Misericordia y paz

Hoy llega a México el Papa Francisco. Su presencia en esta tierra es para traer un mensaje de misericordia y paz a los mexicanos y, desde aquí, a todos los pueblos del mundo. Se han preparado fastuosos escenarios para que cumpla su misión protocolaria y apostólica; pero, lo más importante, así lo ha expresado, es su acercamiento con los pueblos que son víctimas, nuevas y antiguas, de la crueldad de las castas privilegiadas.
La visita, tan esperada, se da en el momento preciso para que las palabras del Papa tengan la contundencia que requieren las terribles condiciones en que vive la nación mexicana, bajo el imperio de la barbarie que dificulta el florecimiento de las virtudes que hacen del ser humano el ser superior y que Francisco ha hecho suyas, como bien lo manifiesta en su libro recién publicado: El nombre de Dios es Misericordia, en el que afirma que la misericordia es necesaria porque funciona como un antídoto al relativismo que hiere mucho a las personas. Las hiere en el alma y en el cuerpo; las hiere de muerte.
El libro-entrevista recoge sus palabras certeras: “El mundo es una humanidad herida, una humanidad que tiene heridas profundas. No sabe cómo curarlas o cree que no es posible hacerlo. Y no son sólo las enfermedades sociales o las personas heridas por la pobreza, la exclusión social o las tantas esclavitudes del tercer milenio. También el relativismo hiere mucho a las personas, todo parece igual, todo parece lo mismo. Esta humanidad necesita la misericordia”. La necesita como el alimento, el agua, el aire.
Francisco llega a México en pleno Jubileo de la Misericordia, que comenzó el 8 de diciembre de 2015 y concluirá el 20 de noviembre de 2016, con la tesis central de que: “Como ama el Padre así estiman los hijos. Como Él es misericordioso, así somos llamados seres misericordiosos los unos con los otros”, una exhortación a recobrar la esencia divina del ser humano a través de la misericordia como una practica cotidiana.
Pero, ¿qué es la misericordia? La Real Academia de la Lengua dice que: “Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos”. Para el Papa, tiene un significado más profundo: “Es fuente de alegría, de serenidad y de paz; es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida”. Muy hermosas palabras.
A través de la misericordia, se encuentra el camino hacia la paz; esa paz tan anhelada que no ha podido concretarse por el camino de la confrontación. “El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es vital ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad”. En los momentos más difíciles es cuando se muestra más la misericordia de Dios padre.
La estancia del Papa Francisco en México y su presencia física en los escenarios más trágicos del país, donde están abiertas y sangrantes las heridas más profundas que el materialismo y sus manifestaciones crueles han infringido a los aborígenes, llamarán la atención de todos. Los mexicanos y el mundo entero, sabrán de la visita papal y de las palabras que el pontífice pronuncie; lo deseable es que logren llegar hasta lo íntimo, que algo se conmueva y cambie a lo interior de cada uno de los que escuchen su voz.
No ha duda alguna de que los poderosos intereses que han desolado al Cuerno de la Abundancia pretenderán hacer de la presencia del Papa un acto protocolario, inocuo, farisaico; eso no importa, lo que cuenta es que lo esperan los mexicanos que han sido marginados de la economía, de la salud, de la educación y de la justicia, y que luchan por preservar la vida y la dignidad; lo único que nadie ha podido arrebatarles. Para ellos es el mensaje de misericordia y paz; para ellos la solidaridad del Papa y de la humanidad.




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