Rafael Tovar y de Teresa

La cultura, decía Rafael Tovar y de Teresa, primer secretario de Cultura de México: “redimensiona nuestras vidas para hacerlas plenas, dignas y felices”. Con ello hacía referencia a los tres grandes campos de la cultura humana: el arte, la ciencia y la moral que contribuyen a hacer del hombre el ser superior de la creación, cuando, por su propio esfuerzo se va apropiando de los valores universales y eternos; los hace forma de vida.
Aseguran algunos de sus biógrafos que Rafael venía de familias de rancia prosapia; que, inclusive, estuvo emparentado con los Habsburgo. Eso puede tener algún valor, como el hecho de estar casado con una hija del expresidente José López Portillo, Carmen Beatriz; pero, lo mas importante de su obra fue su vida entera dedicada a la cultura, la diplomacia y el servicio público diligente, imprimiendo en cada tarea un sello propio.
Allá, por 1994, publicó su primer libro formal: Modernización y Política Cultural, muy acorde a los tiempos del salinismo, y escribió en la obra colectiva en dos volúmenes Patrimonio Cultural de México; pero, su estilo se depuró y definió con su primera novela, Paraíso en tu memoria, y se confirmó con la segunda, El último brindis de don Porfirio, para culminar con De la paz al olvido, Porfirio Díaz y el final de un mundo.
Graduado de licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma Metropolitana, obtuvo una maestría en Historia de América Latina en la Universidad Sorbona de Paris. Como funcionario, inició su carrera en el servicio público en los años setenta como jefe de relaciones culturales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (1974-1976); para después desempeñarse como asesor del Instituto Nacional de Bellas Artes (1976-1978). En el Servicio Exterior Mexicano, Tovar y de Teresa se desempeñó como director general de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores (1979-1982); asesor del titular de dicha institución; ministro de cultura en la Embajada de México en Francia; y ocupó el cargo de embajador de México en Italia (2001-2007).
Luego de su desempeño en Italia, Tovar y de Teresa fue designado coordinador de la Comisión Organizadora de los Eventos para la Conmemoración del Bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia y el Centenario del inicio de la Revolución Mexicana, cargo al que renunció en el mes de octubre del 2008, por no estar de acuerdo con algunas de las disposiciones oficiales relacionadas con ambos hechos históricos.
Se dedico a la cátedra y a escribir, formando parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Conaculta), en donde fue coordinador de intercambios culturales; director general del Instituto Nacional de Bellas Artes; y presidente de la institución, en la que realizó una notable labor, reconocida por propios y extraños. Quizá entre las tareas más relevantes fue la creación del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), el Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural en los Estados, el Canal 22, el Centro Nacional para la Cultura y las Artes. Su trabajo resultó tan intenso como extenso.
Entendía, y así lo manifestaba, que: “La cultura significa el mayor espacio de libertad, de creación y transformación de nuestras civilizaciones”. Por ello, no escatimó ningún esfuerzo por crear instituciones sólidas que fomentaran la cultura, no sólo en las grandes urbes, como la Ciudad de México, donde se concentra el grueso de las manifestaciones de la cultura autóctona, sino en todo lo largo y ancho del territorio nacional. Tal ves su logro mayor es haber empujado desde Conaculta la creación de la Secretaría de Cultura.
De manera natural, estaba llamado a ser su titular y lo fue hasta el sábado 10, en que su alma fue a integrarse al cosmos. Después de fallecido, sigue cosechando lo que sembró. Humberto Musacchio, en su columna de Excélsior: La República de las letras, señala que: “Con su muerte Rafael Tovar y de Teresa ha logrado que una inmensa mayoría lo reconozca como un funcionario honorable –rara avis en un medio que estimula la corrupción– y eficiente, pues supo administrar los fondos que se le confiaron y usarlos en la realización de un gran número de actividades en beneficio tanto de los creadores como del público al que estaban destinados”.
¡Descanse en paz este mexicano escepcional!




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