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Muy buen comienzo

Hoy se reúnen, en la casa del virtual presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, éste y algunos de los que serán sus secretarios de Estado y colaboradores cercanos, con una delegación de alto nivel del gobierno de los Estados Unidos, encabezada por el secretario de Estado, Mike Pompeo; del Tesoro, Steven Mnuchin; de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen y el asesor del presidente Trump, Jared Kushner.

Este encuentro, tildado de visita de cortesía, arroja muchas lecturas, todas ellas en el sentido de que el régimen de Donald Trump se siente más cómodo al negociar con un equipo de personas que tienen sentido y experiencia política, a fin de tratar los temas más importantes de la agenda binacional. Con ello se confirma la sospecha de que los negociadores bisoños guiado por el aprendiz de canciller, Luis Videgaray, fracasaron.

Muy buen comienzo

El talante y las bravatas del encargado mexicano de la modernización del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte, Ildefonso Guajardo, que siempre aseguró que tal o cual cosa no estaba a discusión, menos el alza de salarios, puso en evidencia que no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo y que buscaba repetir la exigencia de cumplir sus caprichos a base de rabietas, como hizo hace ya más de tres décadas.

Aunque la prensa norteamericana hizo notar que el estilo del presidente Trump había quedado plasmado en su libro El arte de la negociación, los representantes mexicanos no entendieron que estaban frente a un jugador rudo, al que no perturbaban el sueño las posiciones extremas, porque está acostumbrado a jugar al filo de la temeridad, con lances sorprendentes que, a fin de cuentas, no tienen otro propósito que sacar ventaja.

En el texto, escrito al alimón con el periodista Tony Schwartz, señala que: “Mi estilo de negociación es bastante simple y directo. Apunto muy alto y luego sigo presionando, presionando y presionando para conseguir lo que busco. A veces me conformo con menos de los que busqué, pero casi siempre consigo lo que quiero”. Apuntar alto y presionar, para llegar a un justo medio que resulta conveniente para todas las partes.

Como ninguno de los negociadores mexicanos actuales entiende de política, esto es, del arte de la negociación, se asustaron a las primeras jugadas y han empantanado  lo que pudo resultar exitoso. En ninguno de los temas de interés para los pueblos de ambos países han logrado desplegar una estrategia de toma y daca que resulte aceptable; por ello, hoy se dan los visos de que los arreglos en los temas pendientes serán después.

Para un político, y Andrés Manuel lo es, la negociación viene a ser uno de los métodos alternativos de solución de conflictos más empleado para resolver de forma pacífica un problema y, a la vez, alcanzar los intereses u objetivos perseguidos; nadie negocia para perder o declinar; sino, para triunfar de mejor manera y al menor costo posible.

En otra parte de su libro, asegura el presidente Trump que: “Lo peor que puedes hacer en una negociación es parecer desesperado. Eso hace que el otro huela sangre y entonces estás muerto. Lo mejor es tener algo que el otro quiere o que para él es imprescindible. Hay que usar la imaginación para convencerlo que se tiene algo que el otro necesita”. En México, se dice hacer un cambalache justo y redituable para ambos.

Con un poco de optimismo, puede interpretarse la visita de los secretario de Estado de los Estados Unidos, como un gesto de buena intención y un mensaje claro en el sentido de que los gobierno de los dos países deben encontrar pronto soluciones prácticas y convenientes a los asuntos que en este momento les afectan, como son el futuro del libre comercio basado en condiciones convenientes para los firmantes, como sería la homologación salarial, un mayor nivel de integración regional en los bienes y servicios que se intercambian; los temas migratorios; los flujos ilegales, etc…

Por lo pronto, es un buen comienzo.