Editoriales > ANÁLISIS

Por un futuro sostenible

En los momentos en que el Papa Francisco resiste las brutales embestidas del ala más radical de la Iglesia católica y del capitalismo feroz que están cabildeando su renuncia a partir de los últimos cambios que se han hecho a la estructura de la curia romana, él se ocupa de un tema de la mayor importancia y se pronuncia por “un cambio en el paradigma financiero internacional a fin de promover el desarrollo humano integral”.

En la audiencia efectuada en la Sala Clementina con los participantes en la Conferencia Internacional ‘Salvaguardar nuestra casa común y el futuro de la vida en la tierra’, por el tercer aniversario de la encíclica ‘Laudato si’, reiteró el exhortó a todos los Estados a respetar los compromisos asumidos en materia de medioambiente e impedir de esta manera el peligro de dejar a las generaciones futuras escombros, desiertos y suciedad.

Por un futuro sostenible

Expresó que: "Los gobiernos tienen que esforzarse para honrar los compromisos que fueron asumidos en París para evitar las peores consecuencias de la crisis climática. La reducción de los gases de efecto invernadero requiere que haya honradez, coraje y responsabilidad, sobre todo por parte de países más poderosos y más contaminados". Luego manifestó “su esperanza de que la cumbre COP24 sobre el cambio climático, a celebrarse en diciembre próximo en Polonia, pueda llegar a ser un hito en el camino trazado por el Acuerdo de París de 2015”; que permita recuperar la salud del planeta.

Estas exhortaciones y otras, como la expresada ayer, en el sentido de que: “Solo una solución negociada entre israelíes y palestinos, firmemente deseada y favorecida por la Comunidad de naciones, podrá conducir a una paz estable y duradera, y asegurar la coexistencia de dos Estados para dos pueblos”, dicha al termino de la reunión a puerta cerrada con los Patriarcas y líderes de las Iglesias Orientales Católicas y Ortodoxas, durante la cual pidió que se respete el status quo de Jerusalén como garantía de que seguirá siendo una ciudad abierta a cristianos, musulmanes y judíos, han provocado un alud de inquietudes al interior de la Iglesia y de muchas corrientes en el Vaticano.

Se dice que estas expresiones serán sin duda parte de la huella de Francisco, que han calado hondo también en el mundo laico, donde se aprecia más el impacto social de su obra, dando a veces la sensación de que cuenta con más apoyo fuera de la Iglesia que dentro, donde quienes esperaban mayores reformas se impacientan y quienes desean menos también. Las luchas de poder se dan así en áreas cruciales como la económica. No hay que olvidar que el Banco Vaticano que gestiona alrededor de 5.700 millones de euros, ha cerrado más de 5.000 cuentas sospechosas desde 2013; se ha reducido el déficit y hay nuevos órganos de inspección que le informan directamente al Vaticano.

Se cuestiona también su indefinición sobre temas muy álgidos que tienen que ver más con la vida mundana que eclesiástica; pero, hay quien señala que es el jefe de la Iglesia católica, no de una organización progresista. En muchos temas sociales es abierto, pero doctrinalmente es tan conservador o más que Benedicto XVI. “Quien piense que puede aprobar el aborto o los matrimonios de personas del mismo sexo está muy equivocado. Esa, desde luego, no será su herencia”. Su herencia tendrá otro enfoque.

Otro enfoque como el que trató durante su discurso en la Sala Clementina: “Se hace necesario un cambio del paradigma financiero, a efecto de promover el desarrollo humano integral”. Pidió al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial que favorezcan reformas eficaces para un desarrollo más sostenible y equilibrado. Manifestó su esperanza de que: “La finanza vuelva a ser un instrumento encaminado a la mejor producción de riqueza y al desarrollo. No hay que olvidar las tierras de los pueblos indígenas expropiadas y sus culturas pisoteadas por una actitud predatoria, de nuevas formas de colonialismo, alimentadas por la cultura del derroche y del consumismo".

Por último, Francisco animó a seguir trabajando por un “cambio radical a la altura de las circunstancias”, al aseverar: “La injusticia no es invencible” y rogó a San Francisco de Asís para que continúe inspirándolos y guiándolos en este camino, y que “nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza”.