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De lo bueno, lo mejor

Palme implementó políticas de igualdad de género pioneras en Europa

A sus 86 años, Porfirio Muñoz Ledo es, con mucho, el político más avispado del Anáhuac. Se lleva de calle a otros actores veteranos del acontecer político dado que aúna a su gran sentido social una preclara inteligencia y una memoria prodigiosa que le permite citar pasajes importantes de la historia nacional y universal, pues no hay que olvidar que fue embajador de México en Naciones Unidas. Sin embargo, al criticar la política migratoria de AMLO no diferenció lo mejor de lo bueno.

A vuelo de pájaro, efectivamente, el gobierno mexicano ha adoptado una política de contención de las caravanas de migrantes que salen de Centroamérica para llegar a la frontera norte de México con el propósito de alcanzar suelo americano y con ello pedir asilo o refugio; algunas de las acciones que se han tomado para el efecto son realizadas por la Guardia Nacional, sin que ello implique que esa sea su función principal; sino, la restauración del estado de derecho y de la paz.

De lo bueno, lo mejor

Pero, si se observa el fenómeno en su conjunto, podría verse que las iniciativas de México son, en realidad, de muy largo alcance y gran aliento. Solamente pueden citarse dos casos previos en que se hacen valer los criterios humanistas por sobre las consideraciones económicas y políticas. Uno en las postrimerías del siglo pasado, con el primer ministro de Suecia, Olof Palme, quien condonó la deuda de los países africanos con el suyo y fomentó la migración y la inversión en África para promover su desarrollo, y otro reciente, con Ángela Merkel, quien abrió las puertas de Alemania.

Es pertinente conocer un poco más del premier sueco asesinado al salir de una función de cine.

Palme implementó políticas de igualdad de género pioneras en Europa, un fuerte protagonismo social y sindical, fomentó el cooperativismo, así como un estricto control del mercado y de las multinacionales. Su propuesta a otros partidos socialdemócratas europeos en 1974, decía: "Las grandes empresas multinacionales aumentan la concentración de poder en manos privadas y debilitan la influencia democrática en las decisiones económicas claves. Mayor concentración económica dificultará la estabilidad de los precios y conseguir un desarrollo social equilibrado".

Por su parte, la canciller Merkel ha librado duras batallas. Dijo en el Parlamento alemán: "Este pacto de migración, al igual que el pacto de refugiados, es el intento adecuado de dar respuesta a los problemas globales entre nosotros y a nivel internacional. El acuerdo contempla directrices para el trato de migrantes, algo que es una cuestión de interés nacional. Que los albañiles que construyen los estadios sean tratados dignamente y que no sean explotados, no queremos que haya trabajo infantil. Si hay mejores condiciones para todos en todas partes, no habrá a dónde ir".

La propuesta de México, que logró incorporar a la declaración final del G20 el tema migratorio, se nutre de ambas formas de pensar y ataca los dos lados del problema, cualquiera que haya sido su origen o su intención. Por principio, hay que señalar que no puede detenerse el flujo migratorio más que con el uso de barreras de contención que nulifiquen las acciones delictivas de los grupos traficantes de seres humanos que a cambio de elevadas sumas de dinero prometen el paraíso.

Luego, hay que crear las condiciones económicas, políticas y sociales en el área para que ninguna persona tenga que abandonar su casa, su familia y sus amigos. Revertir los graves estragos que ha provocado el capitalismo salvaje, que, como las plagas de langosta va por el mundo destruyendo todo lo que encuentra a su paso. Quizá la tarea más importante sea la restauración del tejido social y que el dolor emocional y la tristeza tan comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas, se supere con acciones afectivas de solidaridad y compasión.

A cambio de ceder un poco en las demandas del vecino del norte, el gobierno de la Cuarta Transformación ha logrado que éste se comprometa a invertir 5,800 millones de dólares en Centroamérica y 2,000 millones más en el sur de México. El plan de inversión será supervisado por entidades competentes de la Organización de las Naciones Unidas, que ha visto con agrado el proyecto de México para afrontar el fenómeno de la migración, característico de los tiempos.