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Requiescat por el libre comercio

Con reiteración se señala que ser tonto no es un pecado, lo cuestionable es hacer gala de ello, como se empeña en hacer el ínclito Ildefonso Guajardo, negociador de México para la modernización del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Nunca le cayó el veinte de que la era del libre comercio como fue concebida por Thatcher, Reagan y Salinas ya felpó. El daño infligido ha sido de tal magnitud, que ya resulta insostenible.

Aunque el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump lo dijo con todas sus letras en todas las ocasiones en que fue pertinente, ni Guajardo ni el aprendiz Videgaray entendieron que se acabó la época de las vacas gordas para los magnates y de vacas flacas para quienes sólo tienen sus manos para ganar la gorda. Textualmente señaló el mandatario estadounidense: “Para hacer a América grande, otra vez, es necesario recuperar la producción, la inversión y el empleo en las manufacturas”. Y sanseacabó.

Requiescat por el libre comercio

En su libro Mis Memorias, de más de 1,200 páginas de las que dedica únicamente 20 renglones a México, Bill Clinton señala que sabía perfectamente que el TLCAN habría de generar una gran desigualdad, pues beneficiaría sólo a los grandes capitales en detrimento de la calidad de vida de los trabajadores, dentro y fuera de los Estados Unidos; pero que, debió firmarlo porque en ello le iba la posibilidad de ser presidente.

En un interesante estudio de la Unicef, denominado Libre Comercio e Infancia, se indica que: “Proyecciones de Oxfam y del Banco Mundial, entre otros, calculan que entre 128 y 320 millones de personas podrían salir de la pobreza a través de una mayor integración de los países en desarrollo al sistema comercial mundial.  Esto significa que millones de niños y niñas podrían crecer y desarrollarse libres  de las privaciones de la pobreza si sus familias pudieran beneficiarse del comercio mundial”.

Sí; pero, luego hace la observación de que: “Sin embargo, la cuestión central parece estar dada por la modalidad de dicha integración.  La apertura de las economías a la competencia internacional, sin reglas equitativas de comercio, ni mecanismos compensatorios o de protección, abarca riesgos considerables para la población. Entonces, ¿Cómo se pueden maximizar las ventajas del libre comercio mundial para los pobres, minimizando a la vez sus efectos adversos?”. Sólo con trato diferenciado.

El libre comercio, una expresión del capitalismo salvaje, esto es el poder del dinero sin ningún control, puede ser bueno; pero, no como fue concebido por Guajardo y demás operadores de Salinas. El Tratado de Libre Comercio de la América del Norte vino a resultar un truco para que las grandes trasnacionales  trajeran a México partes y componentes fabricados en Asia para armarlos con mano de obra extremadamente barata y luego facturarlos como exportaciones mexicanas, lo mismo automóviles que electrónicos y no se diga teléfonos celulares.

Las industrias que sí eran mexicanas y exportaban bienes nacionales a los asociados, como la de la cerveza, el tequila, el aguacate, las hortalizas, fueron absorbidas por las trasnacionales y ahora de México la cerveza sólo tiene el agua con la que se elabora, todo lo demás viene de fuera; igual el tequila y el aguacate, que se producen por medio de la agricultura contrato que deja muy escasos beneficios a los trabadores del campo.

No quiso el caprichoso Guajardo aceptar que los automóviles ensamblados en México tuvieran una mayor integración de componentes fabricados en la región, ni que los trabadores de la industria automotriz percibieran salarios decentes, de acuerdo a sus niveles de productividad y a los estándares internacionales en la industria del sector. Ahora, su tozudez lo lleva a una derrota irremediable para su bando de potentados.

Todos los intentos por humanizar al capitalismo salvaje, que en México en un simple capitalismo de cuartes, fracasaron, ahora tendrán que llorar como Boabdil ante la caída de Granada.

Con la aplicación de aranceles, el presidente Trump acabó con el cuento del libre comercio que tanto daño ha hecho al país y a los paisanos.