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Otro golpe a la plebe

Ayer, la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) determinó subir la tasa de interés de referencia en 25 puntos base a fin de ubicarla en 7.75 por ciento desde el 7.50, previo, para alcanzar su nivel más alto desde el mes de diciembre de 2008. La decisión fue unánime y es el segundo incremento en lo que va del año, el primero fue el 8 de febrero cuando subió a 7.50 por ciento. El pretexto fue contener la inflación.

Lo chistoso del caso es que, con el crédito más caro los aborígenes deberán pagar más por los bienes y servicios que adquieren a plazos y que la producción de los mismos, que debe financiarse con recurso aportados por las bancas de fomento y comerciales, se verá afectada por el alza en el costo de los créditos, porque, hasta el momento no se ha dado el caso de que un banco se tiente el alma y diga que va a apechugar la subida.

Otro golpe a la plebe

Y más chistoso todavía resulta que los ‘juncionarios’ del banco digan: “Hacia adelante, la Junta mantendrá una postura monetaria prudente y continuará dando seguimiento especial al traspaso potencial de las variaciones del tipo de cambio a los precios, a la posición monetaria relativa entre México y Estados Unidos y a la evolución de las condiciones de holgura en la economía. Ante la presencia y posible persistencia de factores que, por su naturaleza, impliquen un riesgo para la inflación y su expectativa, la política monetaria se ajustará de manera oportuna y firme para lograr la convergencia de ésta a su objetivo de 3% y fortalecer el anclaje de las expectativas de inflación de mediano y largo plazos para que estas alcancen dicha meta”. Ah; pos, sí.

Para dar una idea de lo que repercute el alza en las tasas de referencia, habría que decir que, de acuerdo con la información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al pago de la deuda del gobierno se destinaron el año pasado, 533,351 millones de pesos, el monto más alto que se haya destinado para el efecto, con un incremento de 6.3%, respecto de 2016.

De estos recursos, 70% fue para pagar intereses sólo del gobierno, mientras que 23% se destinó al pago de intereses de las empresas productivas del Estado, que también siguen emitiendo deuda. El 7% para el saneamiento financiero del gobierno federal.

Luego de hacer estudios comparativos, se tiene que los recursos que se destinaron al costo financiero de la deuda del gobierno y sus empresas productivas, son tan grandes que incluso superan el gasto que hicieron cinco dependencias de la administración pública federa durante el 2017. Juntas, las Secretarías de Educación Pública, Salud, Desarrollo Social, Trabajo y Prevención Social y Función Pública registraron un gasto total de 530,396 millones de pesos, que equivale a casi 3 mil millones de pesos menos.

En los cánones de la economía real, una herramienta importante que tiene el Banco Central para controlar el crecimiento de dinero y por lo tanto a la inflación, es la tasa de interés. El mecanismo funciona de la siguiente forma: una mayor tasa de interés reduce la demanda agregada desincentivando la inversión y el consumo, aumentando el ahorro de las personas; de esta manera se limita la cantidad de dinero disponible en la economía, con lo que el nivel de precios disminuye. Si; pero, en un país enfocado a la protección de la macroeconomía, esto es el capitalismo salvaje, eso no tiene aplicación.

El resultado es harto perverso y ha quedado demostrado en la triste realidad que padecen el Anáhuac y demás países emergentes, en que el nivel de empleo decrece y con ello se abarata el trabajo y se ahonda la brecha entre los que tienen en exceso y los que de todo carecen. Y, aún más: con el enorme endeudamiento de la administración pública se reduce la inversión en bienestar social, para conducir a las masas populares a la condición de desechables que fue denunciada por el Papa Francisco.

Con el dinero más caro y con salarios miserables que apenas alcanzan para una torta y una soda, el golpe alcanza dimensiones dramáticas.