el costo de los servicios de la institución que los beneficios que aporta: "Durante 2018, el gasto en arrendamiento de inmuebles fue de 79 millones 720 mil 468 pesos, mientras que el gasto en estudios e investigaciones fue de 59 millones 910 mil 939 pesos". La diferencia de 20 millones de pesos, que no es una bicoca, diluye la utilidad.

El presidente no ha decidido todavía la desaparición del Coneval creado por Fox; pero, no descarta esa posibilidad, dado que, como el mismo explicó: "No lo descartamos, porque la verdad abusaron con la creación de todos estos organismos; crearon aparatos burocráticos, onerosos, sin beneficio; llenaron de oficinas, de instituciones, supuestamente autónomas, independientes, se puso de moda todo eso". No puede haber austeridad en el paraíso de los costosos órganos autónomos.

El Coneval se creó en el 2004, en el 2014, se modificó la Constitución para convertirlo en un Órgano Constitucional Autónomo con personalidad jurídica y patrimonio propios. Pero, ¿de qué ha servido?, aparte de incrementar la costosa alta burocracia y propiciar el despilfarro de recursos en un país de muchos millones de pobres, según sus estadísticas. ¿Se modificaron las políticas públicas? Esa entelequia, como muchas otras, pueden ser útil; pero de ninguna manera necesaria.