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Todos con AMLO

Al paso de la carreta se acomodan las calabazas, aseguraba uno de los políticos más destacados de la frontera; así es. A pesar de las feroces embestidas de la mafia del poder en México, con los más importantes medios a su servicio para operar las fake news y las post truth, los hombres de negocios a nivel planetario ven con buenos ojos los grandes esfuerzos que hace el presidente de la Republica por sacar al país del atolladero y revitalizar a la industria petrolera, pilar de la economía.

Los ejemplos menudean, lo mismo de repudio a las camarillas del poder que hicieron añicos las alternativas de progreso y bienestar para la población, como la ocurrida en el magnífico Bosque de Chapultepec, donde el becario de ingrata memoria hizo construir, a un precio tan exorbitante como irracional, el espantoso adefesio que ahora se conoce como la Estela de la Corrupción, con el propósito de dar contenido a los aniversarios de la Guerra de Independencia y de la Revolución.

Todos con AMLO

Es tan triste, tan lamentable, tan pobre la construcción que provoca nausea. No contribuye para nada a la hermosura y la grandeza del bosque que se yergue al noroeste de la Ciudad de México. Es, junto con la Biblioteca Vasconcelos, construida por el señor de las botas y el Prozac, una de las aberraciones de obra pública en la gran capital. Claro que ninguna de ellos fue gratuita, pues se gastaron grandes fortunas que aún no han sido cabalmente explicadas y seguramente no lo serán.

Luego vino la cancelación de ese otro gran atraco que habría de significar la construcción de Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, cuyo funcionamiento siempre estuvo en duda pero que era un negocio tan grande como el de los generadores de energía eléctrica a partir de la fuerza de los vientos. Todos los ricachones del país tenían sus manos metidas ahí y se quedaron con un palmo en la nariz, porque la transa se les vino abajo con el aval de los expertos.

Las críticas a los proyectos racionales y sustentables han sido a pasto y voceros oficiales y oficiosos se desgañitan en defensa de los intereses de sus patrones; sin embargo, fuera del país, donde los negocios tienen menos componentes de corrupción, se han expresado opiniones que avalan en todos los sentidos las decisiones del gobierno de la Cuarta Transformación. La última expresión de simpatía, respaldo e interés en participar en programas nacionales de desarrollo fue de BlackRock.

Para quienes no estén enterados, habría que decir que BlackRock es la firma, con sede en Nueva York, que opera los mayores y más importantes fondos de inversión, con una cartera actualizada de 6.52 billones de dólares, disponibles para sacar adelante proyectos de todo género, con la única condición de que sean viables, rentables y recuperables, no como los hechos en México durante los últimos 30 años, en que todo era truco sucio para que los potentados sacaran raja.

En una carta escrita y dirigida al presidente Andrés Manuel López Obrador a principios del mes, el presidente y director de la firma,  Larry Fink, expresó al mandatario su interés en invertir en el país bajo los esquemas que más convengan a las partes y en proyectos de alto impacto económico y social, especialmente el Plan de Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, en donde se augura un gran futuro por el potencial del trasporte ágil de carga de un océano a otro, con un sistema multimodal.

De igual importancia es su interés en invertir para crear un sistema general de comunicación vía la red cibernética World Wide Web, conocida como la Internet que actualmente domina una empresa que presta un servicio tan malo como caro, sin que haya autoridad alguna que pueda enfrentarla pues cuenta con despachos y bufetes de abogados que echan por tierra cualquier intento de defensa. Con este proyecto, los cuellos de botella que ahora existen serán superados.

Pero, además, el CEO de BlackRock no se anduvo por las ramas, ofreció al presidente todo el asesoramiento técnico, tecnológico, industrial, financiero y operativo necesario para poner en marcha sus ambiciosos planes. Quien esto escribe entiende que todo ese amor no es gratuito.

Larry Fink quiere cerrar las puertas a las inversiones chinas y asiáticas en general, que están con la chequera presta luego de haber visto cómo el presidente, con una sonrisa, sortea los temporales.