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Se equivocó Napoleón

Aquella mañana sombría, con el cielo encapotado presagiando torrenciales aguaceros, en la Ciudad de México, el 10 de julio de 1863, Teodosio Lares, presidente de la Junta de Notables, con Alejandro Arango y Escandón, secretario y José María Andrade, secretario, dieron por integrada la asamblea cuya tarea era decretar la sustitución de la República por el Segundo Imperio Mexicano, y dar éste a un príncipe extranjero.

El acta constitutiva del imperio, señala que: “acogida por la asamblea con el más vivo entusiasmo, y adoptado por la unánime aclamación de los doscientos treinta y un vocales que se hallaban presentes. Las conveniencias todas de la política, no menos que las elevadas prendas y recomendables circunstancias personales de S.A.I. y R. el Príncipe Maximiliano de Austria, decidieron el voto unánime que entre prolongados aplausos emitió la asamblea designándolo para ceñir la Corona Imperial de México”.

Se equivocó Napoleón

Los acuerdos tomados fueron: “1.- La Nación Mexicana adopta por forma de gobierno la Monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico. 2.- El soberano tomará el título de Emperador de México. 3. - La corona imperial de México se ofrecerá a S.A.I. y R. el Príncipe Fernando Maximiliano, Archiduque de Austria, para sí y sus descendientes. 4.- En el caso de que por circunstancias imposibles de prever, el Archiduque Fernando Maximiliano no llegase á tomar posesión del trono que se le ofrece, la Nación mexicana se remite a la benevolencia de S.M. Napoleón III, Emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico”. 

¿Cómo fue posible este desaguisado? La respuesta está en la circunstancias que vivía el país luego de los excesos de la dictadura de Santa Anna y los estragos de las batallas durante la Guerra de Reforma. México estaba en bancarrota y no podía saldar sus deudas con los países acreedores europeos. Aprovechando el decreto de moratoria del presidente Benito Juárez. el Emperador francés Napoleón III decidió invadir con sus ejércitos, los más poderosos de su tiempo, la República de México, casi indefensa.

Según los registros históricos, la deuda contraída con Gran Bretaña, España y Francia ascendía a 82,625,416 pesos. El país con el que México estaba más endeudado era Gran Bretaña con 69,994542, seguido de España con 9,830,112 pesos y, por último Francia con 2,800,762 pesos. Con los dos primeros se firmaron acuerdos por los que: Se otorgaba reconocimiento al gobierno de Juárez. Se declaraba que las potencias respetarían la integridad, la independencia y la soberanía nacional. Toda negociación se llevaría a cabo en Orizaba. Las fuerzas aliadas establecerían sus cuarteles en las ciudades de Córdoba, Orizaba y Tehuacán. En caso de declararse rotas las relaciones, las tropas aliadas volverían a los puntos que inicialmente ocupaban en la costa de Veracruz. Sólo Francia, a la que menos de se debía, decidió invadir el país para cobrarse a lo chino.

Luego de una dura resistencia por parte de los mexicanos, que hizo necesario el envío fe mas tropas, el ejército francés entró en la Ciudad de México el 10 de junio y un mes después, el 10 de julio, la Asamblea de Notables, convocada por el general francés Elías Federico Forey, nombra una junta de gobierno de 35 miembros que designarían a 215 personas para integrar una Junta de Notables y un Ejecutivo que regiría a la nación de manera provisional mientras llegaba el nuevo emperador de sangre real. 

En sus memorias, escribió Maximiliano de Habsburgo: “El pueblo en masa no tiene inteligencia pero sí instinto, y este instinto siempre es justo. Los gobernantes que saben dirigirlo hacia un desarrollo gradual y libre, cosechan la paz y la prosperidad. El príncipe debe estar sobre todos los partidos, y en un Estado bien ordenado, todos ellos deben estarle sometidos…”.

Se equivocó Napoleón III, se equivocó la Junta de Notables, se equivocó Maximiliano. El pueblo de México ha estado siempre dispuesto a regir su propio destino, aunque a veces otros ‘notables’ quieran torcerlo.