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Poderoso caballero

Cuando se dice que todo gran poeta es contemporáneo, se pretende afirmar que ha entrado en los linderos de la inmortalidad, que podría ser el caso de los creadores del Siglo de Oro de la Literatura Española, entre los que se encuentra don Francisco de Quevedo. No padeció la pandemia del Covid-19; pero, como si lo hubiera hecho, pues escribió: "Retirado en la paz de estos desiertos,/ con pocos pero doctos libros juntos,/ vivo en conversación con los difuntos/ y escucho con mis ojos a los muertos".

Tampoco vivió ni padeció la locura casi general provocada por la ambición de riquezas, cuantas más, mucho mejor; pero, si entendió el gran poder del dinero para sacar del ser humano sus rasgos mas tristes y lamentables. Quizá por ello escribió que: "Madre, yo al oro me humillo,/ Él es mi amante y mi amado,/ Pues de puro enamorado/ Anda continuo amarillo./ Que pues doblón o sencillo/ Hace todo cuanto quiero,/ Poderoso caballero/ Es don Dinero". ¡Vaya que lo es; ante él se doblega la justicia!

Poderoso caballero

Ya no sólo se trata de que en tanto que la Constitución dice que el salario mínimo deberá ser suficiente para cubrir todas las necesidades de una familia, los patrones han ideado la forma de pagar salarios miserables que no son suficientes para que un individuo pueda comer todos los días, pagar la renta, los pasajes y los servicios más elementales, incluyendo las necesidades de salud y educación. Y lo que pasa en los inmediato, ocurre también lo remoto, como el agandalle del oro venezolano por el Reino Unido.

El asunto no es de tomar partido a favor de Maduro o de Guaidó. Estos dos personajes son apenas las caras visibles de los poderosos intereses enfrentados por el dominio de las enormes riquezas petroleras, de oro y de otros minerales que existen en abundancia en el subsuelo de la tierra de Bolívar. Los pelos de la burra indican que Maduro fue electo democráticamente en un proceso comicial incuestionable dado que el sistema electoral venezolano, totalmente digitalizado, es de los más confiables del ancho mundo.

En cambio, Guaidó, empresario importador, electo diputado por el distrito de La Guaira, donde tiene sus empresas, se autoproclamó presidente encargado de Venezuela con el patrocinio de quienes han logrado fabulosas fortunas gracias a la política económica basada en el petróleo que favoreció las importaciones en lugar de fomentar un proceso de industrialización y comercialización modernos para satisfacer las demandas de la población. Y, desde luego, con el de las grandes empresas transnacionales.

Pues resulta que, durante el tiempo de las vacas gordas, el gobierno de Venezuela depositó en las arcas de los bancos de Inglaterra 31 toneladas de oro, cuyo precio actual podría fijarse en mil millones de dólares, para su resguardo. Las instituciones financieras del Reino Unido reconocen ese depósito y que el oro está a disposición de las autoridades representativas del pueblo venezolano, su dueño legítimo; pero, ha venido a resultar que, mañosamente, también reconocen como legítimo el gobierno de Guaidó.

La situación del pueblo venezolano ha venido deteriorándose paulatinamente a raíz de la caída de los precios internacionales del petróleo, el bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos y países afines, y los estragos de una economía petrolizada que depende de las importaciones, y, por si fuera poco, por los efectos de la pandemia que ha sorprendido al mundo y puesto en evidencia las carencias de un sistema económico que privilegia la renta sobre la salud. Ante la pandemia, hacen falta recursos.

Esos recursos están depositados en los bancos ingleses, que sólo le reconocen a Guaidó el derecho de giro. Por fortuna, luego de los muchos y muy sonados fracasos del presidente encargado en su llamado a que el pueblo manifieste algún respaldo su gobierno, parece haber entendido que no debe tocar los dineros que no le pertenecen, aunque con ello pudiera sacar una colosal tajada junto con sus cuates.

Utilizando las mejores prácticas de la diplomacia y de las negociaciones financieras, el gobierno de Venezuela ha solicitado a los bancos ingleses que no le depositen en sus cuentas los fondos del tesoro que tienen bajo resguardo, sino que emitan una orden de giro a nombre del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, a fin de que este organismo adquiera medicamentos, equipos e insumos médicos que permitan al gobierno de Venezuela afrontar la crisis derivada de la pandemia; pero, no.

Es que no se trata de gobiernos legítimos o no; ni siquiera de la aplicación de los preceptos que rigen el derecho internacional; se trata de oro, mucho oro, 31 toneladas de oro. Se trata del poderoso caballero.