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Sembrando tempestades

Nadie debe olvidar que cuando se escupe al cielo se corre un riesgo grande de ensuciarse la cara

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uy desafortunadas fueron las declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en su búsqueda por la nominación presidencial para una reelección en los comicios de noviembre del año próximo. El mandatario nació en Nueva York y creció viendo la estatua de la Libertad, que en realidad se llama La Libertad iluminando al mundo, con su vecina, la Isla de Ellis en donde se instaló el Museo de la Migración, con el drama de 20 millones de migrantes que llegaron al país.

Sembrando tempestades

Trump mismo tiene entre sus ancestros una madre escocesa y un abuelo alemán, por tanto, no es ajeno a la llegada de gente proveniente de todo el planeta que vino con sus penurias en busca de una oportunidad para tener una vida digna y segura. En este momento, en Nueva York se hablan más de 400 idiomas y se observan toda la gama de colores de la piel humana, desde el blanco lechoso con sus respectivas pecas, hasta el oscuro más acharolado. Es un núcleo cosmopolita.

Por ello, resulta muy lamentable que el presidente haya arremetido, de manera poco cortes en contra de cuatro damas aguerridas que se han significado en la Cámara de Representantes por la defensa de los derechos humanos en general, y de los derechos de las minorías, en lo particular. Es posible que calculara que con ese nuevo escándalo aumenta su popularidad entre los sectores más conservadores de Estados Unidos; sin embrago en el empeño obtuvo un triunfo harto pírrico.

El ala moderada de su propio partido no se siente cómoda con ese tipo de expresiones y acendra su idea de que tan vez busque un substituto en las boletas electorales. La oposición, en cambio, tiene la percepción de que le han puesto una rolita para batear duro al aspirante a la reelección. Aunque la mayoría ha guardado las formas, las aludidas se han soltado el pelo en su respuesta.

El asunto comenzó cuando el presidente publicó en su cuenta de Twitter: "Qué interesante ver a las congresistas demócratas 'progresistas', que proceden de países cuyos Gobiernos son una completa y total catástrofe, y los peores, los más corruptos e ineptos del mundo (ni siquiera funcionan), decir en voz alta y con desprecio al pueblo de Estados Unidos, la nación más grande y poderosa sobre la Tierra, cómo llevar el Gobierno". Y añadió: "¿Por qué no vuelven a sus países y ayudan a arreglar esos lugares, que están totalmente rotos e infectados de crímenes? Entonces que vuelvan aquí y nos digan cómo se hace". Se refería a Ocasio-Cortez, Tlaib, Omar y Pressley.

Estas congresistas demócratas han sido críticas permanentes de su gobierno. Su origen es: Alexandria Ocasio-Cortez, neoyorquina de cuna, de origen puertorriqueño; la afroamericana Ayanna Pressley, nacida en Cincinatti y criada en Chicago; Rashida Tlaib, natural de Detroit de padres palestinos; e Ihlan Omar, que llegó a EE UU de niña procedente de Somalia y se naturalizó estadounidense en la adolescencia. La líder de la Cámara, Nancy Pelosi, es hija de padres italianos.

Escoger a cuatro mujeres de raza morena o negra de descendencia de países del Tercer Mundo para iniciar una campaña de odio en contra de lo diferente, no puede tener buenas ganancias y si contribuye a la peligrosa polarización que se está dando en el planeta en el que hasta hace poco los Estados Unidos eran un amigo o aliado confiable para salir de las crisis recurrentes en las regiones poco favorecidas. Ni siquiera como tema de campaña pueden pasar esas expresiones.

A finales del milenio pasado, se pensaba que con la llegada del 2000 el planeta habría de avanzar a mejores niveles de entendimiento y convivencia pacífica y ordenada; pero, no ha sido así. Negros nubarrones presagian tormentas de imprevisibles consecuencias. Porque, no hay que olvidar las palabras del presidente Barack Obama en Colombia: "Todos sabemos que es más fácil iniciar las guerras que terminarlas". Cualquiera puede prender el fuego; sin embargo, no cualquiera lo apaga.

Por el bien de la humanidad y por el compromiso que tienen las actuales generaciones con las venideras, las expresiones deben ser medidas por el tamaño de la responsabilidad de quien las pronuncia. Finalmente, la política es el arte de la negociación para no llegar a la confrontación.

Nadie debe olvidar que cuando se escupe al cielo se corre un riesgo grande de ensuciarse la cara.