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Otra burla

La burla del aumento salarial se encona, se vuelve trágica, cuando el presidente y el secretario de Hacienda aseguran que es el mayor logro que han tenido los trabajadores en los últimos diez años

La burla del aumento salarial se encona, se vuelve trágica, cuando el presidente y el secretario de Hacienda aseguran que es el mayor logro que han tenido los trabajadores en los últimos diez años y que con los ocho pesos adicionales a partir del primero de enero, recuperarán el poder de compra para satisfacer sus necesidades básicas. Por segundo año consecutivo, es el gobierno el que determinó que los salarios mínimos se mantuvieran por debajo de la ley y de la razón.

Durante las negociaciones, los representantes de los sectores laboral y empresarial se pronunciaron por un aumento que rondaba los cien pesos, que, sin ser suficientes para que los asalariados recuperen su poder adquisitivo, estaban más cerca de lo justo; pero, la representación gubernamental impidió llegar a tales acuerdos e impuso el criterio de que los salarios mínimos se elevan cinco pesos este fin de año y tres más en enero. El pretexto es mantener baja la inflación.

Otra burla

Lo absurdo es que el gobierno se muestre tan cauto en cuanto a los salarios, que tienen efectos inflacionarios mínimos y asuma un comportamiento contrario cuando se trata de allegarse recursos fiscales mediante las alzas tan desmesuradas a los precios de los combustibles; incrementos que causaron, esos sí, un disparo de la inflación a partir de enero pasado. En este año, las gasolinas subieron más del 20 por ciento.

Subieron las gasolinas y con ello se desató un alud inflacionario que pretende negarse con cifras estadísticas amañadas que no reflejan la realidad que viven quienes sólo tienen sus manos para ganar la papa. Tan aberrante fue la postura oficial en torno al aumento del salario mínimo, que la Comisión Nacional de Derechos Humanos afirmó que es insuficiente.

Su presidente, Luis Raúl González Pérez, expresó:  “Las cifras de pobreza en México se han incrementado y cuyas causas probables son que, los ingresos de las trabajadoras y los trabajadores no alcanzan a cubrir para sí, ni para su familia las necesidades normales en el orden material, social, cultural y educativo, lo que refleja que el salario mínimo general es insuficiente. Conforme a las líneas de bienestar que CONEVAL expone, se observa que con el incremento al salario mínimo de 80.04 a 88.36 pesos, resulta un total mensual de 2 mil 650.8, por tanto, éste sigue estando por debajo de la canasta alimentaria y la no alimentaria urbana, de acuerdo a los cálculos publicados en octubre de 2017, las líneas de bienestar se fijan en 2 mil 924.94 mensuales”.

La justa retribución del trabajo es un mandato constitucional. La ley señala que los salarios mínimos, deben satisfacer las necesidades normales en el orden material, social y cultural y proveer a la educación obligatoria de los hijos. Entonces, el empeño del gobierno por mantener deprimidos los salarios es ilegal y conlleva una grave responsabilidad por cuanto el texto constitucional es la ley fundamental, con rango superior al resto de las leyes, que define el régimen de los derechos y libertades de los ciudadanos y delimita los poderes e instituciones de la organización política.

González Pérez agregó que: “La CNDH con la participación de la Sociedad Civil ha impulsado diversas acciones para que el tema de salario mínimo, se incorpore de manera permanente en la agenda pública, y a la vez se realicen las acciones necesarias para que, la participación en la fijación del salario mínimo, se involucre con responsabilidad social el sector empresarial como lo señala el documento intitulado Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos publicado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en 2011, para que otorguen la debida prioridad a la salvaguarda de la dignidad humana; se procure la eliminación de las desigualdades y revisar el salario mínimo con razonamiento humanista y no meramente economista”.

Que el gobierno deje de burlarse de las leyes y de los millones de mexicanos que ganan la gorda con el sudor de la frente. De cualquier manera, la inflación se disparó por las tonterías que han perpetrado el secretario de Hacienda y el presidente del Banco de México, y no porque los asalariados se vuelvan ricos.