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¡Sereno, moreno!

Una expresión típica del boxeo que se ha generalizado para expresar una situación en que se toma como cierto un dicho, dejando de lado el contexto y el significado ulterior, es irse con la finta.

Una expresión típica del boxeo que se ha generalizado para expresar una situación en que se toma como cierto un dicho, dejando de lado el contexto y el significado ulterior, es irse con la finta. Así sucede con muchas de las expresiones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien en su más reciente alocución arremetió en contra del programa Daca, que beneficia a aquellos menores de edad extranjeros que llegaron al vecino país al principio de la centuria.

Como premisas indispensables, es necesario saber qué es el Daca. Lo primero que hay que señalar es que se trata de una acción ejecutiva del presidente Barack Obama, decretada luego de los fracasos ante el Congreso de la Unión, dominado por republicanos, por sacar adelante una reforma migratoria integral. Su nombre completo es: Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, que ha beneficiado a cerca de 800 mil niños y jóvenes, muchos de los cuales no tienen una visión diferente a lo que han vivido en EU.

¡Sereno, moreno!

Con esta acción ejecutiva, cuyo carácter parcial no es posible soslayar, los jóvenes inmigrantes indocumentados que fueron llevados a Estados Unidos cuando eran niños pueden obtener un número de seguridad social, una identificación estatal y permiso para trabajar de forma legal; además, pueden solicitar la suspensión de la deportación y estar residiendo legalmente en Estados Unidos durante dos años. Después de eso, pueden solicitar una renovación. Según la Oficina de Ciudadanía y Servicios Migratorios los mexicanos representan un 79% de los 787 mil 580 beneficiarios de DACA. Es decir, al menos 622 mil 170 indocumentados mexicanos serán afectados con el fin del programa.

Entre los requisitos que son indispensables, para que los jóvenes sean aceptados en el programa, niños y jóvenes deben haber ingresado a Estados Unidos con menos de 16 años, no tener los 31 años cumplidos en junio de 2012, y haber vivido permanentemente en el país desde 2007. También se les exige que carezcan de antecedentes penales y que estén estudiando o tengan cuando menos, el bachillerato terminado. O sea: gente buena.

En los días que corren, cuando el presidente Trump ha puesto en marcha una campaña de rumbo claro y transparencia en el ejercicio del poder público, llamando, aunque en algunas de las veces con poco tacto, a cada quien por su nombre, sus enemigos, entre los que se encuentran algunos medios con intereses oscuros, han emprendido una feroz campaña de descalificación, enturbiando las aguas para que se pierda el objetivo real.

Que el presidente Trump haya dicho, de forma textual y puntual que: “Mantendrá el programa sólo seis meses más, mientras el Congreso estadounidense encuentra una alternativa para los jóvenes indocumentados, y luego lo cancelará”, tiene una serie de interpretaciones interesantes: Primero, no cancela el Daca de manera caprichosa; luego, devuelve a la cancha del Congreso la responsabilidad de legislar para que esos jóvenes y otros indocumentados que han hecho su vida en el vecino país, tengan una alternativa para salir de la oscuridad y hacerse ciudadanos con los derechos y obligaciones plenos.

Por último, es necesario atender y entender las palabras de la secretaria de prensa de la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders, quien señaló que: “lo más compasivo es poner fin a la anarquía”, luego de la escaramuzas a través de las redes sociales en que el antecesor de Trump dijo que las acciones en contra del Daca son crueles e inhumanas. El jefe de gobierno expresó que: “…Tengo un amor por estas personas. Y ojala ahora el Congreso pueda ayudarles a hacerlo bien. Y quiero preguntarles, en el discurso a los miembros del Congreso: ¿quieren ser capaces de hacer algo y hacerlo bien? Porque, realmente, no tenemos elección. Tenemos que ser capaces de hacer algo. Y creo que se va a resolver muy bien. Y a largo plazo, va a ser la solución”. Si es que realmente llueve de arriba para abajo, entonces Trump acierta.

Es hora de destrabar los mitos que han permitido que los trabajadores indocumentados en el vecino país sean explotados inicuamente, negándoles sus derechos, incluyendo a los derechos humanos.