Editoriales

Trillonarios

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 13 FEBRERO 2015
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Trillonarios

Una nota de la BBC News Business fue la primera en utilizar la palabra trillonario, esto es, aquel que posee mil billones de dólares, o lo que es lo mismo un millón de millones en los términos que se utilizan en los Estados Unidos, donde un billón son mil millones; no como en el mundo de habla hispana, donde un billón equivale a un millón de millones. En la nota se habla de que la evasión fiscal mundial es igual a 21 trillones dd.

En el texto se cita la obra de James Henry, El precio real de las Guaridas Fiscales, en la que hace un estudio agudo y pormenorizado de los paraísos fiscales que han permitido a empresarios y políticos sustraer enormes fortunas para esconderlas en lugares con escasa o nula regulaci�n, donde, a cambio de cuotas irrisorias, lavan enormes cantidades de dólares. Esta forma de evasión fiscal tiene enorme relieve en la desigualdad económica.

La estrategia es muy simple; por un lado, los causantes declaran mucho menos de lo que ganan; por la otra, esconde la diferencia, de manera que las instancias recaudatorias no pueda rastrearla. Para lograrlo tienen una red de profesionales muy eficiente que se han convertido en una parte estructural importante del sistema financiero planetario.

Explica James Henry que: “Es una industria interna dedicada a la evasión fiscal y el potenciamiento de la ganancia financiera. Hay acá una contradicción entre el circuito del dinero financiero abocado a la multiplicación y el del fisco, que tiene que recaudar para hacerse cargo del funcionamiento de una nación, desde las autopistas hasta la salud y la educación”. Una industria que opera en países depauperados, pero que ofrece una cara bonita a través de las ventanillas de grandes y prestigiadas instituciones bancarias.

Se estima que el monto de la evasión fiscal equivale a los presupuestos anuales juntos de Estados Unidos y Japón. Unos de los paraísos favoritos de este dinero, son las Islas Caimán y Las Bahamas, que tienen 85 mil y 113.000 compañías evasoras registradas. El diseño y las operaciones de colocación de fondos con propósitos de evasión fiscal son operador por despachos y firmas de contabilidad, con sede en las capitales de primer mundo como Londres, Nueva York y Ginebra. Las ventanillas son de cualquier banco.

En el libro se hace hincapié en que, hasta ahora, los economistas han atribuido la enorme desigualdad entre los pocos que tienen mucho y los muchos, muchísimos, que no tienen qué comer, a deficiencias estructurales de la economía de mercado; pero, pocos han tomado en cuenta eso que denomina un enorme ‘hoyo negro’ de la economía que engulle colosales fortunas y genera altos déficits presupuestales en países con elevada demanda de servicios públicos y asistencia social, y escasa o nula recaudación fiscal.

Por su parte, la organización internacional Red para la Justicia Fiscal, informa que son muchos los ciudadanos mexicanos que han transferido a paraísos fiscales, donde las autoridades hacendarias tienen escasas posibilidades de fiscalización, recursos por al menos 417 mil millones de dólares. Esta cantidad equivale a más del doble de las reservas internacionales de divisas depositadas en el Banco de México. 

Esos recursos fueron movilizados en los últimos 20 años a través de las instituciones financieras de banca privada. De hecho, los mexicanos son el sexto grupo nacional que más recursos financieros ha movilizado hacia paraísos fiscales, de acuerdo con la organización, que no señala los nombres de los evasores fiscales; pero que, a diferencia de otros países, donde se cuentan deportistas y artistas, en México son depositarios sólo empresarios, políticos y delincuentes que operan enormes fondos sin control alguno.

Esta forma de operar para hacer perdidizas cantidades inimaginables de dinero, viene a sumarse a la comprar de bienes raíces en países del primer mundo. Antes eran castillo en Europa; ahora son edificios, casas y departamentos en Nueva York y Los Ángeles. El caso es que, tanto en México como en el resto del mundo, se ahonda la brecha entre pobres y ricos y no porque unos sean muy inteligentes o trabajadores y los otros muy tontos y perezosos, sino por la oportunidad para incursionar en el paraíso de la casta dorada. ¡21 trillones de dólares, son muchos!

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